sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz 31 de Diciembre, mi pequeña.


Son las cuatro y media de la madrugada del 31 de Diciembre de 2011.  Ella suspira lamentando que este año ha pasado de largo sin dejar una sola huella que merezca la pena recordar.

Pero esta noche es diferente, es como si estuviera aquí. Lo noto, es como una manta transparente que me arropa cuando más frio esta mi corazón. Y esta noche esta congelado, necesito hablar contigo. Ven, ven por favor. Necesito abrazarte y recordar tu olor.

Ella mira a través de la ventana. La noche esta completamente estrellada. ¿Qué miráis? –piensa furiosa observando cada uno de los millones de puntitos brillando a miles de kilómetros. Cierra los ojos e intenta imaginar qué habrá allí arriba. “Hoy te necesito aquí abajo, conmigo” –deja escapar en voz baja. Una lágrima atrevida ya recorre su mejilla mientras ella busca algo con lo que secarla. Antes de alcanzar el pañuelo, sin embargo, se detiene. Ya no es una sola gota la que acaricia su rostro. ¿Pero qué sentido tiene todo esto? ¡Dime! ¿Qué sentido tiene todo esto? –grita resignada dejando caer su cuerpo sobre la cama.  

-¿Se puede saber por qué estás armando tanto escándalo?
-¿….eres, eres tú? ¿Eres tú de verdad?
-¿Quién va ser si no, jovencita? ¿Es que hay alguien más que te visite a estas horas  y no me has contado nada?
-(deja escapar una sonrisa entrecortada) No.. claro que no.
-¿Por qué estabas así cariño?
-Te echo de menos y nunca estás. El otro día te necesitaba. Te necesitaba y acabe llorando en un rincón procurando que nadie me oyera. Solo quería que me oyeras tu.
-Ahora me tienes aquí. Estoy aquí, mi pequeña. Abrázame. ¿..Estas mejor?
-Es como un puño dentro de mi. Como si el corazón quisiera salir por mi propia boca, no sabes cómo duele.
-Mi vida, ven. Cálmate y ven. Te veo a lo lejos cada vez que te pones así, te veo y me rompo por dentro, créeme. Intento alzar mi brazo para coger tu mano pero cuando la alcanzo, la atravieso sin que tú puedas notar nada. Y me quedo ahí, frente a ti. Mirándote y llorando contigo, abrazándote sabiendo que no siempre notas mi calor. Sé lo que es el dolor, mi vida, pero verte sonreír cura cualquier herida. Tienes que prometerme que seguirás siendo así de fuerte, como antes. No siempre que lo necesites podré venir a recordarte que mi corazón late en el interior del tuyo. Y te aseguro que él seguirá latiendo cuando a ti te falten fuerzas. Ven aquí, cariño. Deja de llorar y ven aquí.
-Te quiero. Te quiero muchísimo. Quédate toda la noche por favor.
-No me iré a ningún lado. Esta noche te arropo como lo hacía antes, ¿o sigues pensando que es de niños pequeños? –le pregunta tapándola lentamente con las sábanas.
-No… no es de niños pequeños. –responde ella entre dientes.
-¿Eso que veo es una sonrisa? ¿Si? ¿Si? ¡Hola sonrisa! Vamos, ¡No seas tímida!
-Deja de hacer el payaso o despertaras al resto de la casa –dice ella sin poder contener el más sincero sentimiento de felicidad de todo el año.
-¿Ves? Así si. Vuelvo a nacer cada vez que sonríes, cariño.
-¿Cuándo volverás de nuevo? Esta  vez pensé que ya no volvería soñar contigo nunca mas. Me da mucho miedo olvidar tu cara, tu olor, el tono de tu voz..
- No puedo venir cada vez que lo desee, mi amor. Si pudiera, ni siquiera me iría un solo instante.
-¿Y que te retiene? ¿Por qué no puedo verte? ¡Son mis sueños! ¡Yo debería elegir quien aparece y quien no! A veces, antes de acostarme, cierro los ojos y pienso mucho en ti, incluso repito tu nombre bajito un millón de veces pero no sirve de nada.
-Lo sé, te oigo susurrarme tantas cosas cuando cae la noche.
-¿Y por que no respondes? ¿Por qué no apareces como ahora cuando te llamo?
-Mi pequeña, tienes que entender algo. Que no me veas no significa que me haya ido. Estoy aquí, ¿escuchas esto? –pregunta poniendo su mano sobre su propio corazón. A veces te oigo preguntarme dónde estaré. Pues mi vida, estoy ahí dentro y se está genial. Estoy a tu lado cada vez que tiemblas. Cuando te paraliza el miedo o cuando te quedas helada al escuchar algo, al leer algo . Cuando la impotencia te supera y respiras hondo mirando el cielo. Ahí estoy yo, acariciando tu cara suavemente. Diciéndote lo mucho que te quiero y que siempre te querré. Dándote ánimos y a veces, un pequeño empujón para que consigas seguir adelante. Y lo consigues, siempre lo consigues. Y cada vez que eso pasa, cada vez que me sientes a tu lado y simulas coger mi mano, una parte de mi se aviva y coge fuerzas para venir a verte. Yo también necesito fuerzas, ¿sabes, cariño? No es fácil ver cómo mi pequeña crece sin mi ayuda.
-Pero tu me ayudas, me ayudas cuando nadie más puede o sabe hacerlo. A veces saco fuerzas de la nada sólo para imaginar que así estarás feliz. Por eso luego no entiendo por qué no puedo controlar mi imaginación y hablar contigo como ahora.
-Porque yo no soy parte de tu imaginación, cariño. Eso es lo que tienes que entender. Soy real y estoy en ti. Estoy en cada estrella que ves en el cielo aunque las mires enfadada y cierres la ventana. Estoy cuando piensas que no puedes más, y de repente un escalofrío recorre tu espalda y te ayuda a caminar. Estoy cuando termina el día, cuando llegas a casa y me echas de menos. Estoy ahí, delante tuya, a tu lado, mirándote y susurrándote lo mucho que te quiero. Lo que siempre te he querido y que siempre, eternamente, te seguiré queriendo. No soy parte de tu imaginación pequeña, eso es lo que tienes que entender. Venir aquí, contigo, y hablar como lo estamos haciendo solo puedo hacerlo cuando tanto tu corazón como el mío, vuelven estar preparados.
-Abrázame fuerte por favor, abrázame toda la noche.
-Te abrazare toda la vida, mi pequeña.

Feliz 31 de Diciembre, sécate esas lagrimas y regálame una sonrisa.


PD: Como supongo que ya habreis notado, este post tiene una dedicacion especial. Esta vez con llegarle a una persona y sacarle esa sonrisa, habrá merecido la pena escribir cada una de estas palabras.



Mónica Gae.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Propósitos de año nuevo, mamadas aéreas y follar demográficamente.


Estoy en contra de los propósitos de año nuevo. ¡Abajo los propósitos de año nuevo!, ¡muerte a los propósitos de año nuevo!  sdfdslyugdslufdalfgaf

Tranquilos, no es uno de mis episodios psicóticos, todo tiene una explicación:

Cuando era pequeña e inocente, solía ser bastante maniática de la organización en algunos aspectos de mi vida. Uno de ellos era la obsesión de hacer horarios semanales, mensuales, anuales, incluso con las horas de cada día, todo tienia que estar perfectamente planificado. A día de hoy aún me quedan restos de aquella preocupante costumbre, pero una imagen vale mas que mil palabras, ¿no?

(pista: hojas que caen encima del portátil).

Antes de seguir por las ramas y como venia diciendo, cuando se acercaba un nuevo año, me hacia también una lista de propósitos. He estado documentándome en el baúl de los recuerdos de mamá y, a parte de dientes y pelo (de la cabeza, que quede claro), encontré algunas de mis famosas listas navideñas. Y dice así:

Diciembre de 1995. (Yo con cuatro años).

-Quiero un poni.
-Y un perro.
-Y un columpio gigante en la puerta.
-Y una piscina.
-Y un elefante verde con la trompa naranja y que al abrazarlo escupa gominolas.
-Y ya esta.


Diciembre de 2003: (Yo con 12 años).

-Comprarme una guitarra.
-Aprender a tocar la guitarra.
-Que me crezcan las tetas.
-Enamorar a Jorge cuando me crezcan las tetas.
-Decirle a la profesora de Lengua que es una vieja amargada que pronto morirá sola.
-Sigo queriendo un perro.


Diciembre de 2010: (Yo con 19 años).

-Mandar de una jodida vez a Aytor a tomar por culo.
-Vender la guitarra, el bajo y el piano eléctrico.
-Aprender a escalar.
-Dejar de enamorarme de personas con las que nunca me atreveré a hablar.
-Seguir publicando en el blog.
-Hacerme un piercing borracha.
-Ir a Berlín.
-Ir a Madrid y Barcelona.
-Ir a Mojácar.
-Hacer las practicas extracurriculares en verano con Marc viviendo los dos en la misma casa y fingiendo ser famosos solteros con riesgo de sufrir una sobredosis etílica en cualquier momento.
-Ir a la Feria de Albacete


YA PARO. Ahora escribo en prosa.

Los propósitos no valen una mierda. Si de verdad queremos proponernos algo deberíamos levantarnos, plantarnos frente da espejo y decirlo en voz alta mirando a nuestros propios ojos.

Lo gracioso de todo esto, es que cada año dejaba mis propósitos junto al árbol de Navidad, como si quisiera que los Reyes Magos me los pusieran en bandeja o los hicieran por mi. (Un detalle por parte de sus majestades no haber ido este año a Mojácar por mi. O a Madrid, o a la Feria de Albacete. Un detalle no haber mandado a tomar por culo a Aytor por mi, lo disfruté descaradamente. Por lo demás, podríais vender mi bajo eléctrico. En cuanto al blog ya me encargo yo.)

Uno de los propósitos de una amiga para este año que comienza es hacer un trio. A mi eso me da cierto respeto. Demasiadas piernas y brazos encima de un mismo colchón, pero oye, siempre he dicho que en esta vida hay que probarlo todo y asumiré el peso de mis palabras si se me presenta la ocasión. Y con esto llega la gran decisión: ¿con dos tíos? ¿con un tío y una tía?. No me gusta tomar decisiones por anticipado sobre algo que desconozco, así que como ya he dicho antes, habrá que probarlo todo.

Otro propósito que me ha llamado la atención de otra amiga es hacer una mamada mientras se tira por paracaídas. Yo lo he visto peligroso. Ella podría acabar dislocándose el cuello y él con una amputación precoz de su aparato genital.

¿Más? Venga, uno más.

Un amigo (Johnny) tiene el firme propósito de follar demográficamente. Lo ha dejado con su novia con la que llevaba cuatro años con la única intención de hacer esto durante el año que se nos echa encima. Se trata básicamente de follarse, primero, a una tía de cada provincia de España. Cuando lo haya conseguido, pasará su ataque a nivel Europeo, tirándose a una de cada país. Yo creo que inconscientemente quiere pertenecer a la ONU y no sabe por dónde empezar (entenderíais esto sabiendo que estudia políticas). Mi conclusión sobre follar demográficamente es bastante positiva: ¿hacer ejercicio? ¿viajar? En Saber Vivir lo recetarían continuamente si fueran conscientes de sus posibles beneficios.  
Yo, si hiciera esto en alguno de los años sabáticos que me permitirá tener la crisis, escribiría post's detallando cada encuentro, cada víctima. Los llamaría por el lugar de donde son, quedaría misterioso, adictivo y sexual por partes iguales. Por lo demás, Johnny, tu eres de Madrid y yo podría ser “Murcia”. Ahí lo dejo.

¡Besos aéreos y guiños demográficos para todos!

PD: si alguien tiene algún propósito que quiera compartir, en Comentarios os recibiré encantada.

Mónica Gae.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Sexo panorámico.


Son las ocho de la tarde y he quedado con mi ex (llamémoslo Edwar). Por sus últimos movimientos en Facebook juraría que tiene novia. Quedamos para ir al cine, él invita al pase y yo a las palomitas (dulces). Tras diez minutos dando vueltas por el centro encuentro aparcamiento. Aparco. Me coloco los cascos y suena “Ven, fóllame”, maldita sea. He aparcado cerca así que la posibilidad de que termine la canción y me enfríe disminuyen a cada metro. Lo veo a lo lejos. Lleva unos vaqueros caídos y una sudadera verde de Billabong. El pelo le ha crecido bastante y los mechones rubios juegan a caer tiernamente por su frente. Esta guapísimo.

Me acerco y le doy dos besos. Hace tiempo de lo nuestro y, aunque siempre ha sido mi mas jodido punto débil no quedan sentimientos consistentes en ninguno de los dos. Ni el ni yo queremos nada. Me acerco y le doy dos besos, paro el iPod y me pregunta qué estaba escuchando. “Ven, fóllame”, le digo mirándolo a los ojos. Se queda atónito por un segundo y sigo “tranquilo, no siempre le hago caso a todas las canciones”. Se ríe y respira de nuevo. Él va a por la entrada y yo a por palomitas. Y Coca-Cola y gominolas y dos collacs.  

Entramos al cine. Ha elegido una de miedo y yo odio las películas de miedo, pero una vocecilla en mi cabeza me dice que no diga nada. ¿Te gusta? –pregunta. Me encantan –respondo. Empiezan los anuncios y yo me hago la dormida simulando un ronquido. Me dice que no sea tan payasa pero se ríe (simplemente me limito a comprobar una teoría: quiero delimitar el punto exacto en que hacer reír a un tío te lleva a la cama o a ser la amiga enrollada). Sobra decir que pase lo que pase, asumiré las consecuencias.

Empieza la película. Aparece el primer plano de una tía (bastante guapa) y yo le digo que el estrés del rodaje no la esta tratando nada bien). Aparece el primer plano de un tío y me pregunta si a él si lo esta tratando bien. Miro la pantalla por un segundo me pienso la respuesta: “pues también tiene ojeras, esos dos deben haberse pasado la noche anterior a esta escena follando en los camerinos”.

Pasan unos cuantos minutos y pone su mano en el reposabrazos. Mi mano ya estaba ahí, me roza y me pide disculpas. Si se disculpa por un simple roce solo puede significar dos cosas: que esté pensando que yo he podido pensar algo más, con lo cual en su cabeza entraría una pequeña opción perversa, o que sea gilipollas. Y Edwar no es gilipollas. (Punto para mi, o eso creo). Le digo que no me molesta su mano ahí. La deja de nuevo y me sonríe. Me encanta su sonrisa, de hecho, es lo que me enamoró (si, del verbo enamorar) en su día.

Empieza ha moverse algo mas de lo normal y le pregunto si se encuentra bien. Luego miro al pequeño Edwar y lo entiendo todo. Justo cuando muere el noveno extra me mira y me dice que va al aseo, que si tarda demasiado avise a los bomberos y que vayan rápidamente. Sonrío y le digo que no me moveré, aunque dudo de mis palabras.

Pasan 15 minutos y no vuelve. ¿Dijo que fueran los bomberos o que fuera yo? No me acuerdo, será mejor que vaya a ver si esta bien. En este punto es un todo o nada, blanco o negro, sexo en los lavabos o volver con calentón. Llego a los aseos masculinos y asomo la cabeza. Otro chaval me ve y me invita a pasar. “Búscate tu propio ex al que acosar –pienso”. Allí no está Edwar. Me quedo pensando. ¿Se habrá ido? No, no puede haberse ido. ¿Lo habrá llamado su novia? Ni siquiera sé si tiene novia. ¿Me llamará y me dirá que le ha surgido algo?

Una voz a mi espalda me dice si estoy buscando algo. Es él. Respiro aliviada. ¿Estabas ahí todo el rato? –le pregunto. “Es gracioso verte a lo lejos” –me dice. ¿Gracioso como amiga o gracioso sexual? –pienso yo. Maldita canción. Malditas hormonas y maldito gimnasio al que debe ir el protagonista de la peli.

“Quería comprobar una teoría” –me dice. (¡minipunto para él! Me gustan los tíos que comprueban teorías. Me gustan porque yo hago lo mismo). ¿Qué teoría? -La teoría de cuánto tiempo hacia falta para que te levantaras y vinieras a buscarme. Entiendo, ¿y he ganado?. Me sonríe de la manera mas picara que había visto nunca y desaparece metiéndose en otra sala vacía.

Le sigo.

Teoría comprobada.


PD: abstenerse preguntas de si este post es real o no. La intriga siempre es mas interesante. 

¡Besos y guiños cinematográficos para todos! Y recordar, pequeños: ir al cine te ofrece posibilidades de las cuales carece Megaupload.

Mónica Gae.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Dilema moral y sus posibles opciones.


Estoy sola en casa.

Mis padres se han ido de viaje y mi hermano a estas horas debe andar por Málaga diciéndole a su novia cuanto la quiere (besos desde aquí para ambos). Hace dos días, cuando mis padres me dijeron de sus intenciones sobre ruedas, se me plantearon varias opciones para su ausencia corporea temporal. (Míster X, ahora que sabes de la existencia de este blog, podrías seguir sacando mis trastornos psicológicos desde aquí.)

Opción A:

Tengo 20 años, ergo, fiesta skins YA. Podría sobrevivir a base de espaguetis y alguna que otra reserva alimenticia que encontrara y gastarme toda la pasta que me han dejado para que no muera de hambre en alcohol del duro (papa, mama, os quiero pero no soy un animal comiendo precisamente, podría aguantar un año con lo que me habéis dejado). Podría acercarme a Mercadona y hacerle una visita a la sección de mis queridos amores nocturnos: Ballantines Vodka, Ron, licor Caramelo, mojitos y mas Ballantines. Podría robarle a mi hermano su equipo de música, bajarlo al salón, hacer unas cuantas llamadas y preparar las habitaciones para acoger a mis números VIP’s del móvil.

Opción B:

Podría aprovechar el silencio y la tranquilidad para escribir un proyecto que llevo entre manos (“Sócrates fumaba Moby dick”) y el cual necesita precisamente eso, silencio y tranquilidad. Y pitis de la risa, (los cuales ya sea dicho de paso si se hiciera la Opción A, son bienvenidos a mi humilde hogar) y que obviamente, en presencia de los jefes y procreadores de mi ser se hace bastante difícil su uso con el portátil cerca.

Opción C:

Abrir los ojos y darme cuenta de que cuando se me pase la resaca de noche vieja será demasiado tarde para estudiar el primer examen de Enero. (Vale, pasemos a la opción D)

Opción D:

Hacer la Opción 1 pero yo sola. Seria interesante juntar mi introversión con alcohol. Normalmente los frecuento por separado.

Opción E:

Fiesta de disfraces. Oh si, creo que esta seria mi opción preferida. Adoro disfrazarme tanto como ver que la mayoría de la gente lo hace a diario sin darse cuenta. Viviría disfrazada excepto en Halloween, que habría que ir desnudo y todos seriamos mucho mas felices.

Opción F:

No hay opción F. Me he quedado sin ideas. ¿Se os ocurre alguna?


PD: Estreno portátil. Soy Mac-Feliz. (Para cortos de entendederas, si, es un Mac. Concretamente el MacBook Pro de 13”)

PD 2: Acabo de pasar toda una odisea comprándome el vestido para noche vieja. Seguramente después de terminar de escribir esto redacte mi batalla campal y escuchas indebidas (pero interesantes) en los probadores (no os hacéis una idea de cómo esta el mundo. Sálvese quien pueda.)

PD 3: Míster X, lo de la escoba por el culo era metafórico. Solo intentaba explicar lo mas claramente posible que es usted un buen tipo pero que un poco de sexo de vez en cuando relajaría esas formas suyas de aparentar que puede leer a mente de los demás y detectar sus problemas antes de que entren por la puerta. Eso o unos buenos cereales integrales, lo que usted vea. (Saludos a su esposa si elige la primera opción.)

Besos y guiños para todos,

Mónica Gae.

martes, 27 de diciembre de 2011

Mi psicólogo tiene una replica de la polla de Freud.

Todo comenzó hace unos tres meses, a eso de finales de Septiembre. Una amiga (llamémosla Sonia) me llamó un tanto nerviosa porque tenía su primera sesión con el psicólogo. Yo intenté tranquilizarla diciendo que las últimas decisiones de su madre habían sido bastante acertadas (su nuevo marido esta como un queso). Le dije que ella era lo suficientemente inteligente como para no dejar que ningún chalado con título acreditativo pudiera colarse en su cabeza a no ser que ella bajase la guardia voluntariamente. Y Sonia nunca baja la guardia. Ella me dijo que para psicoanálisis existenciales ya me tenía a mí, que un loquero era lo último que le hacía falta a su curriculum y que odiaba a su madre por obligarla a hacer esto. Al cabo de un rato de conversación (y dado mi fobia a hablar por teléfono) le propuse acompañarla a la sesión si con ello dejamos de hablar por el móvil. Respondió que sí. Y así empezó todo.

Llegamos 10 minutos tarde a la sesión. A modo de broma le advertí que en algún momento el psicólogo (al cual a partir de ahora llamaré Míster X, me parece más interesante) soltaría ese rollo de la puntualidad como algo decisivo para empezar a abordar sus problemas personales. Lo dije para liberar algo de tensión, no pensé que fuera a pasar de verdad. Tras unos cuantos minutos buscando su despacho, entramos. Sonia ha puesto una única condición y es entrar conmigo. Yo, que esa tarde no tenía nada mejor que hacer, acepté sin pensarlo.

-Hola, Sonia. Soy Míster X. Contigo no he tenido aun el placer de hablar pero si lo he tenido con tu madre, quien supongo que sabrás, está bastante preocupada por ti.
-Mi madre tiene demasiado tiempo libre.
-Bueno, ya llegaremos a ese tema. ¿Seguro que quieres que ella esté aquí? –le pregunta a Sonia en voz baja y mirando hacia mí.
-Tranquilo, por mi no se preocupe. Me han retrasado la cita para hacerme la cera y tengo toda la tarde libre para escuchar sus seguramente intentos de parecerse a Freud –dije procurando que pillara el sarcasmo. ¿Le gusta a usted Freud, Míster X? ¿Conoce usted a Freud, Míster X?

El tío me mira como si tuviera un pasado sexual sadomasoquista y obsesivo con fotos y textos del susodicho y responde un tajante: “Por supuesto que conozco a Freud, niña. Y si quieres estar aquí será mejor que te limites a escuchar.” Vale, lo admito. Desde que Sonia me dijo que le acompañara se me venía haciendo la boca agua de pensar en que (por fin) podría utilizar mis nocturnas lecturas sobre Freud, Kant, Guski, Berger, Lou Marinoff y otros por el estilo para iniciar profundas conversaciones, pero,  por algún motivo en ese momento solo me apetecía poner a prueba el diploma que tenia colgado en el centro de la pared principal. ¿Y como que niña? Eso lo dice porque no me ha visto en tetas –pienso.

Tras unas cuantas preguntas para tantear la cabeza de Sonia, Míster X comienza a mirar el reloj de manera más continuada. Debe quedar poco. Efectivamente, a los 10 minutos, el obsesivo amante secreto de Freud da por finalizada la sesión. Yo, mismísimo reflejo de un santo las dos últimas horas no puedo evitar desperezarme. Me pregunta si me ha aburrido y le respondo que Sonia nunca me aburre y ha sido ella y no él quien ha estado hablando todo el tiempo. Añado un “pero bonita estatua” señalando un trozo de madera tallada con forma de pene gigante que hay sobre la mesita del café. ¿Es una réplica de la de Freud? Míster X me mira con cara de haberle tocado la fibra sensible (¡minipunto para mí!) y me invita a salir junto con Sonia.

-Ah, y una cosa más, Sonia –dice Míster X a modo de despedida. Te enviaré un formulario con unas cuestiones que debes responder por ti misma. Hablaremos sobre ello en la siguiente sesión. Te enviaré otra copia a ti también, Maya. Si vas a venir más a menudo quiero saber qué  clase de trastornos  de conducta parece haber dentro de tu cabeza.

Yo me quedo sorprendida pero respondo.

-Si lo que tienes es la esperanza de detectar mis puntos débiles te escribiré los problemas psicológicos que me he autodetectado a lo largo de mi vida en la primera frase que escriba.  Si quieres los resalto en negrita y aumento el tamaño del Times New Roman, así puede jugar usted más tiempo el pequeño GRAN Freud de madera. (Aunque sigo hablándole en tono sarcástico, me hace muchísima ilusión que me incluya en sus sesiones, no parece mal tipo aunque si se aflojara un poco la corbata y se sacara la escoba del culo transmitiría más confianza)



PD: Me dispongo a enviarle un email a Míster X diciéndole que voy a publicar nuestras conversaciones en un blog. Llega un momento en que los psicólogos solo ven trastornos mentales y/o traumas infantiles haya donde miran. A eso de Octubre (aunque algún día lo contaré  mas detalladamente), Mister X me dio un consejo el cual pensó que nunca seguiría:

“Si piensas que poniéndote los cascos en mitad de la Universidad te aíslas del mundo estas muy equivocada. La gente sigue ahí, y si levantas la mirada puedes comprobarlo por ti misma. Los cascos dejaran de darte seguridad cuando sin ellos, un día, seas incapaz de atravesar apenas 100 metros desde el parking hasta clase. Deberías trabajar en tu introversión y escribir un blog, para ti sería la mejor terapia.”

Me gustó bastante lo que dijo (supongo que por llevar razón) y empecé a escribir este blog. Publicaré algunos de nuestros mails y algunas sesiones Sonia-Maya-Míster X. Pero no pienso quitarme los cascos cuando salga a la calle.



Besos y guiños para todos (esta noche racion doble a psicólogos y apsicologados).

 Mónica Gae.  


domingo, 25 de diciembre de 2011

La Navidad me pone cachonda -dijo mascando un chicle.

Estaba escribiendo un post bastante profundo sobre un tema que me ronda la cabeza bastante últimamente, pero me siento totalmente obligada a cambiar la temática y guardar en borrador el otro texto.

Hace apenas diez minutos he llegado a casa tras darle una vuelta al perro. Nada más llegar y aprovechando que ya me había hecho un poco al frio de la intemperie, he aprovechado para hacerme un piti de esos que dan risa y jugar otro poco con la fierecilla. Y entonces, ZAS. Señal divina, acontecimiento inédito, destino, casualidad, voluntad suprema: ELLAS.

Ellas” son dos chonis que frecuentan la calle que hay frente a mi casa. Esta noche, como todas en las que he coincidido estar fuera, las he oído llegar a considerable distancia con esta elocuente conversación:

“Ehque la Andrea tiene lo que se merece, si ereh puta ereh puta y luego no te puedeh enfadah si tu novio te dice que ereh puta.”

Vergüenza debería sentir Sócrates de no haber podido conocer a tan supremas criaturas. Pobre.

Pero no saquéis conclusiones todavía, esa frase sólo dio paso a que activara mi deschonizador y poner en alerta mis cinco sentidos. (Ahora que lo menciono, una noche oí a hablar a “Ellas” de que en realidad teníamos seis sentidos, pero sólo las mujeres y que estaba el “potorro” pues con su “potorro” sentía mucho y de eso debía venir la palabra “sentidos”). Claro, joven promesa de la biología humana, claro. El caso es que hoy se han parado justo en mi acera, y yo, que estaba en mi puerta pero separada visualmente por una hiedra bastante espesa (gracias por este estupendo campo de invisibilidad, mamá, dónde irá a parar la capa de Harry) he podido escuchar toda la conversación y por tanto, estoy en el deber de informaros sobre este acontecimiento como poco, sociológico:

Una de ellas se llama Araceli, (no es que me guste especialmente este nombre, pero no creo que te dejaran entrar en uno de esos selectos grupos de seres humanos con tal etiqueta). Sus amigas la llaman “Cheli”. (¿Veis? A esto me refería. Con este, si.) La otra se llama Antonia, y por lo que he podido escuchar en estos encuentros fortuitos, le llaman Tonia, aunque todo el mundo le dice La Tonia. Como es costumbre entre estas extrañas criaturas, deben hacer una rima fácil y sencilla con su nombre con la que firmar las farolas del pueblo (esto me recuerda bastante a mi perra, cuando para en cada una de ellas a marcar su territorio. Yo lo dejo ahí.) “La Tonia rubika keh te dah pika pika”, dice en mi farola mas cercana. No entiendo muy bien a qué se refiere, pero ahora sé qué deben de sentir los chimpancés cuando ven a su alrededor supuestos seres superiores de bata blanca y con extraños utensilios empleando un idioma desconocido para ellos.

La Tonia y la Cheli hablaron sobre la Navidad. Sobre el Jonatah y sobre el Nano. Sobre el cinturón que llevarían por falda el día de noche vieja y sobre el nuevo piercing del pezón de La Isaka. Si os parece, quiero centrarme en el tema de la Navidad, por eso de que parece que hoy pega bastante, ¿no?.  Pues bien. A los 20 minutos de tal intensa conversación, han llegado a la conclusión de que se encuentran más cachondas con tanta luz roja por la calle, con tanto villancico y con tanto papa Noel.

A ver. Podría llegar a entender lo de las luces rojas, por aquello de la pasión, del consumo, de los carteles y pancartas epilépticas y demás pero, ¿villancicos? ¿Papa Noel? Tías, estáis enfermas si de verdad os pone cachondas ver a un viejo de mas de sesenta años, canoso, gordo y cantando lo que parece los restos de un orgasmo mal fingido (oh oh oh!, para los menos enterados). Y no me hagáis hablar de los villancicos, por favor. Lo cantan críos por lo general de menos de diez años. Esas canciones hablan de cómo la Virgen lavaba en la fuente y de cómo los padres del niño Jesús aceptan sustancias de tres extraños que llaman a su puerta. (Versión oficial: oro, incienso y mirra.)

De verdad, tengo muchísima curiosidad, ¿a vosotros os pone cachondos la Navidad? Yo por lo general estoy más feliz, me encanta pasear por las calles de la ciudad en estas fechas y (no os riais) adoro pararme en la plaza de la Libertad a observar las caras de los niños mientras se quedan embobados viendo el teatrillo de muñecos gigantes que todos los años monta El corte Inglés en una de sus paredes laterales. ¿Pero cachonda? Joder, no sé. Voy a tener que replantearme porque a mi libido sexual no le pone a cien ver a Papa Noel mientras se escuchan villancicos de fondo.

PD: Feliz 25 de Diciembre, besos y guiños para todos, y ya sabéis, “Navidad, navidad, dulce navidad… oh oh oh!”.

Mónica Gae.

En directo y con detalles: "PUTO PICHA FLOJA DE MIERDA"

Buenas,

Voy medio borracha así que este es un post temporal, ya lo actualizare revisando faltas de ortografia y frases sin sentidos, pero no me puedo acostar sin escribir esto:

Son las nueve de la mañana y acabo de llegar a casa. Esta noche me he peleado. Por primera vez en mi vida me han tocado la única fibra de la cual respondo de demasiada mala manera: mi sombrerito. Todo empezó a eso de las cinco y tantas de la madrugada, cuando haciendo un video, un grupo de subiditos quiso dárselas de chulos de turno. Uno de ellos, llamémoslo Sr. Metro y Medio de Minúscula Polla discípulo del Clan Me gusta Mamarla, decidió no sólo quitarme mi prenda mas preciada, si no llevársela corriendo a la otra punta de Murcia. Luminata. Yo, que nunca me había visto en esa situación de súbita impotencia y rabia, no sabía muy bien cómo responder. Pero respondí. Afortunadamente, Maica, que iba nosotras, le había preguntado a uno de los Me Gusta Mamarla a dónde se dirigían. Yo, ante tal información y conteniendo mis ganas de destrozar algo, me dirigí (junto a mi ejército) hacia el sitio en cuestión. Cuando llegamos estaban todos allí, yo reconocí a una de las chicas (pues todos los demás era como poco, comunes de cara) y así empezó todo. Los siguientes veinte minutos los resumiré en una pequeña batalla campal medio grabada en video y terminada con el Sr. Metro y Medio de Minúscula Polla retorciéndose de dolor tras haber recibido un rodillazo en su minúsculo carnet de padre. Jódete, cabrón. Mi sombrerito no me lo toca ni Dios.

Por lo demás, la cena de noche buena fue genial como todos los años: mi madre, mi padre, mi hermano, mi abuela y yo. Muchas risas y poca seriedad. Terminamos a eso de las 12:00 y yo había quedado con las chicas a la una. Cuando nos reunimos todas debían ser más o menos las dos de la madrugada (bastante temprano al decir verdad).  Empezamos con mojitos cargados de más traídos directamente de la reserva Piqueras, seguimos con Ballantines y acabamos robando alcohol a mansalva. Como dato más que curioso, diré que me encontré con alguien a quien admiraba de lejos desde hacía unos cinco años y con quien nunca me había atrevido a hablar, llamémoslo Isaac. Pues bien, mis amigas desaparecieron y yo me quede a solas con él y un par de amigos suyos. Demasiado perfecto todo, supongo que fue nuestro mutuo estado etílico, quién sabe. Intercambiamos nuestros números y prometimos agregarnos al facebook. Ahora voy directa a la cama porque en pocas horas tengo comida familiar (resaca,  déjame dormir) pero prometo agregarlo y/o aceptarlo en los próximos días.

Vale. Mientras escribo esto me acaba de agregar. (Muahahaha).

Ahora a sobarla que aquí la maestra va aún bastante perjudicada.

Besos y guiños para todo el mundo.

Mónica Gae.

sábado, 24 de diciembre de 2011

En directo y con detalles.

Acaba el año y con ello mis ganas de seguir atascada en el pasado. Este blog va a dar un giro de 180º grados, en seco y sin anestesia. Tenía escrito el siguiente post del capítulo 17, pero por primera vez desde que publico aquí, me daba miedo publicarlo por las consecuencias que pudiese tener. A finales de noviembre (justo al subir el último capítulo), recibí una llamada de un número desconocido. Era Aytor. Me dijo que había encontrado mi blog (tres hurras por ti, Aytor, después de nosecuantos meses publicando –pensé) y me dijo si pensaba seguir contando la historia tal y como pasó. Le dije que omitiría información si era lo que le preocupaba, y que encantada de volver a hablar con él tras 11 meses, también. Me dijo que tras leer todos los capítulos sentía que necesitaba pedirme perdón. Perdonado. Me dijo que por aquel entonces no podía controlar lo que en su momento hacia y que sentía mucho haber actuado de aquella forma. Perdonado, repetí. Me dijo que me veía distinta, más directa y más distante. Le dije que en septiembre paso algo que me hizo ver las cosas de manera diferente. ¿Diferente como qué? –preguntó. Diferente como que ahora puedo escribir en voz alta que fuiste un autentico cabrón bipolar, que me hizo ser a mi bipolar y que gracias a sus juegos retorcidos ahora creo con total seguridad en que todos tenemos una cara que intentamos ocultar. Me preguntó que cuándo saldría mi próximo capítulo y qué diría exactamente. Le dije que no se preocupase, que no contaría que al volver a la ciudad quedamos, hablamos, y terminamos en la cama. Que no contaría que en la cama no hicimos nada porque acabó  llorando tras contarme que había dejado embarazada a Anna, su compañera de piso anoréxica de Montpellier. Tranquilo, que no diré nada y nadie lo sabrá.

Afortunadamente la historia con Aytor (aunque la estuviera publicando cronológicamente ahora) sucedió hace justo un año. El día que lodejamosparasiempre fue el 31.12.10, justo después de las campanadas y la última vez que escuché su voz (hasta la llamada del mes pasado) fue en Marzo de este año, que fuéprecisamente cuando volvió a la ciudad y me contó su tierna y precoz paternidad. A partir de entonces (obviamente) han pasado más personas por mi vida, más historias y más iniciales que iré contando cuando venga al caso y no como si estuvieran sucediendo en este mismo instante.

En este mismo instante acabo de llegar a mi casa después de dejar para último minuto todas y cada una de las compras de navidad, para no variar de año en año. En este mismo instante tengo dos sonrisas en la cara, una porque en plena calle de Sto. Domingo me he cruzado con mi primer, trágico y platónico amor (en ese orden) con el que sé que algún día terminaré volviendo. (Añado que hemos acordado una cita informal sin fecha la cual tendré que proponerla yo, así que alguno de estos días os recordare esto.) La otra sonrisa viene por otra de esas historias curiosas que al parecer sólo me pasan a mí: Estaba en el mostrador de El Corte Inglés buscando el regalo para el tierno de mi hermano. En una de las cajas estaba una dependienta hablando con dos chicos altos, vestidos ambos con vaqueros, camisa y chaqueta negra. Por su físico hubiese jurado que eran modelos (y por el aire cargado de ego que rebosaban, también). Cuando por fin he encontrado el regalo perfecto, he ido a pagar casualmente a la caja en la que ellos estaban. Casualidades de la vida, ya sabéis. Desgraciadamente, nada más llegar yo, ellos se estaban despidiendo. La dependienta de la cajera era la madrina de uno de ellos, y no me preguntéis cómo, me ha acabado vendiendo el regalo y envolviéndome a su ahijado. Se llama Fernando, tiene 19 años (nunca lo hubiera dicho) y está soltero. Junto con el ticket me ha dado su número de teléfono y me ha dicho que es un chico de lo mas encantador. Yo, que no podía estar más colorada en ese momento, le he dicho que su ahijado le odiaría si por su culpa conociera a alguien como yo. Ella se ha reído diciéndole a su compañera de la caja de al lado “es que me encanta para él”. Yo no he aceptado el teléfono. Sin embargo le he dicho que suelo ir bastante por allí. 

Y con esto finalizo el primer post en directo y os deseo unas Felices Navidades a todos, no os atragantéis con el pavo y recordar, que después de comer tanto, siempre es aconsejable hacer ejercicio. (Guiño guiño y hasta mañana).

Mónica Gae.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

capitulo 17


Eran las ocho de la tarde de los primeros días de Febrero. Cuando Amie pronunció aquellas palabras no pudo decir nada. Sintió como su voz se congelaba creando millones de aristas que rasgaban los en vano intentos por reaccionar. “Aytor ha vuelto a la ciudad, Maya. ¿Qué vas a hacer?” Un nudo en la garganta le impedía respirar y el latido de su corazón se aceleraba con cada segundo. Escalofríos punzantes recorriendo su espalda. Apenas pudo controlar sus manos buscando las llaves del coche, tenía que llegar a casa cuanto antes.

-Ni hablar, no vas a ir a buscarlo.
-Amie, déjame. Necesito hablar con él, saber por qué se fue sin más aun sabiendo lo que eso suponía.
-Maya, joder, sabes de sobra lo que ocurrirá. Te pedirá perdón tantas veces como haga falta para volver a tenerte. Y volver a mentirte y volver a irse.
-Quizá le ocurrió algo. Quizá tuvo razones. Fui yo quien lo bloqueó de cualquier medio para ponerse en contacto conmigo.
-Y fue él quien cambió de móvil cuando decidiste llamarlo. Quien cambio de correo y cerro su cuenta en el facebook.
-Ya sabes cómo eran nuestras peleas, Amie. O todo o nada, siempre en extremos, en blancos o en negros. Siempre hemos tenido demasiado orgullo.
-No. Él siempre ha tenido demasiado orgullo. Tú deberías buscar el tuyo, no te reconozco. Esta noche te quedas en mi casa te guste o no. Duerme y descansa o pásate toda la noche en vela escribiendo, desahogándote o ahogándote aun mas, pero te quedas. Mañana, en frio, volvemos a hablar.


(….)


Noche en vela Parte I:

Estoy perdida. Perdida y sin saber a dónde ir. Supongo que por eso te sigo buscando, Aytor, ya ni siquiera sé si te conozco. Deberías verme ahora mismo, tengo el corazón envuelto en un trapo de astillas. Es como una bala que ha perdido el rumbo y me alcanza cada vez que creo saber quién soy. Saber quién eres. Son las cuatro de la mañana de lo que parece la noche más larga de mi vida. Mañana fingiré tener valor.  


Y mientras el humo de la última calada entraba en sus pulmones, se consumían como aquel cigarrillo, sus esperanzas. Necesito gritar, gritar a todo, a nada. A todos y a nadie. A mí misma. El frío del invierno ha conseguido colarse en todos sus sueños. Ya no siente, ni piensa, ni llora. Y cómo avanzar -dice, si cada paso es un nuevo obstáculo que no quiere vencer. Si pensar en esto es sumergirse en infinitas preguntas que no quiere responder. “Ojalá no te hubieras ido, -piensa. Ojalá tan solo hubiésemos terminado”. Todo sería más fácil. Todo tendría, aunque sólo fuera, un poco más de sentido. Pero te fuiste, y aceptarlo debería ser el primer paso. Luego, mirarte a los ojos. Olvidarte nunca estuvo entre mis planes, pero ahora, paralizada ante cualquier atisbo de tu regreso, mentiría si dijera que quiero besarte. Lo que quiero es olvidar tus labios. Recordar tus consejos nunca fue tan complicado. Nunca, como cuando no quiero escucharlos. Recuerdo cuando decías que si forzaba el puzle las piezas no encajarían. Supongo que si me vieras ahora, pegando con superglú los trozos de nuestra historia, tampoco tú podrías reconocerme. Nunca me había alejado tanto de la persona que suelo ser. De lo que soy. Y ahora, frente al espejo, tiemblo al ver en lo que me he convertido. En lo que a cada minuto me convierto más y más. Un peluche de trapo con el que el destino prueba su suerte. Dime, ¿..qué hago ahora, si he olvidado por completo las instrucciones de mi vida?. Un mar repleto de dudas sin saber nadar. Al menos antes, navegabas conmigo. Ahora en cambio me pregunto dónde acaba esta marea, cuándo para la tormenta. Quizá no seas tú el problema, Aytor. Quizá he inventado la necesidad de necesitarte por miedo a naufragar. Contigo como objeto de todas mis noches, dejo a un lado lo demás. Lo que debería apreciar. Si te doy mis besos y tú apartas la mirada. Y con sólo una caricia fuera de la carta, te marchas de mi vida sin decir nada. Es la más dolorosa de todas las jugadas, saber que apuestas mi sonrisa a una mano robada. La que decide si esta noche me llamas o me dejas, vienes o te vas. Si. Pensar en que tú eres el peor de mis problemas o la mejor adicción que acabará conmigo, es el camino fácil que desde hace ya sesenta noches, recorro sola. Una travesía cuesta abajo. El reto de llegar viva al otro lado, sin volante, ni frenos, ni tus manos. Porque buscarte a ti es la mejor escusa para no encontrarme a mí. Y verme, con los ojos cerrados y sin apenas luz, en lo que nunca habría deseado convertirme. Alguien sin voz y con el único deseo de gritar a todo, a nada. A todos, y a nadie. A ti, y a mí.

(….)

Mónica Gae.




domingo, 20 de noviembre de 2011

capitulo 16

¿Sabes? De pequeño nunca me creí los cuentos que mi madre me leía. En lugar de dejarme dormido, conseguían sonsacarme un sinfín de preguntas que luego me dejaban mirando al techo durante horas. ¿Por qué el príncipe tiene que ser azul y la princesa rubia? ¿Por qué nadie escucha a bruja? Quizás lo único que quiere es un poco mas de protagonismo. ¿Por qué siguen montando a caballo y enamorándose en un bosque lleno de animalitos salvajes totalmente domados? Deberían actualizarlos un poco, ya sabes. Cambiar el castillo por el bar de siempre, el caballo por un Nissan cualquiera y los paseos por el prado por intentos de caminar rectos haciendo paradas en cada portal.

No sé qué o quién te ha destrozado tanto para que tengas que irte de esta manera, pero ojala sea consciente del daño que te ha hecho para no volver a repetirlo. Si pudiera, te retendría una noche más y me inventaría un cuento –pero uno de los buenos- para que volvieras a creer en ellos. Seguramente yo sería el malo, el azul nunca me ha quedado bien, pero te aseguro que acabaría enamorando a la chica del aeropuerto amante del ballantines (véase nuevo concepto de princesa) y, bueno, no habrían castillos con doncellas ni malvadas madrastras pero, conozco una playa preciosa a pocos minutos de mi casa en Oeiras.

Francis.


(….)


-Por favor, parece que tengas un imán para todos los empalagosos del planeta. Dejando a un lado las ganas de potar que me acabas de provocar, dime que lo llamaste nada mas leer la carta.
-No nos dimos los teléfonos.
-¿Pero qué cojones pasa contigo? ¿Ni Facebook? ¿Correo electrónico? ¿Nada? Llevas años describiéndome lo que buscas en un tío, y cuando llega el Edward Cullen versión portuguesa, vas y lo dejas ..así, sin más?
-Amie, joder. Pensaba que estarías de acuerdo. Tu siempre dices que en el fondo son todos iguales, que tienen los valores calcados como fotocopias y que por mucho que aguanten, un día les cambia el chip y se vuelven gilipollas.
-Eso es básicamente la experiencia de mi vida, Maya, si te digo eso es porque no quiero que tu también pases por lo mismo. Pero vamos, ¿estás de broma?, los tíos que a ti te gustan no tienen chips. Tienen un osito de peluche empalagoso y lleno de ñoñerías a modo de corazón y rebosan frases de Federico Moccia por cada poro de su cuerpo.
-¿Y qué me dices de Aytor? El también parecía perfecto. De hecho el único defecto que tuvo fue desaparecer.
-No me toques los cojones, Maya. Aytor era sentimentalmente inestable y lo mismo te quería que te odiaba en cuestión de minutos.
-No digas eso, por favor. Eso no. Aytor nunca me odio. Tenía sus momentos y su forma de querer, pero  me quería.
-Te juro que no tenía intención de decirte nada, Maya, pero, no sé, quizás no deba decírtelo, nadie le tiene tantas ganas a ese tío pero..
-Suéltalo ya, ¿Qué pasa?
-Anoche fui a tu casa a por el vestido que me dejé y me lo encontré apoyado en tu puerta. Aytor ha vuelto a la ciudad, Maya.

¿Qué vas a hacer?



(….)



Mónica Gae.

jueves, 17 de noviembre de 2011

capitulo 15


Nadie cambia en cuestión de días. Nadie.

Son las tres de la mañana de cualquier día de Enero, de los últimos. El termómetro ronda los cuatro grados y, completamente sola, tirita de frio. Quizá de miedo. Pero salir de aquella manera de esa habitación no era algo que pudiera elegir. Necesitaba un felicesparasiempre aunque el parasiempre solo durase un día. Una noche.  Apenas hay estrellas y el suelo de aquel portal esta húmedo, frio. Temblando y sin apenas sentir la punta de los dedos, consigue alcanzar la pitillera. Bendito vicio mortal y amargo.

-¿Te puedo acompañar?
-Francis. Vuelve al hotel, por favor.
-Perdona, tenía que intentarlo una última vez. Toma esto, ábrela cuando puedas leerla tranquilamente. Me alegra haberte conocido, Maya. De verdad. Me acordare de ti en cada escala alicantina que tenga que volver a hacer.


(….)


El coche esta tan congelado como mi interior –piensa. Son las cinco de la mañana, y tras veinte minutos en el coche recuerda sus últimos meses. Yo no he hecho nada para merecerme esto. No he hecho nada para tener que sentirme así, para tener que comportarme así, joder. La angustia que ahora es dueña de su estomago solo la había notado una vez antes, Aytor.

[..Aytor… ¿Qué será de ti ahora? ¿Qué estarás haciendo en este mismo instante? ¿Te seguiras acordando de mi? ¿Por qué desapareciste de esa manera? Yo te quería, Aytor, te quería de verdad.  A veces creo que aun te quiero, cuando me acuerdo de cómo tocabas la guitarra en el sofá mientras yo intentaba distraerte para que te confundieras. Cuando me reía de tu pelo por las mañanas y tú te ponías rojo. Mi Rosácea favorita..  ¿Sabes? Creo que añoro incluso nuestros peores momentos, tus días bipolares y los míos. Cuando me decías que en realidad no querías quererme, que te arrepentías de haberme conocido y que sabias que, cualquier día, me iría sin más. Sin avisarte. Desaparecería. (Suena muy irónico ahora.) Pero sobre todo echo de menos el final de esas discusiones. Porque eras tú el primero que lloraba, y venias a abrazarme pretendiendo que te diera fuerzas, dejando bien claro que cuando se te pasara la tontería, seguiríamos con la pelea. Te juro que daría mi vida por poder olvidarte, Aytor..]

Las imágenes de los días con Aytor la han paralizado. Ahora mismo ni siquiera está pendiente de la carretera, no ve ni escucha nada, como en las películas en las que de repente se para el sonido y aparece un primer plano de los ojos de la protagonista, con la mirada perdida a lo lejos. Frena de golpe. Dos coches pasan pitando a su izquierda mientras gesticulan con el brazo, uno casi rozando su retrovisor. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué coño acaba de pasarme? Reacciona. Tengo veinte años y la sensación de haber muerto cientos de veces. Las palabras te echo de menos son las cuatro puñaladas más eficaces que jamás ha probado su piel. La frase “nunca olvides tus errores” se acomoda ahora en el asiento de al lado. Para no olvidarlos antes has debido cometer alguno. Sin avisar, un bostezo le invade el rostro susurrándole las fuerzas para pronunciar estas palabras: El único error que he cometido, es pensar que podía sacarte de mi vida saliendo ilesa. El único error que he cometido es coger el coche y pensar que con cada kilometro me alejaba de ti, mientras me perdía un poco más en el laberinto de ningún lugar. El único error que he cometido, es pensar que si seguía cavando aparecería en la otra punta del mundo y tú no estarías allí.

El último, es haber salido de aquella habitación.


(….)


Mónica Gae.


sábado, 5 de noviembre de 2011

capiutlo 14

Fue justo en el instante en que mis manos rozaron las suyas. Justo entonces me di cuenta de que no podría parar. De que no quería parar. Quizás fueron los cinco ballantines y aquella peculiar gelatina  de vodka. Quizás. Aunque quizás eso no tuvo nada que ver. Sus ojos eran imnotizantes, si, ellos fueron los culpables. O aquel gorrito semicaido que le dejaba unos pocos mechones de pelo castaño a la vista. O aquella nariz que fruncía a cada sorbo de Gin Tonic como un niño pequeño al tomar jarabe. Definitivamente, habían demasiados posibles culpables como para señalar a uno solo como responsable de este capítulo.

-¿Dónde vamos?
-¿Confías en mi?
-Dímelo tú,  ¿…debería?
-Sí.
Subimos las escaleras de aquel hotel haciendo de cada rellano nuestro propio rincón donde explotar. Sus labios eran mucho más suaves de lo que parecían a simple vista. Besos al unísono de una canción inventada. Es ésta, habitación 218. Justo entonces, un esbozo de realidad asaltó mi mente. Me separé de él unos centímetros y lo miré a los ojos. Brillaban. Preciosos. “…necesito que me prometas algo antes de entrar ahí. Necesito que lo prometas y no puedes preguntarme el qué. Al menos por ahora.” Se apartó lentamente y pinceló una pequeña sonrisa. “Me encantas. Sea lo que sea, te lo prometo.”

Mis manos jugaban con su pelo entre besos mientras nos acercábamos a la cama. En mi cabeza sonaba tomorrow never interrumpida por susurros fatigados. Ésa es la mejor música.
-¿Debo temer por la promesa que te he hecho?
Esta vez fui yo quien se apartó unos centímetros dibujando una leve sonrisa, pícara. –Eso depende de lo que escondas tras toda esa armadura intocable de seguridad y encanto. De si es real o sólo una fachada.
-¿Intocable? Creo que tus manos no opinan lo mismo.

(….)

Es media noche, han pasado once horas desde que entramos a la habitación. El mini bar ya esta vacío y, como estudiante de enfermería diría que hay un riesgo más que probable de inminente deshidratación. Nunca había merecido tanto la pena hablar con un desconocido  –pensé. Tiene un lunar justo al lado del ombligo, hacia abajo y a la izquierda, del que creo que me he enamorado. Su piel es pálida como la porcelana, perfecta. Podría jurar haber contado cientos de diminutas pecas repartidas por todo su cuerpo.  Mi nueva constelación. Tiene una cicatriz en la tibia y un tatuaje detrás de la oreja  ไม่เคยลืมความผิดพลาดของคุณ

-¿Qué pone?
-Eso nunca se lo he dicho a nadie. ¿Cuándo podré saber lo que te he prometido?
-Justo antes de marcharme, ten paciencia. Quizás lo que pasa es que nadie antes ha merecido saberlo.  

(….)

Supongo que ahora es cuando me reinvento. Cuando me autoconvenzo de que soy totalmente distinta de la persona que era cuando pisé el aeropuerto. El insomnio estaba acabando conmigo, la soledad de la noche únicamente comparada a la soledad de mi alma. Quizás sea verdad. Quizás realmente haya cambiado. Lo único de lo que tiene ahora miedo es de poder pagar el precio de llevar las riendas. Un precio en forma de puñal que clavara en todo aquel que ose conocer su nombre.
-Me llamo Maya. Es lo único que puedes saber de mí. Sin apellidos, ni teléfonos o una dirección. Necesito saber que puedo hacer esto antes de desaparecer por completo. La promesa es simple. Después del último beso saldré por la puerta y no podrás seguirme. Yo no volveré a buscarte y esto quedara como algo perfecto. Efímero y perfecto.
 -Sea quien sea la persona por la que estabas llorando en el aeropuerto, veo que ha destrozado por completo uno de los corazones más puros que jamás había conocido. Si esquivas el dolor eternamente tu corazón quedara tan blindado como frágil. Maya, si algún día bajas la guardia morirás con el roce de un solo rasguño.  ¿De verdad merece la pena?
-Sí.
-“Nunca olvides tus errores”. Es lo que pone en mi tatuaje.

(….)

Mónica Gae.

miércoles, 26 de octubre de 2011

capitulo 13

Son las 10 de la mañana de cualquier día de enero. Pronto harán 7 horas desde que decidió coger el coche. Si no se hubiera acabado el maldito tabaco estaría felizmente durmiendo en mi cama –piensa.

-Un Gin Tonic por aquí, por favor. Y para ella..  ¿ron coca-cola?

-Disculpe al finolis con acento raro, nos acabamos de conocer e intenta quedar bien. Póngame un whisky con redbull.

Se llama Francis Vieira da Fragoso, tiene veinticuatro años y hace una semana se declaro a su novia tiene veintidós años y está soltero. Iba de camino a Madrid, a ver la Europea, en la que le han ofrecido una beca. Su idea era estar un par de semanas y luego visitar la universidad de Ferrara, en Italia, y la de Montpellier, en Francia. “Es lo que tiene quedar el primero de tu categoría tres veces consecutivas. Los demás nadadores parecían tortugas a mi lado”. Y  tú eras el modesto delfín, ¿no?
Tiene el pelo castaño claro, los ojos marrones y un gorro verde. Lleva una camiseta gris y unos vaqueros rotos. Debe medir 1,80 por lo menos. Tengo que reconocer que le sobran aires de meadoroconlocura, pero le da ese toque inalcanzable que está consiguiendo meterme en su juego. Quizás no sea un juego. Quizás sea una trampa. “Una de esas trampas etílicas en las que pierdes las bragas –diría Amie.”

-Pónganos otros dos, por favor. Y gelatina de vodka.

-¿intentas emborracharme? ¿Gelatina de vodka, estas de coña?

-Intento sacarte la dichosa sonrisa. Y si puedo, aunque esto lo dudo bastante, que me cuentes la razón por la que estabas así hace un par de horas en el aeropuerto.

-Déjame hacerte una foto. Algún día te mencionare en mi blog y tienes razón, no conseguirás que te cuente nada.

-Entonces te cambio la foto por tu pañuelo. Así tendré un motivo para perder el avión la próxima vez que tenga que hacer escala aquí.

-Sonríe a la cámara –le dije mientras le acercaba su gelatina de vodka.






¿Nos vamos de aqui?

(….)

Maya, joder, ¿dónde te has metido? Me llamó Marc preocupado, diciéndome que venias a Londres y que no contestas sus llamadas. ¿Se puede saber qué te has tomado? ¿Por qué venias a Londres? ¿Dónde estás ahora? Han pasado ya tres vuelos procedentes de Alicante, y la chica del mostrador dice que el próximo es dentro de siete horas. Me estoy empezando a preocupar enserio, Maya. Devuélveme la llamada en cuanto oigas esto, por favor.
Maël.

(....)


Monica Gae.

capitulo 12


-¿Te encuentras bien?

Tres. Tres palabras. Tres palabras y un desconocido a cincuenta minutos de cualquier lugar al que salir corriendo. ¿Qué coño estoy haciendo con mi vida? Se suponía que debía tener valor para, por lo menos, intentar sacarte de mi vida.

-No. No estoy bien, ¿acaso estas ciego? Tengo veinte años y estoy a punto de perder las riendas de mi vida por completo, tengo los ojos encharcados y estoy completamente sola en un jodido aeropuerto. Dios, ¿a ti te parece que este bien?
-Me llamo Francis.
-Y yo nomeapetecemoriramanosdeunextrañoestanoche, encantada. Oye, enserio, gracias por preocuparte, no quiero parecerte gilipollas pero me gustaría estar sola. Solo me faltaba ahora ponerme a hablar con desconocidos.
-Bueno, te propongo un trato. Dame 10 minutos y si consigo sacarte una sonrisa me quedo tu pañuelo, al fin de al cabo, se te había caído.  Si no, me subo a mi avión y no te vuelvo a molestar. ¿Qué dices?
-Si resultas ser un psicópata en busca de adolescentes a las que vender en el mercado negro, también me devuelves mi  pañuelo, ¿está claro? Tienes diez minutos.
-Allá voy. Mi nombre es Francis y tengo veinticuatro años. Nací y crecí en Portugal, aunque mis padres son naturales de aquí. Hace cinco veranos conocí a la mujer de mi vida, en Oeiras. Pensarás que estoy chiflado, pero te aseguro que nunca había estado tan seguro de nada. Hace una semana  le compré el anillo más bonito del mundo, era perfecto. Cuando fui a ponerme de rodillas, después de quince minutos del discurso tequerréparasiempre comenzó a llorar. Al principio pensé que era la emoción –en las pelis pasan esas cosas. Pero no. Cuando se calmo me miro a los ojos y me dijo que hacia un par de meses había conocido a un tío, que se habían enamorado. Un par de meses. La verdad es que se parece bastante a ti, solo que ella es rubia. Una hija de la gran puta rubia. ¿Se dice así, no?

-Sí, se dice así. Y oye no te ofendas, pero tienes el sentido del humor en el mismísimo si pensabas que me iba a reír de esa historia, pero buen intento ¿eh?, que fuera rubia casi lo consigue.

-Bueno, no te ofendas tú pero sobre la marcha supe que no te habria sacado esa sonrisa, asique improvisé esta historia suponiendo que así me invitarías a un trago. ¿Lo he conseguido?


(….)

A veces es necesario salir de tu propio cuerpo para poder respirar. Para poder mirarte desde fuera y ver lo patético que resultas. Que resulta todo. Tú, yo. El nosotros que me creí como una idiota de quince años. Es como si me hubieran hecho una brecha en el corazón. Y mientras cualquier mínimo roce con el exterior me desgarra el pecho, puedo observar como sale absolutamente todo mi interior hacia fuera, dejándome vacía de todo lo que un día me compuso. Es la manera más directa de estudiar tu propia anatomía, ¿sabes? A estas alturas podría operar mi propio corazón con un bisturí, un par de gasas y tres botellas de whisky.

(....)

Mónica Gae.

miércoles, 19 de octubre de 2011

capitulo 11

Son las tres de la mañana de cualquier día de enero. Su insomnio se ha terminado la caja de tabaco y no sabe muy bien qué hacer. Podría acercarse al chino de la esquina. También podría dejar de fumar –en enero pegan este tipo de cosas, o eso dicen. También podría subir a hurtadillas a la habitación de su compañero de piso y tomar prestado algo de munición. Si, definitivamente, opción C.

-¿Marlboro? Joder. Esto sí que es morir con clase. Con clase y sin pulmones  –corrige mentalmente.  El reloj se acerca sospechosamente a las cuatro, debería irme a dormir.
 Mañana llamaré  a Marc. O a Maël. De repente, un escalofrío le recorre por completo la nuca. Marc. Maël. Amie. Ha estado tan centrada en el adiós de Aytor que había olvidado por completo la noción del tiempo. –No puedo esperar a mañana. Ni hablar. Sin pestañear y con la respiración semicortada, busca las llaves del coche. Sin dirección, sin teléfono y sin miedo.
-¿Dónde vas?  –le susurra una vocecita en su cabeza.  -A tirar los restos que me quedan del pasado. A cumplir de una vez un propósito de año nuevo.

-¿…diga?
-Marc, soy yo.
-¿Qué pasa? ¿Joder, Maya, qué hora es?
-Da igual, Marc. Vístete, te espero en en la calle Correos, donde siempre, en diez minutos.
-¿Estas loca…pero qu….. –Comunica. Ha colgado.
-(..)
-Joder Maya, ¿Qué pasa?. Me estas asustando. He salido de casa corriendo.
-¿Haces algo en los próximos 40 minutos?
-¿Aparte de matarte y morirme yo después de sueño?
-Eso otro día. Ahora te invito a un chocolate y me despides. Me voy a Londres.

Y así, en el momento que menos hubiese imaginado, estaba pasando página. Quemando cada capítulo del libro que empezó hace demasiado tiempo, que debía haber cerrado. Esta eufórica y sin embargo sus ojos reflejan calma. –Menuda orgia se deben estar montando mis sentimientos ahí dentro –se dice. El reloj roza las seis menos veinte y el termómetro apenas alcanza dos grados. Los coches pasan a su lado recordándole el paso del tiempo. Cada tic-tac. Pronto verá a Maël y necesita pedirle perdón. Quedan unos cuarenta minutos para llegar al aeropuerto, ya está cerca. Se agacha con cuidado y logra alcanzar el bolso, tras unos tanteos, encuentra su pitillera. Delicioso y amargo vicio. Tras la primera calada, los mismos escalofríos que le hicieron subir al coche ahora aumentan conforme se multiplica el sonido de los aviones.  Suena el teléfono, es Bonie. Marca la tecla de “colgar” y sigue sin quitar ojo de la carretera. Su miedo intenta hacerse paso.  -Tienes que parar, ni siquiera tienes los billetes. No lo va a hacer, no puede. Si malgasta esta oportunidad volverá a caer en el fondo de ese jodido pozo lleno de vodka Kneep de 3,99 del que solo puedes esperar la peor resaca. Desde luego no dará marcha atrás.

No es consciente, aun no. Pero desde el mismo instante en que decidió salirse de la cama, nada iba a ser igual. Un nuevo guion para soñar. El capítulo en que ella, volvía a jugar.

[Señoras. Señores. Hagan sus apuestas.]



(…)


Son las siete de la mañana de no-cualquier dia de enero, de ese dia. Mirando la pantalla con cientos de vuelos siente ganas de llorar. Tantas posibilidades le están asfixiando. La libertad sabe mejor cuando sabes que alguien ira en tu busca si te escapas. A por Maya no iria nadie. Esta completamente sola en quince mil quinientos metros cuadrados. La cola va llegando a al final, le toca a ella. “¿Dónde va?” –le pregunta la asistente. Las palabras han decidido volverse a Murcia. ¿Qué le esta pasando? ¿Por qué no puede mover un solo musculo? De repente una lagrima timida comienza a encharcar sus ojos. Se disculpa ante la chica y poco a poco se aleja del mostrador. Nunca se había sentido tan perdida. Cierra los ojos y desea caer al suelo para levantarse pasado todo. Pasado esto, el dolor. La angustia, las ganas de huir. Necesita un milagro, aunque le bastaría la cuarta parte de la suerte de Marc. Necesita saber qué necesita.

-Disculpe, -le susurra una voz desconocida- se le ha caído el pañuelo.


(…)


Mónica Gae.