domingo, 29 de abril de 2012

Delirios de tu boca justo antes de dormir.



Hoy, como cada noche, he mirado el móvil justo antes de meterme a la cama. Me he quedado en pause por un momento y he tenido que encender otra vez el portátil. Tenía que escribir esto.

Echo de menos tener un whatsapp tuyo diciéndome lo mucho que te encantaría abrazarme hasta que sonara el despertador. Echo de menos hacerme la dura y que me ablandaras con sólo un beso. Echo de menos reírme de ti cuando hacías el tonto, que te rieras tu de mi cuando lo hiciera yo y llamarte patoso.

Últimamente me olvido de todo menos de pensarte.

Creo que quiero aislarme de momentos como este, de pensar en ti teniendo una hoja en blanco cerca. Escribir todo lo que llevo dentro y no poder borrarlo. Escupir como si fuera fuego que te quiero, que aun te quiero. ¿Sabes? Creo que lo que más echo de menos, ante todo y con infinita diferencia, es despertarme en mitad de la noche y darte un beso con cuidado. Poner mi mano sobre tu pecho y sentir que sigues respirando. Acariciarte lentamente captando cada detalle de tu cuerpo y volver quedarme dormida escuchando los latidos de tu corazón.

Esta noche me haría falta un mensaje tuyo diciéndome que me quieres, que aun me quieres. Que me echas de menos o, simplemente, que estas pensando en mi. Aunque solo sea un poco, a lo lejos. Muy, muy poco.

...me bastaría.

(Aunque supongo que sólo es la falta de sueño, no me hagas demasiado caso. Buenas noches...)



Mónica Gae

viernes, 27 de abril de 2012

Impaciente brillo de media Luna




Perdóname, Diciembre. Perdóname por haber besado otros labios, buscando los tuyos. Perdóname por haber acariciado otra piel, por haber creído escuchar tu voz. Perdóname por mi impaciencia, por fundirme en otras sábanas. Mi mirada nunca ha dejado de buscarte, te sigue buscando. Con cada amanecer y en sueños,

sólo te busco a ti.

Perdóname por haber creído querer a otro corazón, ilusa de creer tenerte. Todas mis lágrimas te pertenecen, soy tuya. Te pertenece cada centímetro de mi alma, mi cuerpo, mis sueños y mi futuro. Te pertenezco desde el primer momento en que latió mi corazón. Desde la primera sonrisa, el primer fracaso y la última noche. Nuestra noche. Por eso te amo y por esto te espero.

Te espero, aunque aun no te conozca porque sé que estas por ahí. Te espero hoy, te esperaré mañana y el resto de mi vida. Porque un día serás mío y podré decirte,

..... que te quería mucho antes de saber que existieras.

 

Mónica Gae

 PD: Habrá videos que sólo los suba al canal, estar atentos :)

miércoles, 25 de abril de 2012

Profilaxis sentimental





Supongamos que.. esta noche, con el peso de mi orgullo podría comprar cualquier avión que me alejase de ti lo suficiente como para no sangrar cada vez que menciono tu nombre.

Supongamos que el sólo hecho de escribir tus iniciales desgarran mi pecho con la intensidad necesaria como para morir por ello. Supongamos que esto no lo estoy escribiendo en el coche, completamente sola a las cuatro de la madrugada, mientras decido si arrancar o llamarte, aún no sabiendo las cifras que componen cada uno de los números tras los cuales escucharía tu voz.

Escúchame tu a mi..

Porque te he echado tanto de menos que podría jurar asociarte más al dolor que a cualquier otro sentimiento. ¿Y sabes? Supongo que en el fondo te lo agradezco.

Pues  la intensidad con la que conseguiste matarme hace de cada noche una nueva necesidad de escribir.. o romperme, de lo contrario,  como cristal que dice no ser frágil.

Créeme, si en tu nombre hago metáforas con el humo de cualquier cigarrillo es porque consigues matarme lenta y dolorosamente. Y supongo que por eso me gusta recordarte en cada calada que me acerque al sabor de lo que un día fueron tus besos.

Me pregunto si los seguirás dando con esa dulzura tuya que siempre te diferenció de resto. Si algún día volverás a mi vida para darme otro, o el primero de tantos últimos.
Supongamos que, decido empeñar mi orgullo, tragármelo y cedérselo a mi garganta, supongamos que me atrevo a decir en voz alta que te echo de menos. ¿Volverías? Supón que no hay día en que no me acuerde de ti, y cada vez que te pienso tenga que distraerme con cualquier tontería para poder parar.

Supongamos que me atrevo a decirte algo… ¿reaccionarias? ¿Crees que merece la pena suplicar una sola palabra de tus labios? Perdona, ni siquiera sé lo que estoy diciendo. No conozco el tono de tu voz y ya estoy inventando escusas para poder besarte. Para querer parar, y seguir, y parar.
Y así seguir haciendo de mi vida una jodida noria defectuosa de la que ya no puedo bajar. En la nadie quiere subir.

¿Subirías tú sabiendo que en cualquier momento podría derrumbarse? ¿Te sentarías conmigo sabiendo que podría ser la última experiencia de tu vida?
Bienvenido a mi mundo..  donde cada gesto podría ser el último. Donde cada texto podría ser el final de un cuento en el que por supuesto.. no hay príncipes, ni princesas, ni castillos encantados pero sí mazmorras.

Porque escribirte a ti se ha convertido en una historia en la que los dragones intentan escalar por la torre en busca del beso que despierte al fuego que quemó su garganta.

Quémame tú a mí, despacio si eres tú quien sostiene el mechero. Yo prometo no quejarme.

Prometo dejar de suponer que existes para escribir en voz alta que mis manos han logrado envolver a tu cuerpo. Prometo dejar de suponer…

Que escribiéndote esto, llegaré a conocer algún día el nombre hacia quien van dirigidas todas, y cada una de estas palabras..

Dime, ¿te atreves a suponer todo esto conmigo o prefieres esconderte tras la pantalla de ese ordenador?

…perfecto


(Supongo que en el fondo lo sabía..)


PD: Publico desde nuevo canal, en este publicaré cosas del estilo del vídeo que acabáis de escuchar, y otros más cortos que no publique aquí en el Blog. Asi que, si os gusta y no os importa vuestra integridad auditiva, se aceptan suscriptores y comentarios y.. por supuesto, que lo compartáis donde y con quien queráis (a mí me sacais una sonrisa muy tonta con cada una de esas cosas)

Nombre del canal: algunosmellamanBeta


Mónica Gae.

viernes, 20 de abril de 2012

Para ti


Hoy os leo yo.

Escrito en el autobús en lo que duraba el recorrido y grabado en cinco minutos en casa, siento la mala calidad del sonido (y mi voz no ayuda demasiado) pero me apetecía sorprenderos con algo diferente.



 Ya me direis si os gusta :)

A ti, que no te conozco pero te quiero, que entraste en mi vida en el minuto exacto en que pudo latir mi corazón, a ti, que aunque suene extraño te conozco, pues he besado una eternidad de labios pensando que eran los tuyos, y he creído mirar cientos de ojos ajenos creyendo estar mirándote a ti.

A ti, que te escondes en cualquier ciudad, y jugamos a encontrarnos en cada esquina que teme ser nombrada. Que me acerco y... cuando estoy a punto de atraparte, cambias de cuerpo y desapareces.

Porque te estoy escribiendo a ti, y ni siquiera sé el color de tus ojos. Porque daría lo que fuera por saber si son oscuros, castaños, verdes o azules. Porque daría lo que fuera por saber a qué sabe tu piel, qué forma tienen tus caderas.

Porque me matas cada vez que creo haberte encontrado, convirtiéndote en el humo de cualquier cigarrillo cuando me atrevo a fumarte. Fúmame tú a mí, yo me quedaré para siempre en un rinconcito pequeño de tus pulmones sin hacer demasiado ruido, y llámalo como quieras. El piti antes de un examen, el del café, el cigarrillo de después y las caricias que ello conlleva.

Llámame nostalgia por querer tenerte a una edad tan temprana, llámame locura, bipolaridad, esquizofrenia, pero esta noche daría mi vida por conocer la tuya.

Dime, ¿Cuántos lunares tiene tu espalda? Quiero deslizarme por cada uno de ellos, dejando un suave rastro de éxtasis que puedan llevarme hacia tu cuello. Y una vez allí engañar al lóbulo de tu oreja, haciéndolo mío durante horas. Que poco a poco conozca mi lengua y.. en un descuido, llegar a tu boca. Quiero recorrer tu vientre haciendo un alto en cada gemido, quiero plasmar ese sonido en mi tímpano y recordarlo cada vez que tenga que echarte de menos.

Quiero hacer de tus piernas mi propio parque de atracciones, y que suban, y que bajen, y que me hagan sentir que el tiempo y la velocidad son tan relativos como las ganas de tenerte según sea de día o caiga la noche. Que las sábanas serán nuestro refugio en los días de lluvia, y de sol, y de viento. Y cada vez tengas frío, prometo convertirme en tu verano. Te podrás bañar en mi playa nudista cada vez que quieras, yo seré tu bandera roja, ese remolino en el agua para sumergirte en el delirio y el morbo más peligroso y adictivo que jamás hayas conocido, la arena que se cuele en cada recoveco de tu cuerpo.

A ti, te estoy escribiendo a ti, seas quien seas. Estés donde estés. Porque algún dia te encontraré y serán tuyas mis manos, mi boca, mis ojos. Y no podré volver a escribir en ningún lugar que no sea tu espalda, jamás querré dejar de mirarte mientras duermes. Y levantarnos con cosquillas, y hacer el café mientras te enciendes un piti, y contarnos los sueños aún medio dormidos, y despertarnos con una ducha en la que vuelvas a hacerme tuya.

Tuya, soy tuya, sea cual sea tu nombre. Sea cual sea el acento de tus labios o el tono de tu piel. Soy tuya y aún no te conozco, pero... algún día lo haré.

Porque cada vez estoy más cerca, y he estado casi segura de tenerte en infinitas ocasiones aunque el aire se haya encargado de expandir tu perfume así como el tiempo borrará la tinta de estas letras. Porque no fuiste tú el que jugó a buscarme en el puerto, ni fueron tus manos las que recorrieron mis piernas, ni fuiste tú quien me secó las lágrimas en aquel avión ni quien me regaló una pulsera un día de feria. Pero sin embargo, cada minúscula parte de mi pasado me tienen hoy escribiéndote canciones, inventándome acordes.. o diciendote esto. Porque cada paso que di con quien creí que eras tú, me acercan a escuchar tu risa,

A conocer tu nombre, el color de tus ojos, el tacto de tu piel, las atracciones de tu cuerpo. Tú serás mi montaña rusa y yo la niña que espera en la cola, callada, tímida y a veces demasiado romántica, pero tú seguirás siendo mi montaña rusa.

Y yo... ya estoy esperando en la cola.



Mónica Gae.

martes, 17 de abril de 2012

Sueños con insomnio.


Ha sonado el despertador y mi cabeza dice que sigues aquí, poniéndome nerviosa y consiguiendo que mi mirada sea incapaz de mirar tus ojos. No, no quiero mirar tus ojos, no quiero enamorarme tan fácilmente. 

No quiero tocar tus manos porque sin conocerlas, quiero que sean las únicas que acaricien mi piel cada noche, y no estoy segura de poder controlarme si me rozas antes de tiempo.

¿Sabes esos sueños en que todo parece tan real, tan, tan real, que al despertar, necesitas unos minutos para pensar y darte cuenta de que todo ha sido producto de tu imaginación?

En mi cabeza, tú eres así. Así te describiría ahora mismo. Necesito unos minutos cada vez que hablo contigo.

¿Realmente eres como dices ser? ¿….como pareces ser?

Yo en realidad soy muy, pero que muy corriente. De las que se enamoran en contadas ocasiones pero en cuestión de segundos. De las que cruzan una mirada con un desconocido, y necesitan parar unos segundos para deshacerse de la taquicardia que le acaban de provocar unos ojos completamente ajenos.

Tengo tus ojos clavados en mí y ni siquiera te he mirado. ¿Eres consciente de lo estúpido que suena eso? Porque yo sí, y lo volvería a escribir.

Quiero besarte lentamente y captar cada minúsculo detalle del momento, que todo se pare y la ciudad comience a girar a nuestro alrededor. Quiero que el sonido de los coches se detenga y sólo escuche los susurros de tu boca pegada al lóbulo de mi oreja. Pero lentamente, muy lentamente.

¿Y si paramos el tiempo cuando eso ocurra? ¿Y si dejamos que ocurra?

Qué idiota puedo llegar a ser cuando escribo y de fondo suena una acústica lenta. Ni siquiera sé si querrás besarme. Ni si quiera sé si querrás tocar mis manos, rozar mi piel.  Parar el tiempo conmigo.

¿Hasta qué punto es sano idealizar a alguien? ¿Cuándo deberíamos parar? ¿Y tú, serías capaz de parar?

Yo no, no creo.

En mi cabeza todo lo normal puede convertirse en una escena de la mejor película con sólo cerrar los ojos, el problema llega cuando hay que volver a abrirlos.

¿Y si no los abrimos nunca?

A veces pienso que vivo de mi imaginación. Pero qué quieres que haga, allí todo puede cambiar con sólo desearlo. Cada momento tiene su canción, y siempre, siempre hay una canción. Allí no bajo la mirada, no necesito más seguridad de la que invento tener. Allí, en mi cabeza, estas tú y estoy yo.

Allí, ahora, te llamas Dorian y tienes la piel más suave que jamás he tocado. Allí, ahora, te llamas Dorian y sería capaz de hipnotizarme con tus ojos eternamente. Allí te besaría cada noche, cada mañana, en cada momento que tú quisieras. Allí, ahora, te llamas Dorian y existes.

Pero esta amaneciendo y ha llegado el momento de salir de la cama. De abrir los ojos y descubrir que todo ha sido parte de un sueño, 

...o abrirlos y descubrir que sigues aquí, diciéndome que vuelva a la cama, que me acurruque entre tus brazos




…y sigamos durmiendo diez minutos más.



¿Qué parte prefieres? 



Mónica Gae.

sábado, 14 de abril de 2012

Empújame.


¿Cuánto de ti hay frente al espejo? ¿Cuánto te dejas en él al salir cada mañana?

Prejuicios, normalidad, complejos. ¿Tan difícil es dejarnos ver tal y como somos? ¿Tanto nos gustan los disfraces?

En lo que pueden dar de sí 15 días ocho personas han entrado, por así decirlo, en mi vida. Unas con invitación, otras por la cara. Pues bien, este texto es para una de esas personas.

Tú no sabes cómo soy, no puedes saberlo. ¿Cuánto de mí crees que me dejo en cada cubata? ¿Cuánto cuesta mi corazón? 
Al parecer, si es con Redbull, cinco pavos.

Lo cierto es que a cada sorbo me siento más segura. Lo cierto es que, con cada chupito, me alejo más y más de la persona que suelo ser.

Y tú, que no sabes esto, me invitas a otro más.

Perfecto. Ahora dejo de ser un simple bicho raro para ser un bicho cualquiera que intenta bailar al son de cualquier canción.

¿Así te gusto más? Te asustarías si me vieras por dentro.

A mí no me gusta la música si no la elijo yo. A mí no me gusta Pitbull, Don Omar y la madre que los parió. ¿Conoces a Zetazen? ¿Conoces a Ruidoblanco? ¿Conoces esta canción? Bienvenido a mi mundo. ¿Ahora te gusto un poco menos, verdad?

Eh, pero tú no te inmutes, que esto lo estoy escribiendo medio borracha. Así que aprovecha, que mientras aún voy con cierto grado de alcohol en el cuerpo sería capaz de reconocer cualquier cosa. De escribir cualquier cosa. Pregúntame. ¿Qué quieres saber de mí? Te prometo que me quito el disfraz.

Lo cierto es que, últimamente, me pierdo con cada segundo que el reloj decide pasar. Es como si me hundiera en un mar que yo misma estoy creando. Mi propio mar de lágrimas que nadie ve, supongo.

¿Te vienes conmigo? ¿Nos hundimos a la vez?

Necesito que me empujes por la puerta de mi propio miedo. Necesito que me digas que seguirás ahí si me descubro, si dejo que me veas. ¿Seguirás ahí, o prefieres tomarte esa copa?

Perfecto. Supongo que yo también. Que sea Ballantines, por favor.

Ni te imaginas lo acojonada que estoy de mí misma estos días. De lo que podría ser y no soy. De lo que los demás quieren que sea y yo, como un títere, finjo ser.

¿Y si nos saltamos las normas por un rato?

¿Y si cerramos los ojos y fingimos que haga lo que haga, no pasará nada?

¿Y si finges que me quieres en tu vida aunque sea una tapadera para entrar yo en la tuya?

Quiero entrar en tu vida, en tu mundo. Quiero ser de carne y hueso, quiero ser real y que nadie me juzgue por ello.

Porque creo que me he vuelto adicta a ti y tú ni siquiera te has dado cuenta. Porque me descubro viendo tus fotos y tú ni siquiera te lo imaginas. Porque con cada una de ellas, desearía más y más tener valor y quitarme este antifaz.

¿Y sabes lo mejor?

Que seguramente tú ni siquiera leas esto y si lo haces, no podrías imaginar que hablo de ti, así de imbécil soy a estas horas de la noche. 




Mónica Gae.

domingo, 8 de abril de 2012

De oreja a oreja.

Hoy estoy feliz. 

¿Sabeis esos momentos en que sin venir a cuento, algo te hace click en la cabeza y no puedes aguantar las ganas de sonreír? Pues más o menos estoy así. Soy una yonki de la oxitocina, de la cocacola y de la cafeína.

Anteayer quedé con un amigo, Aaron. Grabamos nuestra segunda canción y nos pasamos la tarde entre risas, música y guitarras en un parque al que le dio por llover (quizás eso de que estuvieramos "cantando" tuvo algo que ver). 


Ayer, me propusieron hacer una estupidez enorme con la cual mi dignidad se iría al carajo y que por supuesto, acepté. La dignidad ocupa demasiado y con tantos ojos al final nadie acaba viendo nada -pensé yo. La apuesta, para colmo, incluía alcohol. No diré más, al final teneis el vídeo.

Y hoy, me han dejado tirada en el aeropuerto. Como lo leeis. Tirada cual perrito esperando que su dueño vuelva. Ahí estaba yo, esperando para recoger a alguien, con la cámara enfocando la puerta de llegada, cientos de personas que entraban, salían, y yo, ahí. Esperando mi persona. Enfocando a un montón de caras felices y sonrientes llegadas desde Londres, y nada. Y tic-tac y tac-tic, y nada. Y tres horas después, siguió siendo nada.

Pero esa sensación, la de un cocainómano puesto de polvos blancos, un yonki en cualquier parque, un cafeinónano en Starbuck, esa sensación, esa, la felicidad sin precedentes, seguía estampada en mi cara.

Hace tiempo leí un libro llamado "Ponte los pantalones de fiesta". No es gran cosa, pero el título ha sido básicamente la frase que más me he repetido cuando algo ha ido mal. Y eso he hecho. 

Ahora, acabo de llegar de una cena estupenda con las personas que más quiero querer en este mundo, y aunque me haya pasado el día dando vueltas (al final) sin ningún resultado, sigo teniendo una sonrisa ocupando mi boca. Empieza a ser preocupantemente estúpido, 

pero os la quiero contagiar. 




     Reíros conmigo, o de mí, pero reíros. ¡Quiero escuchar risas!



PD: cuando estoy feliz no suelo escribir. Esto es algo así como mi desahogo personal y vosotros mis múltiples psicólogos. Y sería una tontería ir al psicólogo para contarle lo estupenda que es tu vida, ¿no?. Aún así, no tardaré en volver a necesitar aburriros con mis palabras moñas. 

Mientras tanto sólo me queda deciros....


¡Besos y guiños para todos! 

Mónica Gae.

martes, 3 de abril de 2012

Ladrón de guante blanco.


Necesito girarme en plena noche y sentir que estas aquí, a mi lado. Necesito acariciarte mientras duermes, poner mi mano sobre tu pecho y asegurarme de que sigues respirando...

¿Sigues respirando?

Hace tanto tiempo que no escucho tu voz que creo oírla en cualquier lugar. Las agujas del reloj se acercan a las cuatro, y sin ganas de si quiera intentar dormir únicamente pediría una cosa. Una palabra que se escape de tus labios y me ayude a seguir. Un mensaje que se cuele entre las líneas de mi espalda.

Llámame, aunque sólo sea para devolverme a mi estado original, justo antes de conocerte. Justo antes de tener todo cuanto hubiera deseado, justo antes de perderte. Ni en mil palabras podría describir todo lo que te llevaste, el dolor que me desgarra al escribir estas palabras.

Devuélveme el valor, ni siquiera estoy hablando de orgullo. Quédatelo, quédatelo todo. No necesito seguir fingiendo que soy de piedra, que no me afectas. Sigues doliéndome tanto como el primer día, cuando te llevaste todo cuanto tenía.

Hacías tan fácil la posibilidad de regalarte todas y cada una de mis piezas, que nunca imaginé volverlas a necesitar. Y ahora, tumbada en ningún sitio se me clavan los segundos como astillas en el pecho. No puedes imaginar el dolor que he conseguido exprimir de cada recuerdo.

Hace demasiado tiempo que me desintegro.

Y no puedo moverme, y tú, no estás aquí para evitarlo. Se suponía que debías coger mi mano, sostenerla fuerte y levantarme de cada caída. Sin embargo, son casi las cuatro de la madrugada de cualquier día de Abril y sigo tropezando con cualquier obstáculo que lleve tu nombre, que me recuerde a ti.

Sigo perdiendo poco a poco todo lo que soy con la esperanza de encontrarte. De que me encuentres, o de acabar con esto. Fingiendo tener un corazón de hielo cuando en él siguen talladas nuestras iniciales.

Nunca dejé de amarte y tú nunca quisiste que lo hiciera. ¿Por qué me hablaste aquella noche? ¿Por qué quisiste conocerme?

Dijiste que era la nostalgia y te acercaste en aquel bar, dijiste que mi silencio retumbaba en tu cabeza como la mejor canción. Te acercaste y sonreíste. Sonreíste y me robaste todo lo que hoy no tengo, ganas de ser yo sin ti. Ganas de empezar de nuevo.

Ganas de olvidarte. 



Mónica Gae

domingo, 1 de abril de 2012

Uno, dos, tres...


Digamos que ella se llama Sofía y él Mario.

Mario esta apoyado en la barra del bar. Su postura transmite confianza, en una mano sostiene una copa y en la otra el móvil. A su lado están Javier y Carlos, sus amigos del instituto. Ellos bromean con otras dos chicas, las dos son rubias de ojos claros, seguramente extranjeras. Javier le da un codazo a Mario pero éste no aparta su mirada del teléfono. Bebe un trago de Ron e intenta unirse a la conversación.

A las doce y media entran Sofía y sus amigas al bar. Tras un rodeo consiguen una mesa para cuatro, cerca de la barra. Esa noche Sofía no tiene demasiadas ganas de nada, por lo que su capacidad para ausentarse en sitios públicos aumenta de manera importante. Tras unos minutos deciden pedir algo para beber. Sofía se ofrece para ir a por las copas.

-Dos Ron con Coca-Cola y un Ballantines con Red Bull, por favor.

Sofía conoce al camarero y éste le atiende nada más verla. El camarero bromea y ella le ríe la gracia. Es la primera sonrisa que regala hoy.

A su lado esta Mario, con la cabeza en su propio mundo sin prestar demasiada atención ni a sus amigos ni a las chicas.

Sofía roza a Mario y se disculpa. Mario se gira y cruzan miradas. Son la una menos cuarto y ésta vez la sonrisa, se le escapa. Con las copas en la mano, Sofía se queda paralizada por un momento. Mario no puede parar de mirar sus ojos, el móvil le vibra y ni siquiera se da cuenta. Sofía tiene el pelo castaño y lleva unas gafas de pasta azul oscuro. Mario lleva una camiseta gris del mismo color que sus ojos y tiene el pelo lo suficientemente largo como para taparle la frente de manera desenfadada.

Para ambos, la música se ha parado, en el bar sólo están ellos y la luz acompaña a creer en aquellos cuentos infantiles, en los finales felices. En las películas donde nada parece real, en el amor.

El amor..

Mario piensa que no existe y Sofía daría su vida por sentirlo en su corazón. Ella cree que es un regalo y él que es invisible, un fantasma para cuentos de hadas. Sin embargo, ninguno es consciente de nada ahora mismo, el tiempo se ha parado. En el bar, sólo están ellos.

-¿Te ayudo con las copas? –le pregunta Clara a Sofía, que se acerca al ver que tarda demasiado.
-No, no, tranquila. Estaba esperando el cambio, había mucha gente.

Sofía vuelve a la mesa con sus amigas sin poder dejar de mirar hacia la barra. Hacia Mario. Es una sensación extraña, casi como si pudiera escuchar los latidos de su corazón, lo que esta pensando, lo que esta sintiendo. Mario ha guardado el móvil. Sus manos, desde este momento, pertenecen a Sofía. O eso imagina. Se bebe la copa de un trago y saca un paquete de Lucky Strike del bolsillo trasero de su pantalón. Lo hace lentamente, esperando que Sofía se de cuenta y salga también a fumar. ¿Fumará? –piensa.

Sofía siente un escalofrío recorrer su nuca y saca la pitillera que le regaló su hermano. Sus amigas no fuman, con lo que se sale sola a los pocos segundos de salir él.

Con la luz de la calle se aprecia mejor cada detalle. Él tiene el pelo oscuro, ondulado. Es unos diez centímetros más alto que ella y tiene la piel aterciopelada.

La de ella, tirita.

Están a pocos metros, la música del bar aún se escucha y el humo de los otros fumadores le hacen compartir el mismo aire. Casi pueden sentirse el uno al otro. Sofía se enciende el cigarro luchando por volver a la realidad. Sus manos tiemblan y no hace frío. Con cada calada, el miedo de volver a dormir con el dolor le hacen más y más pequeña.


El tiempo parece haberlos paralizado, todo se mueve a cámara muy lenta y ella intenta mover sus pies sin ningún resultado. La cobardía lleva ahora las riendas de sus pasos y han decidido quedarse inmóviles. No podrá aguantar un solo rasguño más o se romperá en pedazos, es sólo instinto de supervivencia.

Mario la mira tímido mientras sus labios inspiran el humo de aquel cigarro. Nunca antes había sentido tanta curiosidad por unos ojos ajenos. Los de ella, verdes, ahora imaginan que su presente reune el valor suficiente para olvidar el pasado. Para vencer al miedo. Para dar un paso.

Para decir en voz alta, lo que las palabras callan en su corazón de miedo. Lo que tantas mentiras intentaron destruir.

Sólo tiene que cerrar los ojos, contar hasta tres, y volverlos a abrir.




1, 2, 3….

Mónica Gae.