miércoles, 3 de junio de 2015

¿Nos tomamos un café?


Siempre he creído que es mejor callarse que mentir, y que puestos a hablar, la única opción es decir la verdad. Y yo quiero contaros algo, prometo no cruzar los dedos.

Dejé de tener ganas de publicar, que no de escribir. Por eso, seguí escribiendo y dejé de publicar.

Nunca he despegado los pies del suelo ni me he creído mejor que nadie, jamás me consideraría por encima de ninguna persona, y creo que quien me conoce un poquito, puede dar fe de ello.

Tampoco diría que soy escritora, si os soy sincera, no creo que sepa escribir, lo que sé es contar historias. Historias personales, con sentimientos personales y hechos reales que me han pasado a mí o han salido de los poros de mi piel. De mi piel, nunca de otra. Eran palabras que necesitaba sacar fuera de mi cuerpo, era el único modo de desahogarme; desahogarme era la única razón, el único motivo.

Creo que por eso, en su día, llegué a tantos oídos.

Puede que ningún catedrático diga nunca que lo que yo escribo sea poesía, pero nadie podrá decir que lo que yo escribo no es verdad.

Nunca quise ser conocida ni seguir ninguna moda, de hecho, cuando tuve la oportunidad de serlo, decidí quedarme quieta, muy quieta y desaparecer. De eso vosotros sois testigos. Era algo que iba en contra de todos mis principios.

Y estos puntos he creído conveniente aclararlos antes de nada. 

¿Os apetece un café? ¿Un té? 

Yo un bombón con leche fría y un hielo, por favor. 

Tenía ganas de volver, echaba de menos esto, a vosotros, a todas esas personas que sin conocer siento que conozco, pero toda historia tiene un pero. No me considero una persona lo suficientemente fuerte como para hacer oídos sordos a según qué comentarios o echar la vista a un lado en según qué situaciones.

Hablo aquí de la batalla entre lo que hacía y hago público y lo que intento mantener privado.

Tengo suerte, muchísima suerte. También tengo que decir esto muy alto y muy claro. Nunca me he topado con nadie con malas intenciones ni con nadie que hiciera o dijera algo con el fin de hacer daño, pero lo cierto, es que hay veces, en que ni yo misma logré trazar una línea lo suficientemente clara como para separar esas dos fronteras.

Vuelvo a repetir aquí lo que he dicho hace un par de frases: echaba de menos esto, os echaba de menos.

Y por eso, por esto, mientras aprendo a volver a abrirme en canal sin salir herida, todo lo que escribo, se queda en mi habitación. Pero con fecha de salida.

Y mientras esa fecha se hace cada vez más cercana, quiero seguir contándoos cosas al oído, siempre que queráis, claro.

En los últimos diez meses he leído prácticamente más que en los últimos cinco años de mi vida, y me muero de ganas por enseñaros algunos de esos libros que en su día cayeron en mis manos y hoy quiero que caigan en todas las vuestras.


El proyecto es el siguiente:

Abriré en mi canal de siempre de Youtube un nuevo apartado en donde recitaré textos, fragmentos, poesías que me han hecho sentirme de nuevo viva todo este tiempo, que evitaron que me hundiera con mi propio barco.

Y por supuesto, para ello, se especificará el autor o autora y libro de donde sale.

Pero aún hay algo más: quiero que vosotros participéis.

Quiero que me recomendéis libros, textos, lo que sea que os haya removido por dentro. La única condición es que no pueden ser de la persona que lo recomienda. Esto es por una sencilla razón, y es que el objetivo de este proyecto es compartir lo que algún día os tocó a vosotros de lleno el corazón, no quiero que se convierta en un medio para hacer publicidad sólo a unos pocos, y así, al mismo tiempo, puedo ser objetiva e imparcial. Es el modo más justo de hacer esto que se me ha ocurrido.


Espero que os guste la idea, y si os gusta, que me dejéis seguir contándoos al oído todas y cada una de las palabras que han pasado por mis manos y que, poco a poco, me han hecho ser quien soy.

¿Preparados?

Apaguen sus teléfonos móviles,
pónganse los auriculares,
enciendan luces de ambiente
y cierren los ojos.



Mónica Gae.