Te busqué como se buscan
los objetos perdidos:
-sin demasiada esperanza.
Hicimos el amor
como si no fuera aquella
nuestra primera ni nuestra última intención,
como queriéndonos dejar algo
para después,
para luego,
para nunca.
Te escribo ahora,
tarde como siempre,
porque
ya
sabes
que
no
sé
escribir
en según qué tiempos verbales.
Te escribo ahora porque te he perdido,
tal y como estaba calculado
-el minuto antes de encontrarte.
Perdona, por tanto, si ahora sí me permito enamorarme de ti.
Ya
sabes
que
nunca
me
han
gustado
las
personas,
hasta que las hago personajes.
Ahi, entonces,
-aqui,
sí sé amar
y besar
y follar
y tratarte como te mereces:
-bien y mal.
Sobre el papel no hay caricia que se me resista
ni se fingen los orgasmos
ni los susurros de después.
Aqui puedo describirte con tan sumo cuidado
como si de volver a crearte se tratara.
Puedo hacer que digas
exactamente, lo que quiero escuchar,
puedo hacer que quieras quedarte,
y soltarte cuando yo decida echarme atrás.
Te escribo,
ahora que no te tengo
porque
es
la
única
manera
que
sé
de
tenerte.
Aqui, sobre el papel,
eres tal y como imaginé,
no tienes defectos,
-y las virtudes las invento,
Aqui te creo yo
basándome en tu molde
pero partiendo desde cero.
esculpiendo tu silueta
como se esculpen las figuras más perfectas:
con la lengua y los dedos
y las manos y los ojos
y tu pelo y el mio
y tu piel y mis gemidos.
Te he conseguido hacer tan real
que casi te creo con los ojos abiertos
-que casi te quiero,
y es perfecto.
Tú no hace falta que vuelvas,
ni para irte
ni para quedarte,
y no es que no te eche de menos
es
que
desde
que
te
has
ido,
por fin te tengo.
Mónica Gae.
...escribir empieza cuando ya has olvidado qué es lo que te asustaba, pero aún tienes miedo.
viernes, 21 de diciembre de 2012
sábado, 3 de noviembre de 2012
Neruda, tenemos que hablar.
"Digamos con cautela, en contra de Baudelaire, que en
poesía no todo es previsible y al componer se eligen, a veces, formas no por
razones claras, sino por instinto; y se crea, sin saber con definida claridad
cómo."
Me pregunto hasta qué punto son mis dedos los que escriben
al silencio y no las innegables ganas de escribirte a ti. A voces. Me pregunto
dónde esta el límite en que mi inconsciencia deja de calcular cada palabra y
torna en sangre la sinrazón que me lleva a plasmar lo que siento. Hablo de
musicalidad, de utilizar como bengalas, y en otras ocasiones como escudo, ciertas
expresiones. Hablo de escribir tu nombre y borrarlo y volverlo a escribir. Y
ver que todo lo que no sean esas seis letras que construyen tu escondida
identidad no son más que una absurda combinación de sustantivos, pronombres y
adjetivos para que tú, y sólo tú, me desleas
entrelíneas.
Hablo de inventarme palabras porque ninguna esta a la altura
de esto que llaman tu nuca. De haber hibernado ahí para luego morir de frío
cuando ni siquiera ha llegado el Invierno.
Juego, extorsiono, amenazo a ciertas partes de mí misma si
no logran escupir todo lo que quieres oír, me desboco el alma y rezo a cuantos
libros caen en mis manos para encontrar en ellos la clave única para
recuperarte a ti.
Me refiero con todo esto, a la línea que separa lo que
meticulosamente escojo escribir y lo que, quizás sin darme cuenta, acabo
escribiendo. Me refiero a la idea principal con la que miras un folio en blanco
y la cara de -disculpen la expresión- gilipollas que debo poner al releer a
veces según qué sangrados.
Todo se reduce a un antes y un después.
Todos los relatos, todo lo que doy a conocer.
Un antes de conocerte y un después de haberte regalado cada
gota de tinta que corría por mis venas. Te leo, te releo e intento alimentarme
con la forma en que tus ojos conjugan
ciertos verbos.
La esperanza es, entonces, sumergirme en una de tus
metáforas y creerme viva en ella.
(en ti)
Pero tú lees a Salinas y a Quevedo. Tú lees a Kafka y a
Bukowski. A Lope, a Miguel Hernández y a Walt Whitman. Escuchas a Sabina y te
retuerces con John Mayer. Yo no puedo competir con eso, claro que no. Yo no
llego ni a la suela de sus contraportadas.
pero yo te quiero más.
(pero yo te quiero)
Y ellos ni siquiera te conocen.
(aunque todos hablen de ti)
Quizás Neruda utilizó la Primavera en los poemas más bonitos
que jamás se han escrito. Y yo a ti te llamo Primavera, entiende que tenga un serio conflicto con su persona. ¿Qué he de hacer para que pienses en mi, y no en él, al ocultar tu
nombre con tan sagrado pseudónimo? Quizás los versos más bonitos estén ya todos escritos y ése
sea el verdadero problema.
Pero yo quiero hacerte a ti lo que Neruda quiso que la Primavera
hiciera con los cerezos.
No sé si me explico.
Mónica Gae.
viernes, 19 de octubre de 2012
Asuntos pendientes.
Te
arranqué la vida y me salpicaste los huesos con palabras fabricadas de
vísceras y lluvia; me inhundaste el alma de las cartas que no me atrevo a
enviarte; te llevaste la razón contigo cuando nos follamos en aquella
habitación de hotel; habitación trescientos tres; me guardé tu miedo en
los bolsillos del Invierno y no me queda espacio para un silencio más.
Te eché de menos y me sangraste por los ojos; te lloré canciones tristes por si Nostalgia volvía y nos acariciaba; por si amanecías con las ganas del ayer pero sin mañana. Me vacié la piel de otros cuerpos y bostezaste mi nombre entre tus dedos y los míos.
Me abrazaste los nervios del dolor y no fue abrazo sino vida; apretaste contra mí tu pecho y noté entonces cómo se clavaban aún más las puñaladas. No pude controlar mis instintos voluntarios y tu pelo se encargó de envenenar el resto del oxígeno. Mi cuello se intentó enredar al tuyo y el tiempo dejó de ser eterno para ser recuerdo.
(Casi lo consigues en ese instante, casi.)
Los músculos de mis pestañas ansiaban tus labios y los pulsos de mis latidos temblaban al pensarte en otras bocas. Mis manos fueron barcos repletos de agujeros en medio de ningún océano. Mi cuerpo tornó sus carnes en blanco y ocre y confundí tu sexo con el frío del Otoño.
Te colaste en mis entrañas, entrañable Primavera gris. Me robaste los cigarros y mis pulmones dejaron de respirarte versos; me devolviste como a un producto caducado al baúl de los olvidos y aún sigo imaginando que vuelves para terminar lo que empezaste.
Te quedaste a medias de matarme.
Te eché de menos y me sangraste por los ojos; te lloré canciones tristes por si Nostalgia volvía y nos acariciaba; por si amanecías con las ganas del ayer pero sin mañana. Me vacié la piel de otros cuerpos y bostezaste mi nombre entre tus dedos y los míos.
Me abrazaste los nervios del dolor y no fue abrazo sino vida; apretaste contra mí tu pecho y noté entonces cómo se clavaban aún más las puñaladas. No pude controlar mis instintos voluntarios y tu pelo se encargó de envenenar el resto del oxígeno. Mi cuello se intentó enredar al tuyo y el tiempo dejó de ser eterno para ser recuerdo.
(Casi lo consigues en ese instante, casi.)
Los músculos de mis pestañas ansiaban tus labios y los pulsos de mis latidos temblaban al pensarte en otras bocas. Mis manos fueron barcos repletos de agujeros en medio de ningún océano. Mi cuerpo tornó sus carnes en blanco y ocre y confundí tu sexo con el frío del Otoño.
Te colaste en mis entrañas, entrañable Primavera gris. Me robaste los cigarros y mis pulmones dejaron de respirarte versos; me devolviste como a un producto caducado al baúl de los olvidos y aún sigo imaginando que vuelves para terminar lo que empezaste.
Te quedaste a medias de matarme.
Mónica Gae.
viernes, 12 de octubre de 2012
Sin título.
Llevo casi dos horas y media escribiendo y borrando todo lo que sangro por miedo a salpicarte con mis miedos, y es irónico, pues creo que estas ya demasiado lejos incluso para darte cuenta de que sigues siendo parte de las líneas que te escribo.
Y es que huir sin mirar atrás sería menos complicado si no fuese justamente atrás donde se está quedando todo lo que pudimos ser. Yo no tengo ni tuve ni tendré tanta fuerza como tienes tú. Yo no puedo mirar tus fotografías sin tiritar de ganas de sumergirme en cada una de ellas. En esa sonrisa que me mata y me dio la vida tantas veces.
Yo no puedo leerte sabiendo que cada verso esta más y más lejos de acercarse a mí. Que lo que duele no es saber que ahora le escribes a ella, sino ser consciente de que lo haces con las mismas manos con las que un día me escribiste a mi.
Ojalá hubiésemos inventado un idioma que sólo entendiésemos tú y yo, un lenguaje que pudiera gritar en plena noche cuando me despierta tu recuerdo y deslizo cuidadosamente mi mano hasta el otro lado de la cama con la intención de encontrarte, y luego morir muy poco a poco al volver a la realidad y ver, que ahí es justamente donde ya no quieres estar.
Jamás hubiese imaginado que el silencio pudiese llegar a hacer tanto ruido a las cuatro de la madrugada.
Deberías preguntarme por qué no duermo al caer la noche, por qué no cierro jamás los ojos hasta bien pasado el amanecer. Pregúntamelo. Te diré que tengo miedo de soñar contigo. Te diré que por el día hay demasiado ruido como para caer de lleno en ese mundo en donde te sueles colar y de momento, no cerrar los ojos es la única manera que tengo de poder dejar de verte.
Pregúntame por qué temo a mi subconsciente. Te diré que eres tú quien vive en él y te diré que duele, no te imaginas cuánto duele darle la libertad para soñarte y despertarme y ver que todo lo que acaban de tocar mis manos no es más que parte de una mentira demasiado amarga.
No, no duermo de noche por miedo a soñarte. No lo hago porque sé que no estarás ahí al abrir los ojos, porque sé que ya no quieres volver a estar.
Este tramo de la huida esta acabando con lo poco que quedaba ya de mi. Apenas soy una hoja arrugada con un millón de tachones cobardes por miedo a no poder leerte una vez derramado tu recuerdo sobre el papel. Quizás por miedo a que tú no quieras volver a leerme a mi. Ni a escucharme tan siquiera. Duele(s).
Aún no sé cómo lo has hecho, pero me has convertido en una marioneta encadenada a tus hilos y has conseguido sublevarme a cada uno de tus movimientos. Córtamelos, o haz que vuelva a bailar al son de tus deseos.
Mira al cielo y dime cuántas estrellas ven tus ojos. Así quizás se a más fácil. Cuéntalas, y dime el número exacto porque desde donde yo estoy sólo puedo verte a ti haciéndole sombra a cualquier constelación. Me has robado la ruta a todos los planetas a donde solía huir y me has dejado sin oxígeno en una atmósfera completamente desconocida. Aquí no estas tú despeinando mis mañanas, mi pelo largo entre tus manos. No estás tú para decirme que las ojeras son la huella que dejan los sueños en los que se besa mucho. Aquí no estás tú y no te imaginas cuánto duele.
No puedo describirte cuánto dueles.
Apenas me quedan fuerzas para lanzarte esta última bengala y ni siquiera sé si estarás mirando al cielo. Necesito que mires al cielo. Estoy tirada en cualquier rincón de tu cuerpo esperando a que me encuentres para poder decirte que jamás me he alejado de ti.
Que- jamás- me- he- alejado- de- ti-.
Que he intentado engañarme, una y otra vez pensando que si escribía un cuento repleto de mentiras, alguna acabaría volviéndose verdad, y lejos de eso, temo que cada uno de esos cuentos hayan destruido por completo cualquier esperanza de volver a leernos.
No te imaginas cuánto lo siento, ya no tengo fuerzas para volver a coger un tren. Y es que ya no queda sitio en mi piel donde guardar los billetes, sigo repleta de tus huellas dactilares. Han inundado por completo mi cuerpo y prefiero tenerlas a ellas si por más que vaya allí.. tú jamás vas a volver a estar.
Sigo anclada en la estación en donde nos dejamos los sueños. Me pregunto si aún seguirán allí, si alguien los habrá adoptado y les estará cantando bajito para que se duerman cada noche o estarán muertos de frio, y miedo, sabiendo que llega el invierno y no dormiremos en la misma cama para acunarlos. Ni serán nuestros labios sus bufandas nunca más.
Ojalá estuvieras tú aquí ahora, estoy tirada en cualquier calle de Madrid esperando que la casualidad o el destino que un día nos unió nos cruce de nuevo en su camino
..pero llueve y no apareces..
El tren llegará en apenas unas horas y daría lo que fuera por saber si dejé mi perfume en tu almohada cuando me marché. Al menos mi corazón, si sé con seguridad que lo dejé contigo.
y ojalá lo veas, y ojalá lo arropes, y ojalá me lo devuelvas en forma de "vuelve".
que llegan días de lluvia y deberías saber que es un friolero. Tápalo bien, Primavera, tápalo bien. Y háblale bajito o escríbele suave (que solo así sabe dormir.) Me dijo que lo dejase allí, en tu espalda. Me dijo algo de tu pelo, de tu piel, algo de que quería besarte en la nuca cada vez que te viera temblar.
y allí lo dejé.
(y allí debe estar)
dale tú las buenas noches de mi parte
Esta vez te toca a ti cuidarlo a él.
Mónica Gae.
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domingo, 23 de septiembre de 2012
Como un puzzle de dos piezas.
tengo.
una Caja de Pandora con tu nombre descosido en el reverso. una cicatriz
con los restos de un naufragio que me mira cuando tengo sueño. un lápiz
que necesita tinta y no saliva. una pluma adicta al sabor de mi sangre.
dos besos en la frente y uno en la nariz. una caja de acuarelas sin el
color de tus ojos. un Otoño que llega en forma de nostalgia. un balcón
hacia tus piernas. un olor en mi almohada que asemeja ser el tuyo.
tengo.
miedo al tiempo. al blanco de tus dientes. a los fantasmas que se
acuestan a mi lado. a dedos que juegan a enredar mi pelo. a espaldas
frías con costillas mal contadas. a no saber abrir los ojos cualquier
día. a no poder cerrarlos cada noche.
tengo un millón de
palabras que necesitan de tus ojos para ser escritas. caricias que no
son sin tu piel. miradas ciegas por verte amanecer. un mechero que me
quema los pulmones. un mensaje en borrador pidiéndote un café.
tengo lluvia, besos con tu nombre, una guerra para darte, una tregua que
firmar. tengo una maleta que no cierra. una reserva de tres noches y un
billete con destino hacia Madrid.
tengo un puzzle de dos piezas.
(y ni puta idea)
Mónica Gae.
miedo al tiempo. al blanco de tus dientes. a los fantasmas que se acuestan a mi lado. a dedos que juegan a enredar mi pelo. a espaldas frías con costillas mal contadas. a no saber abrir los ojos cualquier día. a no poder cerrarlos cada noche.
tengo un millón de palabras que necesitan de tus ojos para ser escritas. caricias que no son sin tu piel. miradas ciegas por verte amanecer. un mechero que me quema los pulmones. un mensaje en borrador pidiéndote un café.
tengo lluvia, besos con tu nombre, una guerra para darte, una tregua que firmar. tengo una maleta que no cierra. una reserva de tres noches y un billete con destino hacia Madrid.
tengo un puzzle de dos piezas.
(y ni puta idea)
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Mi Otoño en tus manos.
-..-.--..----..-.-.--.---.-...-.-..
a ver cómo le explico yo a mi corazón que no se tenía que
enamorar. y menos tan así. y menos tan de ti. a ver cómo le digo ahora a mi
espalda que basta de esperar. que estaba equivocada. que a lo mejor, solo a lo
mejor, todo el mundo llevaba razón al decir que le diera tiempo al olvido. a
ver cómo le explico yo a mi razón que ha perdido por completo el juicio y la
cabeza y el norte y el sur. que ha perdido la maldita brújula. a ver cómo te
explico yo a ti que lo que quiero, lo que
quiero contigo es perder los pantalones.
en mi cama o en la playa o en un parque o en la mismísima Gran Vía. pero no volverlos a encontrar.
a ver, a ver cómo me explico a mi esta noche. a ver cómo te digo que te quiero conocer. más. más aún. más tú. más. dame un poco más.
en mi cama o en la playa o en un parque o en la mismísima Gran Vía. pero no volverlos a encontrar.
a ver, a ver cómo me explico a mi esta noche. a ver cómo te digo que te quiero conocer. más. más aún. más tú. más. dame un poco más.
Sobredosifícame de ti, que de algo tendré que morir, y si es
en tu piel me parecerá una muerte deliciosa. me pareces-. una-. maldita-. delicia-.
pero tampoco me hagas mucho caso, que apenas te conozco. (o
hazme caso precisamente por eso)
tú eliges.
tú eliges.
y mientras eliges, intenta
decirle tú a mis dedos que paren. que paren de escribir. que aún te tienen que
buscar un nombre y Diciembre y Primavera ya están cogidos y tú te mereces
uno igual de bonito.
o más.
a ver quién tiene valor para llamar primero. a ver quién escribe
antes a quién y saluda con lo que será uno de tantos saludos. a ver, a ver
cómo consigo dormir ahora. cómo le digo a mis ojos que paren de recordar los
tuyos. que la noche estaba tan preciosa porque la miraba a través de tu piel. y
qué piel.
y qué boca.
¿o fue un sueño?
y qué boca.
¿o fue un sueño?
me pregunto cuándo me atreveré a tocarte. cuándo te
escribiré la primera carta, a mano, perfumada, bajo la almohada. cuándo me
invitarás tú a cenar y cuándo a cambio yo te prepararé el desayuno.
el café.
me pregunto si te gustará el café. si preferirás una o dos cucharadas de azúcar. yo prefiero cinco. quizás tú lo prefieras solo. me pregunto cuándo te lo preguntaré. con qué cara me mirarás. si sonreirás o no. si me besarás después. si moriré en ese mismo instante o querré vivir en tus labios eternamente. me pregunto, maldita sea, por qué estoy escribiendo con esta cara de idiota. por qué no puedo parar de escupir semejantes tonterías. por qué si apenas te conozco. quizás, quizás no pueda parar precisamente por eso.
me pregunto si te gustará el café. si preferirás una o dos cucharadas de azúcar. yo prefiero cinco. quizás tú lo prefieras solo. me pregunto cuándo te lo preguntaré. con qué cara me mirarás. si sonreirás o no. si me besarás después. si moriré en ese mismo instante o querré vivir en tus labios eternamente. me pregunto, maldita sea, por qué estoy escribiendo con esta cara de idiota. por qué no puedo parar de escupir semejantes tonterías. por qué si apenas te conozco. quizás, quizás no pueda parar precisamente por eso.
quizá-. (no)-. deba (mos)-.
querer-. parar-.
¡pero qué día tan bonito! ¿no crees? ya se nos ha hecho de día y el sol sin avisar. yo juraría que aún es media noche y míranos, las siete de la mañana. las siete y media. y tú de vuelta a tu realidad. y yo tumbada en la cama escribiendo esto. quizá mañana me conozcas con ojeras, pero qué más da. algún día te pediré ojeras. noches enteras. noches en vela. ojeras. dulces y bonitas ojeras.
creo que ya sé como voy a llamarte. te mereces una estación
entera y la que llega quiero que tenga el sabor de tu voz.
dulces sueños, Otoño.
Mónica Gae.
sábado, 8 de septiembre de 2012
La gente no tiene ni idea del dolor.
William Faulkner, en su novela “Las Palmeras Salvajes” hizo
decir a uno de sus personajes: “Si
tuviera que elegir entre el dolor y la nada, elegiría el dolor”.
la gente no tiene ni idea del dolor, no te han besado un día de lluvia para luego ver llover sin ti. no te han desnudado minuciosamente para luego verte despertar al tiempo en que te subes los pantalones con las prisas de la huida. la gente no tiene ni idea del dolor. ¿por qué ha de ser un sentimiento negativo? ¿por qué buscar únicamente la felicidad? ¿por qué coño quedarse a mitad del vivir? la gente no tiene ni idea del dolor. ni puta idea. no te han visto frente al espejo intentando arreglar la tristeza de tus ojos. ellos no te han visto dormir, qué sabrán entonces de la paz. de la calma. qué sabrán, qué sabrán los mortales de morir. cómo contarlo bajo tierra.
me pregunto, entre el humo de algo más que un cigarrillo, si no serás tú eso que la gente llama miedo. me pregunto cuánto de ti habrá en las tinieblas de la noche. cuando apagan las farolas. cuando quemas. cuando dueles. me pregunto qué sabrá la gente del dolor. ellos no tienen ni idea, ni puta idea.
la gente no tiene ni idea del dolor, no te han besado un día de lluvia para luego ver llover sin ti. no te han desnudado minuciosamente para luego verte despertar al tiempo en que te subes los pantalones con las prisas de la huida. la gente no tiene ni idea del dolor. ¿por qué ha de ser un sentimiento negativo? ¿por qué buscar únicamente la felicidad? ¿por qué coño quedarse a mitad del vivir? la gente no tiene ni idea del dolor. ni puta idea. no te han visto frente al espejo intentando arreglar la tristeza de tus ojos. ellos no te han visto dormir, qué sabrán entonces de la paz. de la calma. qué sabrán, qué sabrán los mortales de morir. cómo contarlo bajo tierra.
me pregunto, entre el humo de algo más que un cigarrillo, si no serás tú eso que la gente llama miedo. me pregunto cuánto de ti habrá en las tinieblas de la noche. cuando apagan las farolas. cuando quemas. cuando dueles. me pregunto qué sabrá la gente del dolor. ellos no tienen ni idea, ni puta idea.
dice la RAE algo así: "sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior."
qué coño sabrá la RAE.
dolor es verte sonreír
en una fotografía y no tener la posibilidad de decirte que es ahí donde quiero
vivir el resto de mi vida.
y sólo quien entiende la segunda definición, sabe lo que es
el dolor.
Mónica Gae.
Mónica Gae.
domingo, 2 de septiembre de 2012
Colisión interestelar.
'he conocido a alguien,
mi amor, y se ha colado por la herida que tanto te empeñaste en mantener
abierta.'
me engaño y me repito que no me has olvidado, que me
esperas. me pregunto mirándote a los ojos de una fotografía sin dolor, si tan
bien te has creído tu papel o nada de esto forma ya parte del guión. te miro y
desgasto la tinta de esto que llaman sangre en relamerte por dentro. en
sonsacar de ti aunque sólo sea una mueca de mí. me mutilo, me mutilas y yo
mantengo la herida abierta sin saber por qué. mi amor, no lograba entender por
qué. sentía la necesidad de sufrirte gritando en silencio tu prohibido nombre.
llorándole al mar para que nadie pudiese notar esta tristeza mía. me
preguntaba, mi amor, por qué esta cicatriz me hacía tanta compañía en días de
lluvia y entonces bajó una estrella y empezó a orbitar sobre mis dudas y lo
entendí. apareció de la nada y cayeron de mis ojos tantas vendas como espinas
en carne viva. los clavos ardiendo que dejaste los sujetó con sus dedos y los acercó
a mis ojos y me obligó a mirarlos. se empeñó en que viese lo que tanto me había
estado consumiendo. me explicó que no debía temerle a tu recuerdo, que debía
aprender a sonreír de nuevo. me preguntó, mi amor, me preguntó qué hacía un invierno como yo en un verano como éste y me
besó muy despacio. sus labios eran asteroides y colisionamos. nos
fusionamos. me miró entonces y me susurró bajito si podía colarse por el hueco
de una de tus tantas puñaladas que con tanto cuidado intenté mantener intactas. se quedó allí a dormir, en mi cuerpo, donde habitaban las
pesadillas que olían a ti. sólo así dejé de recordar tu olor y fue muy triste y
a la vez hermoso. casi melancólico. entonces entendí el por qué de mantenerte
tan presente. por qué incitaba a mi cama a que te soñase cada noche. por qué
abrazaba tu recuerdo y por qué me sabía tan dulce la espera de algo que ya no
iba a llegar. yo pensaba que tú también me estarías esperando, qué ciega
estaba. qué tonta he sido. pero bajó una estrella, mi amor, colisionamos y se
coló por mis heridas, por las heridas de
ti. me levantó la piel muy despacio y con cuidado y me acarició los nervios
de los huesos. me desinfectó de tus labios con su saliva y ahora entiendo por
qué quise mantener mi corazón expuesto a la intemperie. sólo desde dentro podría
cicatrizarte y ahora lo entiendo. y duele, pero es un dolor suave, es una
lectura en braille sobre mi piel, es una explosión de sinestesia que te está
borrando por completo, poco a poco pero por completo. así que gracias, mi amor,
gracias por tus ojalás con destino a ella, por tantos disparos cargados con
balas de lluvia, por jugar con la
palabra huida como si no fuese a
dolerme sabiendo que era de mí de quien huías. cuesta abajo, mi amor,
esta estrella me dice que te olvide, cuesta abajo.
Mónica Gae.
viernes, 31 de agosto de 2012
Libros amantes, amantes libros.
Esta
entrada os puede interesar.
Últimamente tengo la costumbre de
echarle fotos a trocitos de poemas o frases o textos conforme los voy leyendo y
pienso que a alguien le podrían gustar, y sois muchos los que últimamente me
decís que os recomiende algún libro, pues bien.
Ante todo, creo que la mejor forma
de recomendar un libro a alguien, es conociendo
a ese alguien, y puesto que a la gran mayoría de los que me lo decís no os
conozco (al menos, en persona), me he tomado la libertad de compartir con
vosotros los libros que me han acompañado este verano (y algunos desde un poco antes).
Intentaré hacer alguna reseña breve
de los que me parezca oportuno, no obstante, en Comentarios me podéis dejar preguntas o dudas o lo que queráis
acerca de cualquiera de estos libros que prometo responder a todas, antes o
después, en cuanto saque un pelín de tiempo.
Os adjunto una foto de mis bellos
amantes mirándome en mi escritorio, por si queréis ponerle cara a algún libro. He intentado que sea de buena calidad, no sé cómo la veréis desde el servidor de Blogger.
LOS LIBROS LOS TENGO DIVIDIDOS EN
DOS COLUMNAS. En la primera son más bien rollo psicología (pero de la que da
gusto leer, de la entretenida), y la segunda, mi favorita estos últimos meses,
esta llena de poesía y prosa deliciosa, de verdad, deliciosa.
Así que sin enrollarme más, os dejo POR
ORDEN, Primero la primera columna y luego
la segunda Y de arriba abajo, el título de los libros así como su o sus
autores.
Primera columna como os he dicho, ésta, en gran parte, sólo
os interesará a los que os gusta comeros mucho la cabeza y seáis un poquito
retorcidos de mente. Like me. Casi todos son de psicología o técnicas sobre
cómo saber o indagar un poco más en ti mismo y en los demás)
-Gramática de la fantasía, de
Gianni Rodari. (A los escritores os
gustará. Habla sobre cómo escribir de manera “bonita” o “sensual” de modo que
atraiga al lector, con ejemplos de autores increíblemente buenos y consejos que
de verdad merecen la pena leer.)
-Cuentos de la Malá Strana, de Jan
Neruda.
-Tu inteligencia, de Alejandra
Vallejo-Náguera y Roberto Colom Marañón. (Este
es buenísimo y muy rompecabezas a la vez.)
-El camino de Shimriti, de Jorge
Bucay.
-Los engaños de la mente, de S.L
Macknik y S.Martinez-Conde. (Brutal)
-Yo tengo razón, tú estás
equivocado, de Edward de Bono. (Para los
que seáis unos cabezotas orgullosos que siempre tenéis que tener la última
palabra, este os gustará. A mi me encantó.) ;)
-Comportamiento no verbal y comunicación,
de Pio E. Ricci Bitti.
-Cimas y Valles, de Spencer
Johnson, M.D. (Este es increíble en
cuanto a la superación, rollito ZEN del romántico perdido en su propio corazón.
Exquisito.)
-Nuestra incierta vida normal, de
Luis Rojas Marcos.
-Endorfinas, de Jack Lawson.
-Teoría de los sentimientos, de
Carlos Castilla del Pino.
-La inutilidad del sufrimiento, de
MAria Jesús Álava Reyes. (Nos deja un
poco mal a los adictos a los dramas sentimentales y la tristeza y tal, pero no
se puede negar ni un poquito de lo brillante que es este libro.)
-Textos de psicoanálisis, de
S.Freud. (Mi amor por Freud empezó aquí.)
-Psicología dinámica, de Poch.
-Manual de psicología.
-Inteligencia emocional, de Daniel
Goleman.
-La práctica de la inteligencia
emocional, de Daniel Goleman.
Y SEGUNDA COLUMNA. Ésta es la
que os va a gustar a los que seáis un poco más normales. Son, en su mayoría, de
poesía o del estilo. Esta columna me la he leído, a excepción de unos pocos, toda este
verano, así que si tenéis alguna pregunta o curiosidad, preguntádmela, que os
responderé con las ideas fresquitas.
EMPEZANDO POR ARRIBA:
-Cuentos, de Edgar Allan Poe.
-Días y noches de amor y de guerra,
de Eduardo Galeano.
-El Anticristo, de Friedrich
Nietzche.
-Relatos Breves, de Edgar Allan
Poe.
-El erotismo entre los europeos, de
E. Russell. (Muy calentito todo. Sin
obscenidades, habla sin ningún pudor sobre el sexo y sus peculiaridades en toda
Europa. Muy interesante.)
-Cartas desde mi celda/Cartas
literarias a una mujer, de G.A.Bécquer. (Él
no lo sabe pero yo lo amo desde que me leí este libro.)
-El Zahir, de Paulo Coelho.
-El discurso del método, de
Descartes. (Creo que muy fundamental
leerlo.)
-Fóllame, de Virginia Desplentes. (Una mezcla entre sexo, drogas, putas, crímenes
intriga, más sexo, más drogas y un final acojonante. Muy muy recomendado.)
-Antiestrategias, de Claudia
Noseda.
-Pasión en la Tierra, de Vicente
Aleixandre. (Este libro me lo leí en una
sola noche. Mi favorito SIN DUDA de todos los que aquí hay.)
-Somos el tiempo que nos queda, de
J.M Caballero Bonald. (Es una antología
en la que hay tanto poesía como pequeños relatos, tipo Blog, con un lenguaje
muy actual y una magia a la hora de escribir muy envidiable.)
-Beatriz y los cuerpos celestes, de
Lucía Etxebarría.
-Amor, curiosidad, prozac y dudas,
de Lucía Etxebarria. (éste se esta
convirtiendo en uno de mis libros preferidos. Aún no lo he terminado, pero si
no la conocéis, de verdad que os recomiendo a esta autora en general, lo que
hace aún no tiene nombre.)
-Todas las palabras, de Juan Carlos
Argüelles. (Pequeño libro de poesía muy
muy bonito, corto, perfecto para los ratos libres. Hay algunos versos por los
que os merecerá la pena leéroslo entero.)
-Del Amor, de Stendhal. (Qué decir de este libro. Leéroslo y os
robará el corazón.)
-¡Adelante!, de Charles Bukowski. (¿Buscáis un dios de la poesía al que le
encante hablar de alcohol, apuestas, juegos ilegales, mujeres…? Este es vuestro
libro.)
-Sobre el tratado de la Tolerancia,
de Voltaire.
-Kwaidan (varios autores, relatos breves y poesía japonesa, no esta mal, pero tampoco
para leérselo dos veces –en mi opinión, claro está)
-¿Por qué las mujeres necesitan
chocolate?, de D.Waterhouse. (Éste es
bastante divertido, bastante antropológico, explica científicamente muchas
curosidades que a día de hoy pueden parecer machistas o feministas cuando son
completamente pura evolución humana. Muy recomendado.)
-El crepúsculo de los ídolos, de
Friedrich Nietzsche.
-Elogio de la locura, de Erasmo de
Rotterdam (increíblemente bueno)
-Esto no es justo, de Sally Nicholls.
-American Psycho, de Bret Easton
Ellis. (éste tiene una historia curiosa
porque lo compré en una Feria de segunda mano por cinco euros y resultó tener
un fallo de imprenta que hace que para coleccionistas doble el valor original
que tenía el libro en un primer instante.)
Espero que os gusten y lo dicho, no
dudéis en preguntar lo que queráis, en todo lo que pueda estaré encantada de
ayudaros.
sábado, 25 de agosto de 2012
telegrama urgente a quien quiera recibirlo.
(algún día)
algún día te diré la verdad sobre estos días. te diré que
estaba destrozada, que me destrozaste, que me dejaste en la maldita cuneta aún
con tu sabor en los labios. te diré que hiciste de mi un puto mosaico de mil
piezas, que no tenías derecho a ello. te diré, te diré que hice autostop. te
diré que alguien paró su coche y me ayudó a recoger los pedazos de tu huida.
que sus labios también supieron besar. que sus brazos también me abrazaron. que
me hice ovillo en su cuerpo y me arropó la espalda. te diré, maldita sea, te
diré que no me bajes la mirada. que tú lo rompiste todo. que jamás, jamás
tendrás derecho a replicarme nada. que nunca podrás culparme por haberme
agarrado a un tronco de madera cuando fuiste tú quien decidió naufragarnos. que,
antes de odiarle u odiarme u odiarte deberías mirarme a los ojos y explicarme
por qué creíste que tanto dolor era necesario. deberías, joder, deberías darle
las gracias por dejarme huir de ti consigo y deberías mirarte a un puto espejo
cuando pretendas saber quién tuvo la culpa de todo esto.
Atentamente, Mónica Gae.
Atentamente, Mónica Gae.
sábado, 18 de agosto de 2012
A veces, sólo a veces.
a
veces.
sólo a veces. te siento a mi lado y hasta
alcanzo a oler tu pelo pero. siempre huyes. siempre dueles. y siempre es sólo a veces y nunca es sólo un rato donde volver a perderte. a veces. intento
imaginar qué estarán haciendo tus dedos ahora, qué piel andarán besando. pero
sólo a veces. y enciendo el portátil y tecleo tu nombre en esa pestaña donde
absurdamente dice “buscar personas, lugares y cosas”.
qué irónico. “personas, lugares y cosas”. si Facebook
supiera.
y entonces, aparece tu cara ahí, siempre
en primer plano de mi mirada. y me inundo en tus ojos y en tu boca y en tus
labios y en tu todo. me sumerjo. me
mutilo. acaricio el vacío de lo que ya no es mío. reniego mi suerte y
suspiro y pasan tus fotografías. una tras otra. y yo voy perdiendo el oxígeno y
mi habitación se infecta del sabor de no tenerte. de aire tóxico. de niebla y
lluvia y una ciudad sin ti. es mi cama entonces la que te echa de menos. pero
sólo a veces.
anoche, por ejemplo. que escuché tu nombre
en voz ajena. voz en off. yo estaba en la playa y pregunté
a quien estaba conmigo si sabía algo de Astronomía. ya sabes. por si acaso había oído hablar de ti y lograba ubicarte entre tanta estrella. entonces, y pese a toda probabilidad de que eso sucediera, sucediste. ahí estabas tú, con tu piel desnuda y el nombre de Rayo Verde.
a quien estaba conmigo si sabía algo de Astronomía. ya sabes. por si acaso había oído hablar de ti y lograba ubicarte entre tanta estrella. entonces, y pese a toda probabilidad de que eso sucediera, sucediste. ahí estabas tú, con tu piel desnuda y el nombre de Rayo Verde.
un fenómeno estelar que aparece cada
amanecer, ¿sabes?. justo cuando el Sol y el
mar están en un único y fugaz punto exacto del horizonte. cuando ni uno ni otro
se atreven a ser protagonistas del momento. en ese instante, y sólo en ese,
comparten papel y.
durante unas milésimas de segundos, el Sol
y el mar se mercen sobre un falso
infinito y se deja entrever, -allá donde los sueños se pueden alcanzar, tu nombre y mi nombre tras el pseudónimo de Rayo
Verde. una luz directa y efímera, un haz de color repleto de un millón de
matices y reflejado y resumido en un solo tono entre azul y ocre.
solo unos pocos han conseguido verlo. y
aún son menos los que han logrado inmortalizarlo a través de un ingenuo
objetivo de cámara.
¿entiendes ahora por qué me acordé de ti?
sangré tu nombre camuflado en otro.
repetía intoxicada una y otra vez la descripción de aquello que tanto se
parecía a ti. a mí. ansié en ese momento que fueras tú
quien estuviese a mi lado. ansié en ese
momento hacerte el amor en el mar y susurrarte muy bajito y al oído que has
sido lo más bello y más doloroso que ha besado mis pestañas. te tengo. aún
te tengo en mi piel. tus dientes siguen aquí, por si los estabas buscando. tus
ojos tus manos tu pelo tus maneras, siguen aquí.
tu olor en cambio siempre desaparece. se
va. supongo que a los brazos de ella.
y no la culpo. qué envidia y qué suerte y qué triste si no sabe que tiene.
pero qué más da. supongo.
(estas cosas sólo me las permito pensar a
veces.
sólo a veces)
Mónica Gae.
jueves, 16 de agosto de 2012
Tiene cuatro llamadas perdidas.
Nota: para los que aún no lo sepáis, cuando escribo sobre Eme o Michelle o Hache es PURA FICCIÓN. todos los veranos me da por intentar escribir alguna novela -la cual acaba en la papelera de reciclaje apenas empezar Septiembre- y ésta entrada como algunas otras es sólo parte del intento de este Julio y Agosto tan calurosamente fríos. espero que os riáis un poco con esta entrada. basta de ñoñerías (por esta noche) ;)
(...)
a veces tengo la sensación de que la
tecnología intenta darme por culo con esas malditas frases hechas. manda
cojones. como cuando se peta el wifi robado del vecino y aparece, en medio de
la pantalla de tu ordenador, sin avisar y en un cuadrado rojo lleno de
exclamaciones “la ventana se ha cerrado
inesperadamente. ¿desea intentar abrirla de nuevo o prefiere reiniciar el sistema?
y tú, puesta hasta las cejas de buscarle últimamente el doble sentido a todo,
te quedas con cara de gilipollas.
como cuando el contestador de casa te
recuerda que nadie te ha llamado. “tiene
– cero – mensajes” exclama esa voz robótica con aire de superioridad y así.
haciendo una pausa en cada palabra por si
acaso no te ha quedado claro la soledad de tu vida. que por otra parte,
-disculpen el lenguaje-, yo no he visto en mi puta vida un contestador de esos.
debe ser cosas de pelis americanas.
a lo que íbamos. que me voy por las ramas
y luego no hay quién me baje.
anoche me llamó Paul. cuatro veces. supongo
que iría hasta el culo de esa mierda que le ha dado por pillarse ahora y le
apetecía follar un rato. hay que ver cómo cambian los tíos cuando van
colocados. conocí a Paul la Navidad pasada y me pareció un chaval de lo más
encantador. de hecho, desgraciadamente, lo es. no sé qué hace detrás de una tía
como yo. pero eso ya se lo he advertido.
quien
avisa, no es traidor.
el caso es que me encanta la forma que
tiene de mirarme, como si no hubiese roto un plato en mi vida o fuera de esas
tías diferentes que sólo encuentras
una vez en tu vida. desde que le conté mi
historia con Hache piensa que lo que soy, es sólo una mera fachada. puro
teatro. pasen y vean. él qué coño sabrá,
al menos folla bien.
al menos folla bien.
él es de aquí, de Madrid, y como yo,
natural de Barcelona. eso suele bastar como conversación de después hasta que se ducha y yo me invento cualquier escusa y
acaba por desistir y marcharse con el rabo entre las piernas, nunca mejor
dicho.
-¿has
ido últimamente a la Barceloneta? han puesto unas farolas tipo after de
discoteca que rehúyen la intimidad como quien acaba de meterse una cabeza
entera de ajos en la cena para luego salir de cacería.
-no
será para tanto, la Barceloneta me parece un paseo precioso.
-por
favor, sabes tan bien como yo que por la noche se peta de jóvenes imberbes
intentando echar un desesperado polvo con su novia de quince años.
-eres
una exagerada, Michelle.
Paul nunca me llama Eme. creo que quiere
parecer diferente aunque. quién sabe. quizás lo sea. normalmente nadie me llama
Michelle a no ser que me acaben de conocer, se trate de una conversación seria
o le de morbo el nombrecito en mitad de un polvo. que oye. raros hay por todas
partes y créeme-.
la verdad es que, esto de tener piso
propio es una gozada. pagamos un ojo y medio de la cara y un cuarto de pulmón
cada mes pero. estar en el centro de la capital merece la pena. a 12 minutos de
Sol, qué placer. eso si, tienes que tener cuidado de a quién metes en tu cama.
a mi personalmente no me mola eso de que tíos a los que solo me voy a tirar una
noche sepan dónde vivo. qué mal rollo. luego se ponen cachondos a las cuatro de
la madrugada o discuten con su novia y aparecen en tu puerta. y a ti se te
queda esa cara de cuando estas haciendo una mamada y no te avisan. serán
cabrones. qué asco. luego no te quitas esa sensación pegajosa ni pegándote la
ducha de tu vida.
en fin. por las ramas otra vez.
Mónica Gae.
miércoles, 15 de agosto de 2012
qué coño importa ya.
¿Cómo se abre un
corazón sin cirugía?
solo tú lo conseguiste y yo apenas
fallecí treinta y dos veces. una por cada noche recordando aquellas otras
cuatro. Una muerte dulce que solo pueden entender tus labios. vuélveme a matar
-te suplica esta idiota hecha pedazos- que hoy echo de menos resucitar entre
tus manos.
[y tú tan lejos
y yo tan nada-.]
y
vuelta a empezar.
Hache.
tú allí y yo aquí. las tres y cuarenta y tres
de la madrugada. al menos la hora es la misma
en todos los relojes –piensa. ¿será eso todo lo que ahora tengamos en
común? quizás si. quién sabe. Nunca
llegué a conocerte ni dejé que tú me conocieras a mí. bueno. miento. dejé que conocieras lo que me
interesaba darte a conocer. Y aún con esas, esto. tinieblas. abismos. ausencia. carretera y miedo y todas esas
palabras que tanto nos gustan.
lo
de siempre.
Aytor. dos años y medio (-con y-) sin ti. Dos veranos, dos
inviernos. cómo me mataste cuando decidiste huir, cuánto me doliste y cuántas veces quise llamarte para dejar de morir así. y
ahora apareces. así. de la nada. -Vuelves.
así. de la nada-. quizás sea cierto eso de que el tiempo lo cura todo, o
al menos, suaviza el dolor de manera
considerable. No voy a decirte que te sigo queriendo, tranquilo. ya no.
pero ya sabes, cierta playa siempre llevará tu nombre y hoy te escribo desde la
misma arena en donde te conocí aquel veintiséis.
qué guapo estabas. qué perfecto te creía. semidios bajado del cielo, cuánto te llegué a soñar y cuántas noches me
quitaste el sueño.
qué pena.
ahora sólo recuerdo tus ojos azules. ¿dónde fueron a parar los cuentos que me
repetía y te repetía cada noche? ¿te acordarás tú de mi alguna vez?
¿seguirás con aquella… cómo se llamaba, Silvia, Sandra? quién sabe.
demasiadas preguntas que ya no me interesa responder.
demasiadas preguntas que ya no me interesa responder.
y ése, ése es precisamente el motivo de
que esté esta noche en esta playa. en nuestra
playa. contándote esto por si tú me entiendes. qué acojonada estoy. lo admito.
de hecho, lo grito. pido ayuda y
lanzo bengalas y quiero e imagino un bote salvavidas. lo necesito. preveo el
desastre y la catástrofe. la siento. la
noto. la huelo.
y
va a doler.
tanto o más que contigo, A. cómo escuece el alma de si quiera imaginarlo.
¿dónde iré a parar cuando haya olvidado por completo lo que tanto siento estar
dejando escapar ahora? dime ¿dónde?
¿cómo podré sobrevivir entonces? cuando ya ni siquiera sienta curiosidad por
saber cuál ha sido el último cantautor que ha descubierto o quién duerme en su cama al caer la
noche, ¿qué me quedará? ¿a quién le escribiré estas tonterías esperando un
mensaje al móvil o un simple comentario en el tablón? ¿buscaré en la agenda
viejos números para avivar ciertas llamas
o me autocompadeceré de mi misma hasta dejar de sangrar su ausencia? ¿me desangraré antes de dejar de sangrar su
ausencia? ¿seré la única imbécil de este puto adiós que se está preguntando
esto?
de nuevo, demasiadas preguntas.
(esta vez, que sí me interesa responder)
(esta vez, que sí me interesa responder)
o
no.
Mónica Gae
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