jueves, 19 de diciembre de 2013

Escribo por obligación, mi vocación eres tú.


Basta cerrar los ojos para verte,
basta no tenerte una sola noche para escribirte como antes, como siempre.


La perfección está llena de errores,
el amor está plagado de defectos
y tú estás siempre preciosa, joder.

Te juro que tengo los ojos abiertos.

Lo sé porque he visto tus ojeras,
tus días en cualquier otro lugar,
tu manía de hablar sin pronunciar palabra,
y mirarme sobre todo cuando no te miro.

Lo sé porque te he visto dudar de ti misma
y contradecirte al mismo tiempo,
lo sé porque te he visto frente al espejo no gustarte
y gustarte cuando les dejas a mis ojos ser tu espejo.

He dejado de temblar sólo para que me creas.

Aquí no hay niebla, sólo estamos tú y yo.

Me he enamorado de tus defectos, mi amor,
creo que me gustan más que tú.

Claro que tengo miedo de perderte,
lo tenía antes de tenerte.

Encadena tú las frases,
yo sólo sé ponerles lazos.

Si cierras los ojos te llevo a París,
pero te prefiero en cualquier cama de cualquier ciudad.

No te vayas,
vente conmigo.

Tengo tantas cosas que decirte
que sólo me sale mirarte.

He dejado de quererte
para empezar a amarte.

           Pero te sigo queriendo.

           Antes he mentido,
           también sigo temblando,
           pero créeme, te quiero.

Dame la mano,
que tengo una vida entera que enseñarte.

Eres mi dialecto preferido
desde que compartimos silencios.

El amor empieza cuando bajas de la nube,
tenías razón, me gustas más tras tu toma de tierra.

Sé que eres el amor de mi vida
porque he querido matarte
y hemos acabado haciendo el amor.

Hoy he visto a un ciego maldecir su suerte
al no poder mirarte.

Ahora mismo estoy celosa,
ojalá me llamara Leia.

Explícate peor,
no quiero terminar de entenderte nunca.

No sé,
cásate conmigo.



Todo esto estoy pensando.