viernes, 21 de diciembre de 2012

Te busqué como se buscan los objetos perdidos: sin demasiada esperanza.

Te busqué como se buscan
los objetos perdidos:
-sin demasiada esperanza.

Hicimos el amor
como si no fuera aquella
nuestra primera ni nuestra última intención,
como queriéndonos dejar algo
para después,
para luego,
para nunca.


Te escribo ahora,
tarde como siempre,
porque
ya
sabes
que
no

escribir
en según qué tiempos verbales.

Te escribo ahora porque te he perdido,
tal y como estaba calculado
-el minuto antes de encontrarte.

Perdona, por tanto, si ahora sí me permito enamorarme de ti.

Ya
sabes
que
nunca
me
han
gustado
las
personas,
hasta que las hago personajes.

Ahi, entonces,
-aqui,
sí sé amar
y besar
y follar
y tratarte como te mereces:
-bien y mal.

Sobre el papel no hay caricia que se me resista
ni se fingen los orgasmos
ni los susurros de después.
Aqui puedo describirte con tan sumo cuidado
como si de volver a crearte se tratara.

Puedo hacer que digas
exactamente, lo que quiero escuchar,
puedo hacer que quieras quedarte,
y soltarte cuando yo decida echarme atrás.

Te escribo,
ahora que no te tengo
porque
es
la
única
manera
que

de
tenerte.

Aqui, sobre el papel,
eres tal y como imaginé,
no tienes defectos,
-y las virtudes las invento,
Aqui te creo yo
basándome en tu molde
pero partiendo desde cero.

esculpiendo tu silueta
como se esculpen las figuras más perfectas:
con la lengua y los dedos
y las manos y los ojos
y tu pelo y el mio
y tu piel y mis gemidos.

Te he conseguido hacer tan real
que casi te creo con los ojos abiertos
-que casi te quiero,
y es perfecto.

Tú no hace falta que vuelvas,
ni para irte
ni para quedarte,
y no es que no te eche de menos

es
que
desde
que
te
has
ido,

por fin te tengo.



Mónica Gae.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Neruda, tenemos que hablar.

 
"Digamos con cautela, en contra de Baudelaire, que en poesía no todo es previsible y al componer se eligen, a veces, formas no por razones claras, sino por instinto; y se crea, sin saber con definida claridad cómo."

Me pregunto hasta qué punto son mis dedos los que escriben al silencio y no las innegables ganas de escribirte a ti. A voces. Me pregunto dónde esta el límite en que mi inconsciencia deja de calcular cada palabra y torna en sangre la sinrazón que me lleva a plasmar lo que siento. Hablo de musicalidad, de utilizar como bengalas, y en otras ocasiones como escudo, ciertas expresiones. Hablo de escribir tu nombre y borrarlo y volverlo a escribir. Y ver que todo lo que no sean esas seis letras que construyen tu escondida identidad no son más que una absurda combinación de sustantivos, pronombres y adjetivos para que tú, y sólo tú, me desleas entrelíneas.


Hablo de inventarme palabras porque ninguna esta a la altura de esto que llaman tu nuca. De haber hibernado ahí para luego morir de frío cuando ni siquiera ha llegado el Invierno.

Juego, extorsiono, amenazo a ciertas partes de mí misma si no logran escupir todo lo que quieres oír, me desboco el alma y rezo a cuantos libros caen en mis manos para encontrar en ellos la clave única para recuperarte a ti.

Me refiero con todo esto, a la línea que separa lo que meticulosamente escojo escribir y lo que, quizás sin darme cuenta, acabo escribiendo. Me refiero a la idea principal con la que miras un folio en blanco y la cara de -disculpen la expresión- gilipollas que debo poner al releer a veces según qué sangrados.

Todo se reduce a un antes y un después.

Todos los relatos, todo lo que doy a conocer.

Un antes de conocerte y un después de haberte regalado cada gota de tinta que corría por mis venas. Te leo, te releo e intento alimentarme con la forma en que tus ojos  conjugan ciertos verbos.

La esperanza es, entonces, sumergirme en una de tus metáforas y creerme viva en ella.

(en ti)

Pero tú lees a Salinas y a Quevedo. Tú lees a Kafka y a Bukowski. A Lope, a Miguel Hernández y a Walt Whitman. Escuchas a Sabina y te retuerces con John Mayer. Yo no puedo competir con eso, claro que no. Yo no llego ni a la suela de sus contraportadas.


pero yo te quiero más.

(pero yo te quiero)

Y ellos ni siquiera te conocen.

(aunque todos hablen de ti)


Quizás Neruda utilizó la Primavera en los poemas más bonitos que jamás se han escrito. Y yo a ti te llamo Primavera, entiende que tenga un serio conflicto con su persona. ¿Qué he de hacer para que pienses en mi, y no en él, al ocultar tu nombre con tan sagrado pseudónimo? Quizás los versos más bonitos estén ya todos escritos y ése sea el verdadero problema.




Pero yo quiero hacerte a ti lo que Neruda quiso que la Primavera hiciera con los cerezos.





No sé si me explico.




Mónica Gae.

viernes, 19 de octubre de 2012

Asuntos pendientes.

Te arranqué la vida y me salpicaste los huesos con palabras fabricadas de vísceras y lluvia; me inhundaste el alma de las cartas que no me atrevo a enviarte; te llevaste la razón contigo cuando nos follamos en aquella habitación de hotel; habitación trescientos tres; me guardé tu miedo en los bolsillos del Invierno y no me queda espacio para un silencio más.

Te eché de menos y me sangraste por los ojos; te lloré canciones tristes por si Nostalgia volvía y nos acariciaba; por si amanecías con las ganas del ayer pero sin mañana. Me vacié la piel de otros cuerpos y bostezaste mi nombre entre tus dedos y los míos.

Me abrazaste los nervios del dolor y no fue abrazo sino vida; apretaste contra mí tu pecho y noté entonces cómo se clavaban aún más las puñaladas. No pude controlar mis instintos voluntarios y tu pelo se encargó de envenenar el resto del oxígeno. Mi cuello se intentó enredar al tuyo y el tiempo dejó de ser eterno para ser recuerdo.


(Casi lo consigues en ese instante, casi.)

Los músculos de mis pestañas ansiaban tus labios y los pulsos de mis latidos temblaban al pensarte en otras bocas. Mis manos fueron barcos repletos de agujeros en medio de ningún océano. Mi cuerpo tornó sus carnes en blanco y ocre y confundí tu sexo con el frío del Otoño.

Te colaste en mis entrañas, entrañable Primavera gris. Me robaste los cigarros y mis pulmones dejaron de respirarte versos; me devolviste como a un producto caducado al baúl de los olvidos y aún sigo imaginando que vuelves para terminar lo que empezaste.
 
 

Te quedaste a medias de matarme. 
 


Mónica Gae.

viernes, 12 de octubre de 2012

Sin título.




Llevo casi dos horas y media escribiendo y borrando todo lo que sangro por miedo a salpicarte con mis miedos, y es irónico, pues creo que estas ya demasiado lejos incluso para darte cuenta de que sigues siendo parte de las líneas que te escribo.

Y es que huir sin mirar atrás sería menos complicado si no fuese justamente atrás donde se está quedando todo lo que pudimos ser. Yo no tengo ni tuve ni tendré tanta fuerza como tienes tú. Yo no puedo mirar tus fotografías sin tiritar de ganas de sumergirme en cada una de ellas. En esa sonrisa que me mata y me dio la vida tantas veces.

Yo no puedo leerte sabiendo que cada verso esta más y más lejos de acercarse a mí. Que lo que duele no es saber que ahora le escribes a ella, sino ser consciente de que lo haces con las mismas manos con las que un día me escribiste a mi.

Ojalá hubiésemos inventado un idioma que sólo entendiésemos tú y yo, un lenguaje que pudiera gritar en plena noche cuando me despierta tu recuerdo y deslizo cuidadosamente mi mano hasta el otro lado de la cama con la intención de encontrarte, y luego morir muy poco a poco al volver a la realidad y ver, que ahí es justamente donde ya no quieres estar.

Jamás hubiese imaginado que el silencio pudiese llegar a hacer tanto ruido a las cuatro de la madrugada.

Deberías preguntarme por qué no duermo al caer la noche, por qué no cierro jamás los ojos hasta bien pasado el amanecer.  Pregúntamelo. Te diré que tengo miedo de soñar contigo. Te diré que por el día hay demasiado ruido como para caer de lleno en ese mundo en donde te sueles colar y de momento, no cerrar los ojos es la única manera que tengo de poder dejar de verte.

Pregúntame por qué temo a mi subconsciente. Te diré que eres tú quien vive en él y te diré que duele, no te imaginas cuánto duele darle la libertad para soñarte y despertarme y ver que todo lo que acaban de tocar mis manos no es más que parte de una mentira demasiado amarga.

No, no duermo de noche por miedo a soñarte. No lo hago porque sé que no estarás ahí al abrir los ojos, porque sé que ya no quieres volver a estar.

Este tramo de la huida esta acabando con lo poco que quedaba ya de mi. Apenas soy una hoja arrugada con un millón de tachones cobardes por miedo a no poder leerte una vez derramado tu recuerdo sobre el papel. Quizás por miedo a que tú no quieras volver a leerme a mi. Ni a escucharme tan siquiera. Duele(s).

Aún no sé cómo lo has hecho, pero me has convertido en una marioneta encadenada a tus hilos y has conseguido sublevarme a cada uno de tus movimientos. Córtamelos, o haz que vuelva a bailar al son de tus deseos.

Mira al cielo y dime cuántas estrellas ven tus ojos. Así quizás se a más fácil. Cuéntalas, y dime el número exacto porque desde donde yo estoy sólo puedo verte a ti haciéndole sombra a cualquier constelación. Me has robado la ruta a todos los planetas a donde solía huir y me has dejado sin oxígeno en una atmósfera completamente desconocida. Aquí no estas tú despeinando mis mañanas, mi pelo largo entre tus manos. No estás tú para decirme que las ojeras son la huella que dejan los sueños en los que se besa mucho. Aquí no estás tú y no te imaginas cuánto duele.

No puedo describirte cuánto dueles.

Apenas me quedan fuerzas para lanzarte esta última bengala y ni siquiera sé si estarás mirando al cielo. Necesito que mires al cielo. Estoy tirada en cualquier rincón de tu cuerpo esperando a que me encuentres para poder decirte que jamás me he alejado de ti.

Que- jamás- me- he- alejado- de- ti-.

Que he intentado engañarme, una y otra vez pensando que si escribía un cuento repleto de mentiras, alguna acabaría volviéndose verdad, y lejos de eso, temo que cada uno de esos cuentos hayan destruido por completo cualquier esperanza de volver a leernos.

No te imaginas cuánto lo siento, ya no tengo fuerzas para volver a coger un tren. Y es que ya no queda sitio en mi piel donde guardar los billetes, sigo repleta de tus huellas dactilares. Han inundado por completo mi cuerpo y prefiero tenerlas a ellas si por más que vaya allí.. tú jamás vas a volver a estar.

Sigo anclada en la estación en donde nos dejamos los sueños. Me pregunto si aún seguirán allí, si alguien los habrá adoptado y les estará cantando bajito para que se duerman cada noche o estarán muertos de frio, y miedo, sabiendo que llega el invierno y no dormiremos en la misma cama para acunarlos. Ni serán nuestros labios sus bufandas nunca más.

Ojalá estuvieras tú aquí ahora, estoy tirada en cualquier calle de Madrid esperando que la casualidad o el destino que un día nos unió nos cruce de nuevo en su camino

..pero llueve y no apareces..

El tren llegará en apenas unas horas y daría lo que fuera por saber si dejé mi perfume en tu almohada cuando me marché. Al menos mi corazón, si sé con seguridad que lo dejé contigo.

 y ojalá lo veas, y ojalá lo arropes, y ojalá me lo devuelvas en forma de "vuelve".

que llegan días de lluvia y deberías saber que es un friolero. Tápalo bien, Primavera, tápalo bien. Y háblale bajito o escríbele suave (que solo así sabe dormir.) Me dijo que lo dejase allí, en tu espalda. Me dijo algo de tu pelo, de tu piel, algo de que quería besarte en la nuca cada vez que te viera temblar.

y allí lo dejé.

(y allí debe estar)

dale tú las buenas noches de mi parte

Esta vez te toca a ti cuidarlo a él.


Mónica Gae.





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domingo, 23 de septiembre de 2012

Como un puzzle de dos piezas.

tengo.

una Caja de Pandora con tu nombre descosido en el reverso. una cicatriz con los restos de un naufragio que me mira cuando tengo sueño. un lápiz que necesita tinta y no saliva. una pluma adicta al sabor de mi sangre. dos besos en la frente y uno en la nariz. una caja de acuarelas sin el color de tus ojos. un Otoño que llega en forma de nostalgia. un balcón hacia tus piernas. un olor en mi almohada que asemeja ser el tuyo.

tengo.

miedo al tiempo. al blanco de tus dientes. a los fantasmas que se acuestan a mi lado. a dedos que juegan a enredar mi pelo. a espaldas frías con costillas mal contadas. a no saber abrir los ojos cualquier día. a no poder cerrarlos cada noche.

tengo un millón de palabras que necesitan de tus ojos para ser escritas. caricias que no son sin tu piel. miradas ciegas por verte amanecer. un mechero que me quema los pulmones. un mensaje en borrador pidiéndote un café.

tengo lluvia, besos con tu nombre, una guerra para darte, una tregua que firmar. tengo una maleta que no cierra. una reserva de tres noches y un billete con destino hacia Madrid.



tengo un puzzle de dos piezas.




(y ni puta idea)



Mónica Gae.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mi Otoño en tus manos.


-..-.--..----..-.-.--.---.-...-.-..

a ver cómo le explico yo a mi corazón que no se tenía que enamorar. y menos tan así. y menos tan de ti. a ver cómo le digo ahora a mi espalda que basta de esperar. que estaba equivocada. que a lo mejor, solo a lo mejor, todo el mundo llevaba razón al decir que le diera tiempo al olvido. a ver cómo le explico yo a mi razón que ha perdido por completo el juicio y la cabeza y el norte y el sur. que ha perdido la maldita brújula. a ver cómo te explico yo a ti que lo que quiero, lo que quiero contigo es perder los pantalones.
en mi cama o en la playa o en un parque o en la mismísima Gran Vía. pero no volverlos a encontrar.

a ver, a ver cómo me explico a mi esta noche. a ver cómo te digo que te quiero conocer. más. más aún. más tú. más. dame un poco más.

Sobredosifícame de ti, que de algo tendré que morir, y si es en tu piel me parecerá una muerte deliciosa. me pareces-. una-. maldita-. delicia-.

pero tampoco me hagas mucho caso, que apenas te conozco. (o hazme caso precisamente por eso)

tú eliges.

y mientras eliges,  intenta decirle tú a mis dedos que paren. que paren de escribir. que aún te tienen que buscar un nombre y Diciembre y Primavera ya están cogidos y tú te mereces uno igual de bonito.

o más.

a ver quién tiene valor para llamar primero. a ver quién escribe antes a quién y saluda con lo que será uno de tantos saludos. a ver, a ver cómo consigo dormir ahora. cómo le digo a mis ojos que paren de recordar los tuyos. que la noche estaba tan preciosa porque la miraba a través de tu piel. y qué piel.
y qué boca.

¿o fue un sueño?

me pregunto cuándo me atreveré a tocarte. cuándo te escribiré la primera carta, a mano, perfumada, bajo la almohada. cuándo me invitarás tú a cenar y cuándo a cambio yo te prepararé el desayuno.

el café.  

 me pregunto si te gustará el café. si preferirás una o dos cucharadas de azúcar. yo prefiero cinco. quizás tú lo prefieras solo. me pregunto cuándo te lo preguntaré. con qué cara me mirarás. si sonreirás o no. si me besarás después. si moriré en ese mismo instante o querré vivir en tus labios eternamente. me pregunto, maldita sea, por qué estoy escribiendo con esta cara de idiota. por qué no puedo parar de escupir semejantes tonterías. por qué si apenas te conozco. quizás, quizás no pueda parar precisamente por eso.

quizá-. (no)-. deba (mos)-. querer-. parar-.




¡pero qué día tan bonito! ¿no crees? ya se nos ha hecho de día y el sol sin avisar. yo juraría que aún es media noche y míranos, las siete de la mañana. las siete y media. y tú de vuelta a tu realidad. y yo tumbada en la cama escribiendo esto. quizá mañana me conozcas con ojeras, pero qué más da. algún día te pediré ojeras. noches enteras. noches en vela. ojeras. dulces y bonitas ojeras.


creo que ya sé como voy a llamarte. te mereces una estación entera y la que llega quiero que tenga el sabor de tu voz.



dulces sueños, Otoño.


Mónica Gae.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La gente no tiene ni idea del dolor.



William Faulkner, en su novela “Las Palmeras Salvajes” hizo decir a uno de sus personajes: “Si tuviera que elegir entre el dolor y la nada, elegiría el dolor”.

la gente no tiene ni idea del dolor, no te han besado un día de lluvia para luego ver llover sin ti. no te han desnudado minuciosamente para luego verte despertar al tiempo en que te subes los pantalones con las prisas de la huida. la gente no tiene ni idea del dolor. ¿por qué ha de ser un sentimiento negativo? ¿por qué buscar únicamente la felicidad? ¿por qué coño quedarse a mitad del vivir? la gente no tiene ni idea del dolor. ni puta idea. no te han visto frente al espejo intentando arreglar la tristeza de tus ojos. ellos no te han visto dormir, qué sabrán entonces de la paz. de la calma. qué sabrán, qué sabrán los mortales de morir. cómo contarlo bajo tierra.

me pregunto, entre el humo de algo más que un cigarrillo, si no serás tú eso que la gente llama miedo. me pregunto cuánto de ti habrá en las tinieblas de la noche. cuando apagan las farolas. cuando quemas. cuando dueles. me pregunto qué sabrá la gente del dolor. ellos no tienen ni idea, ni puta idea.

dice la RAE algo así: "sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior."

qué coño sabrá la RAE.

dolor es verte sonreír en una fotografía y no tener la posibilidad de decirte que es ahí donde quiero vivir el resto de mi vida.



y sólo quien entiende la segunda definición, sabe lo que es el dolor.




Mónica Gae.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Colisión interestelar.


'he conocido a alguien, mi amor, y se ha colado por la herida que tanto te empeñaste en mantener abierta.'

me engaño y me repito que no me has olvidado, que me esperas. me pregunto mirándote a los ojos de una fotografía sin dolor, si tan bien te has creído tu papel o nada de esto forma ya parte del guión. te miro y desgasto la tinta de esto que llaman sangre en relamerte por dentro. en sonsacar de ti aunque sólo sea una mueca de mí. me mutilo, me mutilas y yo mantengo la herida abierta sin saber por qué. mi amor, no lograba entender por qué. sentía la necesidad de sufrirte gritando en silencio tu prohibido nombre. llorándole al mar para que nadie pudiese notar esta tristeza mía. me preguntaba, mi amor, por qué esta cicatriz me hacía tanta compañía en días de lluvia y entonces bajó una estrella y empezó a orbitar sobre mis dudas y lo entendí. apareció de la nada y cayeron de mis ojos tantas vendas como espinas en carne viva. los clavos ardiendo que dejaste los sujetó con sus dedos y los acercó a mis ojos y me obligó a mirarlos. se empeñó en que viese lo que tanto me había estado consumiendo. me explicó que no debía temerle a tu recuerdo, que debía aprender a sonreír de nuevo. me preguntó, mi amor, me preguntó qué hacía un invierno como yo en un verano como éste y me besó muy despacio. sus labios eran asteroides y colisionamos. nos fusionamos. me miró entonces y me susurró bajito si podía colarse por el hueco de una de tus tantas puñaladas que con tanto cuidado intenté mantener intactas. se quedó allí a dormir, en mi cuerpo, donde habitaban las pesadillas que olían a ti. sólo así dejé de recordar tu olor y fue muy triste y a la vez hermoso. casi melancólico. entonces entendí el por qué de mantenerte tan presente. por qué incitaba a mi cama a que te soñase cada noche. por qué abrazaba tu recuerdo y por qué me sabía tan dulce la espera de algo que ya no iba a llegar. yo pensaba que tú también me estarías esperando, qué ciega estaba. qué tonta he sido. pero bajó una estrella, mi amor, colisionamos y se coló por mis heridas, por las heridas de ti. me levantó la piel muy despacio y con cuidado y me acarició los nervios de los huesos. me desinfectó de tus labios con su saliva y ahora entiendo por qué quise mantener mi corazón expuesto a la intemperie. sólo desde dentro podría cicatrizarte y ahora lo entiendo. y duele, pero es un dolor suave, es una lectura en braille sobre mi piel, es una explosión de sinestesia que te está borrando por completo, poco a poco pero por completo. así que gracias, mi amor, gracias por tus ojalás con destino a ella, por tantos disparos cargados con balas de lluvia, por jugar con la palabra huida como si no fuese a dolerme sabiendo que era de mí de quien huías. cuesta abajo, mi amor,

esta estrella me dice que te olvide, cuesta abajo.

Mónica Gae.

viernes, 31 de agosto de 2012

Libros amantes, amantes libros.


                      Esta entrada os puede interesar.

Últimamente tengo la costumbre de echarle fotos a trocitos de poemas o frases o textos conforme los voy leyendo y pienso que a alguien le podrían gustar, y sois muchos los que últimamente me decís que os recomiende algún libro, pues bien.

Ante todo, creo que la mejor forma de recomendar un libro a alguien, es conociendo a ese alguien, y puesto que a la gran mayoría de los que me lo decís no os conozco (al menos, en persona), me he tomado la libertad de compartir con vosotros los libros que me han acompañado este verano (y algunos desde un poco antes).

Intentaré hacer alguna reseña breve de los que me parezca oportuno, no obstante, en Comentarios me podéis dejar preguntas o dudas o lo que queráis acerca de cualquiera de estos libros que prometo responder a todas, antes o después, en cuanto saque un pelín de tiempo.

Os adjunto una foto de mis bellos amantes mirándome en mi escritorio, por si queréis ponerle cara a algún libro. He intentado que sea de buena calidad, no sé cómo la veréis desde el servidor de Blogger.





LOS LIBROS LOS TENGO DIVIDIDOS EN DOS COLUMNAS. En la primera son más bien rollo psicología (pero de la que da gusto leer, de la entretenida), y la segunda, mi favorita estos últimos meses, esta llena de poesía y prosa deliciosa, de verdad, deliciosa.

Así que sin enrollarme más,  os dejo POR ORDEN, Primero la primera columna y luego la segunda Y de arriba abajo, el título de los libros así como su o sus autores.

Primera columna como os he dicho, ésta, en gran parte, sólo os interesará a los que os gusta comeros mucho la cabeza y seáis un poquito retorcidos de mente. Like me. Casi todos son de psicología o técnicas sobre cómo saber o indagar un poco más en ti mismo y en los demás)

-Gramática de la fantasía, de Gianni Rodari. (A los escritores os gustará. Habla sobre cómo escribir de manera “bonita” o “sensual” de modo que atraiga al lector, con ejemplos de autores increíblemente buenos y consejos que de verdad merecen la pena leer.)

-Cuentos de la Malá Strana, de Jan Neruda.

-Tu inteligencia, de Alejandra Vallejo-Náguera y Roberto Colom Marañón. (Este es buenísimo y muy rompecabezas a la vez.)

-El camino de Shimriti, de Jorge Bucay.

-Los engaños de la mente, de S.L Macknik y S.Martinez-Conde. (Brutal)

-Yo tengo razón, tú estás equivocado, de Edward de Bono. (Para los que seáis unos cabezotas orgullosos que siempre tenéis que tener la última palabra, este os gustará. A mi me encantó.) ;)

-Comportamiento no verbal y comunicación, de Pio E. Ricci Bitti.

-Cimas y Valles, de Spencer Johnson, M.D. (Este es increíble en cuanto a la superación, rollito ZEN del romántico perdido en su propio corazón. Exquisito.)

-Nuestra incierta vida normal, de Luis Rojas Marcos.

-Endorfinas, de Jack Lawson.

-Teoría de los sentimientos, de Carlos Castilla del Pino.

-La inutilidad del sufrimiento, de MAria Jesús Álava Reyes. (Nos deja un poco mal a los adictos a los dramas sentimentales y la tristeza y tal, pero no se puede negar ni un poquito de lo brillante que es este libro.)

-Textos de psicoanálisis, de S.Freud. (Mi amor por Freud empezó aquí.)

-Psicología dinámica, de Poch.

-Manual de psicología.

-Inteligencia emocional, de Daniel Goleman.

-La práctica de la inteligencia emocional, de Daniel Goleman.


Y SEGUNDA COLUMNA. Ésta es la que os va a gustar a los que seáis un poco más normales. Son, en su mayoría, de poesía o del estilo. Esta columna me la he leído, a excepción de unos pocos, toda este verano, así que si tenéis alguna pregunta o curiosidad, preguntádmela, que os responderé con las ideas fresquitas.

EMPEZANDO POR ARRIBA:

-Cuentos, de Edgar Allan Poe.

-Días y noches de amor y de guerra, de Eduardo Galeano.

-El Anticristo, de Friedrich Nietzche.

-Relatos Breves, de Edgar Allan Poe.

-El erotismo entre los europeos, de E. Russell. (Muy calentito todo. Sin obscenidades, habla sin ningún pudor sobre el sexo y sus peculiaridades en toda Europa. Muy interesante.)

-Cartas desde mi celda/Cartas literarias a una mujer, de G.A.Bécquer. (Él no lo sabe pero yo lo amo desde que me leí este libro.)

-El Zahir, de Paulo Coelho.

-El discurso del método, de Descartes. (Creo que muy fundamental leerlo.)

-Fóllame, de Virginia Desplentes. (Una mezcla entre sexo, drogas, putas, crímenes intriga, más sexo, más drogas y un final acojonante. Muy muy recomendado.)

-Antiestrategias, de Claudia Noseda.

-Pasión en la Tierra, de Vicente Aleixandre. (Este libro me lo leí en una sola noche. Mi favorito SIN DUDA de todos los que aquí hay.)

-Somos el tiempo que nos queda, de J.M Caballero Bonald. (Es una antología en la que hay tanto poesía como pequeños relatos, tipo Blog, con un lenguaje muy actual y una magia a la hora de escribir muy envidiable.)

-Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría.

-Amor, curiosidad, prozac y dudas, de Lucía Etxebarria. (éste se esta convirtiendo en uno de mis libros preferidos. Aún no lo he terminado, pero si no la conocéis, de verdad que os recomiendo a esta autora en general, lo que hace aún no tiene nombre.)

-Todas las palabras, de Juan Carlos Argüelles. (Pequeño libro de poesía muy muy bonito, corto, perfecto para los ratos libres. Hay algunos versos por los que os merecerá la pena leéroslo entero.)

-Del Amor, de Stendhal. (Qué decir de este libro. Leéroslo y os robará el corazón.)

-¡Adelante!, de Charles Bukowski. (¿Buscáis un dios de la poesía al que le encante hablar de alcohol, apuestas, juegos ilegales, mujeres…? Este es vuestro libro.)

-Sobre el tratado de la Tolerancia, de Voltaire.

-Kwaidan (varios autores, relatos breves y poesía japonesa, no esta mal, pero tampoco para leérselo dos veces –en mi opinión, claro está)

-¿Por qué las mujeres necesitan chocolate?, de D.Waterhouse. (Éste es bastante divertido, bastante antropológico, explica científicamente muchas curosidades que a día de hoy pueden parecer machistas o feministas cuando son completamente pura evolución humana. Muy recomendado.)

-El crepúsculo de los ídolos, de Friedrich Nietzsche.

-Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam (increíblemente bueno)

-Esto no es justo, de Sally Nicholls.

-American Psycho, de Bret Easton Ellis. (éste tiene una historia curiosa porque lo compré en una Feria de segunda mano por cinco euros y resultó tener un fallo de imprenta que hace que para coleccionistas doble el valor original que tenía el libro en un primer instante.)



Espero que os gusten y lo dicho, no dudéis en preguntar lo que queráis, en todo lo que pueda estaré encantada de ayudaros.

sábado, 25 de agosto de 2012

telegrama urgente a quien quiera recibirlo.


(algún día)




algún día te diré la verdad sobre estos días. te diré que estaba destrozada, que me destrozaste, que me dejaste en la maldita cuneta aún con tu sabor en los labios. te diré que hiciste de mi un puto mosaico de mil piezas, que no tenías derecho a ello. te diré, te diré que hice autostop. te diré que alguien paró su coche y me ayudó a recoger los pedazos de tu huida. que sus labios también supieron besar. que sus brazos también me abrazaron. que me hice ovillo en su cuerpo y me arropó la espalda. te diré, maldita sea, te diré que no me bajes la mirada. que tú lo rompiste todo. que jamás, jamás tendrás derecho a replicarme nada. que nunca podrás culparme por haberme agarrado a un tronco de madera cuando fuiste tú quien decidió naufragarnos. que, antes de odiarle u odiarme u odiarte deberías mirarme a los ojos y explicarme por qué creíste que tanto dolor era necesario. deberías, joder, deberías darle las gracias por dejarme huir de ti consigo y deberías mirarte a un puto espejo cuando pretendas saber quién tuvo la culpa de todo esto.



Atentamente, Mónica Gae.

sábado, 18 de agosto de 2012

A veces, sólo a veces.


 a veces.

sólo a veces. te siento a mi lado y hasta alcanzo a oler tu pelo pero. siempre huyes. siempre dueles. y siempre es sólo a veces y nunca es sólo un rato donde volver a perderte. a veces. intento imaginar qué estarán haciendo tus dedos ahora, qué piel andarán besando. pero sólo a veces. y enciendo el portátil y tecleo tu nombre en esa pestaña donde absurdamente dice “buscar personas, lugares y cosas”. qué irónico. “personas, lugares y cosas”. si Facebook supiera.

y entonces, aparece tu cara ahí, siempre en primer plano de mi mirada. y me inundo en tus ojos y en tu boca y en tus labios y en tu todo. me sumerjo. me mutilo. acaricio el vacío de lo que ya no es mío. reniego mi suerte y suspiro y pasan tus fotografías. una tras otra. y yo voy perdiendo el oxígeno y mi habitación se infecta del sabor de no tenerte. de aire tóxico. de niebla y lluvia y una ciudad sin ti. es mi cama entonces la que te echa de menos. pero sólo a veces.

anoche, por ejemplo. que escuché tu nombre en voz ajena. voz en off. yo estaba en la playa y pregunté 
a quien estaba conmigo si sabía algo de Astronomía. ya sabes. por si acaso había oído hablar de ti y lograba ubicarte entre tanta estrella. entonces, y pese a toda probabilidad de que eso sucediera, sucediste. ahí estabas tú, con tu piel desnuda y el nombre de Rayo Verde.

un fenómeno estelar que aparece cada amanecer, ¿sabes?. justo cuando el Sol y el mar están en un único y fugaz punto exacto del horizonte. cuando ni uno ni otro se atreven a ser protagonistas del momento. en ese instante, y sólo en ese, comparten papel y.

durante unas milésimas de segundos, el Sol y el mar se mercen  sobre un falso infinito y se deja entrever, -allá donde los sueños se pueden alcanzar, tu nombre y mi nombre tras el pseudónimo de Rayo Verde. una luz directa y efímera, un haz de color repleto de un millón de matices y reflejado y resumido en un solo tono entre azul y ocre.

solo unos pocos han conseguido verlo. y aún son menos los que han logrado inmortalizarlo a través de un ingenuo objetivo de cámara.

¿entiendes ahora por qué me acordé de ti?

sangré tu nombre camuflado en otro. repetía intoxicada una y otra vez la descripción de aquello que tanto se parecía a ti. a mí. ansié en ese momento que fueras tú quien estuviese a mi lado. ansié en ese momento hacerte el amor en el mar y susurrarte muy bajito y al oído que has sido lo más bello y más doloroso que ha besado mis pestañas. te tengo. aún te tengo en mi piel. tus dientes siguen aquí, por si los estabas buscando. tus ojos tus manos tu pelo tus maneras, siguen aquí.

tu olor en cambio siempre desaparece. se va. supongo que a los brazos de ella. y no la culpo. qué envidia y qué suerte y qué triste si no sabe que tiene.

pero qué más da. supongo.

(estas cosas sólo me las permito pensar a veces.

sólo a veces)

Mónica Gae.

jueves, 16 de agosto de 2012

Tiene cuatro llamadas perdidas.


Nota: para los que aún no lo sepáis, cuando escribo sobre Eme o Michelle o Hache es PURA FICCIÓN. todos los veranos me da por intentar escribir alguna novela -la cual acaba en la papelera de reciclaje apenas empezar Septiembre-  y ésta entrada como algunas otras es sólo parte del intento de este Julio y Agosto tan calurosamente fríos. espero que os riáis un poco con esta entrada. basta de ñoñerías (por esta noche) ;)

(...)


a veces tengo la sensación de que la tecnología intenta darme por culo con esas malditas frases hechas. manda cojones. como cuando se peta el wifi robado del vecino y aparece, en medio de la pantalla de tu ordenador, sin avisar y en un cuadrado rojo lleno de exclamaciones “la ventana se ha cerrado inesperadamente. ¿desea intentar abrirla de nuevo o prefiere reiniciar el sistema? y tú, puesta hasta las cejas de buscarle últimamente el doble sentido a todo, te quedas con cara de gilipollas.

como cuando el contestador de casa te recuerda que nadie te ha llamado. “tiene – cero – mensajes” exclama esa voz robótica con aire de superioridad y así. haciendo una pausa en cada palabra por si acaso no te ha quedado claro la soledad de tu vida. que por otra parte, -disculpen el lenguaje-, yo no he visto en mi puta vida un contestador de esos. debe ser cosas de pelis americanas.

a lo que íbamos. que me voy por las ramas y luego no hay quién me baje.

anoche me llamó Paul. cuatro veces. supongo que iría hasta el culo de esa mierda que le ha dado por pillarse ahora y le apetecía follar un rato. hay que ver cómo cambian los tíos cuando van colocados. conocí a Paul la Navidad pasada y me pareció un chaval de lo más encantador. de hecho, desgraciadamente, lo es. no sé qué hace detrás de una tía como yo. pero eso ya se lo he advertido.

quien avisa, no es traidor.

el caso es que me encanta la forma que tiene de mirarme, como si no hubiese roto un plato en mi vida o fuera de esas tías diferentes que sólo encuentras una vez en tu vida. desde que le conté mi historia con Hache piensa que lo que soy, es sólo una mera fachada. puro teatro. pasen y vean. él qué coño sabrá, 
al menos folla bien.

él es de aquí, de Madrid, y como yo, natural de Barcelona. eso suele bastar como conversación de después hasta que se ducha y yo me invento cualquier escusa y acaba por desistir y marcharse con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho.

-¿has ido últimamente a la Barceloneta? han puesto unas farolas tipo after de discoteca que rehúyen la intimidad como quien acaba de meterse una cabeza entera de ajos en la cena para luego salir de cacería.
-no será para tanto, la Barceloneta me parece un paseo precioso.
-por favor, sabes tan bien como yo que por la noche se peta de jóvenes imberbes intentando echar un desesperado polvo con su novia de quince años.
-eres una exagerada, Michelle.

Paul nunca me llama Eme. creo que quiere parecer diferente aunque. quién sabe. quizás lo sea. normalmente nadie me llama Michelle a no ser que me acaben de conocer, se trate de una conversación seria o le de morbo el nombrecito en mitad de un polvo. que oye. raros hay por todas partes y créeme-.


la verdad es que, esto de tener piso propio es una gozada. pagamos un ojo y medio de la cara y un cuarto de pulmón cada mes pero. estar en el centro de la capital merece la pena. a 12 minutos de Sol, qué placer. eso si, tienes que tener cuidado de a quién metes en tu cama. a mi personalmente no me mola eso de que tíos a los que solo me voy a tirar una noche sepan dónde vivo. qué mal rollo. luego se ponen cachondos a las cuatro de la madrugada o discuten con su novia y aparecen en tu puerta. y a ti se te queda esa cara de cuando estas haciendo una mamada y no te avisan. serán cabrones. qué asco. luego no te quitas esa sensación pegajosa ni pegándote la ducha de tu vida.

en fin. por las ramas otra vez.

será mejor que llame de una vez a Paul. espero que esta vez haya comprado los condones él.


 Mónica Gae.

miércoles, 15 de agosto de 2012

qué coño importa ya.


¿Cómo se abre un corazón sin cirugía?

solo tú lo conseguiste y yo apenas fallecí treinta y dos veces. una por cada noche recordando aquellas otras cuatro. Una muerte dulce que solo pueden entender tus labios. vuélveme a matar -te suplica esta idiota hecha pedazos- que hoy echo de menos resucitar entre tus manos.

[y tú tan lejos
y yo tan nada-.]

y vuelta a empezar.

Hache.

tú allí y yo aquí. las tres y cuarenta y tres de la madrugada. al menos la hora es la misma en todos los relojes –piensa. ¿será eso todo lo que ahora tengamos en común? quizás si. quién sabe. Nunca llegué a conocerte ni dejé que tú me conocieras a mí. bueno. miento. dejé que conocieras lo que me interesaba darte a conocer. Y aún con esas, esto. tinieblas. abismos. ausencia. carretera y miedo y todas esas palabras que tanto nos gustan.

lo de siempre.

Aytor. dos años y medio (-con y-) sin ti. Dos veranos, dos inviernos. cómo me mataste cuando decidiste huir, cuánto me doliste y cuántas veces quise llamarte para dejar de morir así.  y ahora apareces. así. de la nada. -Vuelves. así. de la nada-. quizás sea cierto eso de que el tiempo lo cura todo, o al menos, suaviza el dolor de manera considerable. No voy a decirte que te sigo queriendo, tranquilo. ya no. pero ya sabes, cierta playa siempre llevará tu nombre y hoy te escribo desde la misma arena en donde te conocí aquel veintiséis. qué guapo estabas. qué perfecto te creía. semidios bajado del cielo, cuánto te llegué a soñar y cuántas noches me quitaste el sueño.

qué pena.

ahora sólo recuerdo tus ojos azules. ¿dónde fueron a parar los cuentos que me repetía y te repetía cada noche? ¿te acordarás tú de mi alguna vez? ¿seguirás con aquella… cómo se llamaba, Silvia, Sandra? quién sabe. 

demasiadas preguntas que ya no me interesa responder.

y ése, ése es precisamente el motivo de que esté esta noche en esta playa. en nuestra playa. contándote esto por si tú me entiendes. qué acojonada estoy. lo admito. de hecho, lo grito. pido ayuda y lanzo bengalas y quiero e imagino un bote salvavidas. lo necesito. preveo el desastre y la catástrofe. la siento. la noto. la huelo.

y va a doler.

tanto o más que contigo, A. cómo escuece el alma de si quiera imaginarlo. ¿dónde iré a parar cuando haya olvidado por completo lo que tanto siento estar dejando escapar ahora? dime ¿dónde? ¿cómo podré sobrevivir entonces? cuando ya ni siquiera sienta curiosidad por saber cuál ha sido el último cantautor que ha descubierto o quién duerme en su cama al caer la noche, ¿qué me quedará? ¿a quién le escribiré estas tonterías esperando un mensaje al móvil o un simple comentario en el tablón? ¿buscaré en la agenda viejos números para avivar ciertas llamas o me autocompadeceré de mi misma hasta dejar de sangrar su ausencia? ¿me desangraré antes de dejar de sangrar su ausencia? ¿seré la única imbécil de este puto adiós que se está preguntando esto?

de nuevo, demasiadas preguntas. 

(esta vez, que sí me interesa responder)

o no.



qué coño importa ya.


Mónica Gae