a
veces.
sólo a veces. te siento a mi lado y hasta
alcanzo a oler tu pelo pero. siempre huyes. siempre dueles. y siempre es sólo a veces y nunca es sólo un rato donde volver a perderte. a veces. intento
imaginar qué estarán haciendo tus dedos ahora, qué piel andarán besando. pero
sólo a veces. y enciendo el portátil y tecleo tu nombre en esa pestaña donde
absurdamente dice “buscar personas, lugares y cosas”.
qué irónico. “personas, lugares y cosas”. si Facebook
supiera.
y entonces, aparece tu cara ahí, siempre
en primer plano de mi mirada. y me inundo en tus ojos y en tu boca y en tus
labios y en tu todo. me sumerjo. me
mutilo. acaricio el vacío de lo que ya no es mío. reniego mi suerte y
suspiro y pasan tus fotografías. una tras otra. y yo voy perdiendo el oxígeno y
mi habitación se infecta del sabor de no tenerte. de aire tóxico. de niebla y
lluvia y una ciudad sin ti. es mi cama entonces la que te echa de menos. pero
sólo a veces.
anoche, por ejemplo. que escuché tu nombre
en voz ajena. voz en off. yo estaba en la playa y pregunté
a quien estaba conmigo si sabía algo de Astronomía. ya sabes. por si acaso había oído hablar de ti y lograba ubicarte entre tanta estrella. entonces, y pese a toda probabilidad de que eso sucediera, sucediste. ahí estabas tú, con tu piel desnuda y el nombre de Rayo Verde.
a quien estaba conmigo si sabía algo de Astronomía. ya sabes. por si acaso había oído hablar de ti y lograba ubicarte entre tanta estrella. entonces, y pese a toda probabilidad de que eso sucediera, sucediste. ahí estabas tú, con tu piel desnuda y el nombre de Rayo Verde.
un fenómeno estelar que aparece cada
amanecer, ¿sabes?. justo cuando el Sol y el
mar están en un único y fugaz punto exacto del horizonte. cuando ni uno ni otro
se atreven a ser protagonistas del momento. en ese instante, y sólo en ese,
comparten papel y.
durante unas milésimas de segundos, el Sol
y el mar se mercen sobre un falso
infinito y se deja entrever, -allá donde los sueños se pueden alcanzar, tu nombre y mi nombre tras el pseudónimo de Rayo
Verde. una luz directa y efímera, un haz de color repleto de un millón de
matices y reflejado y resumido en un solo tono entre azul y ocre.
solo unos pocos han conseguido verlo. y
aún son menos los que han logrado inmortalizarlo a través de un ingenuo
objetivo de cámara.
¿entiendes ahora por qué me acordé de ti?
sangré tu nombre camuflado en otro.
repetía intoxicada una y otra vez la descripción de aquello que tanto se
parecía a ti. a mí. ansié en ese momento que fueras tú
quien estuviese a mi lado. ansié en ese
momento hacerte el amor en el mar y susurrarte muy bajito y al oído que has
sido lo más bello y más doloroso que ha besado mis pestañas. te tengo. aún
te tengo en mi piel. tus dientes siguen aquí, por si los estabas buscando. tus
ojos tus manos tu pelo tus maneras, siguen aquí.
tu olor en cambio siempre desaparece. se
va. supongo que a los brazos de ella.
y no la culpo. qué envidia y qué suerte y qué triste si no sabe que tiene.
pero qué más da. supongo.
(estas cosas sólo me las permito pensar a
veces.
sólo a veces)
Mónica Gae.
Mi más sentido clap.
ResponderEliminarUn atractivo ejemplar, eso tenemos de nueva cuenta aquí, debo confesar que contigo suelo usar guantes al leerte, pues bien sabes que (hay que utilizarlos cuando manipulamos un libro porque, por una extraña paradoja, si bien los libros adquieren vida cuando los leemos, la grasa de nuestras yemas los destruyen cuando pasamos las páginas) con el transcurso del tiempo y mas aun si es un libro valioso y antiguo.
ResponderEliminarComo una primera edición ejemplar y de colección, de aquellas que jamás vuelves a ver, reiteramos, tú, un libro que es más que merecedor de esos guantes, tú, la reconstrucción del tesoro codiciado por fanáticos del arte. Esa pluma tuya que es testigo de tus letras, que es confidente de tus secretos, debe estar mas que saciada por tener el infinito pecado de placer, pues tus dedos deslizan su entorno, de extremo a extremo, incluso a veces me atrevo a imaginar que es presa del delirio del roza de tus labios.
Cuanta suerte debe tener es pluma, mira que dejarse fusionar con el papel en el que escribes y tener el morbo de bailar con cada una de tus letras, ese, debe de ser un pecado echo desde el cielo, una condena permitida sin importar que después, llegase a tocar el infierno.
[]