domingo, 23 de septiembre de 2012

Como un puzzle de dos piezas.

tengo.

una Caja de Pandora con tu nombre descosido en el reverso. una cicatriz con los restos de un naufragio que me mira cuando tengo sueño. un lápiz que necesita tinta y no saliva. una pluma adicta al sabor de mi sangre. dos besos en la frente y uno en la nariz. una caja de acuarelas sin el color de tus ojos. un Otoño que llega en forma de nostalgia. un balcón hacia tus piernas. un olor en mi almohada que asemeja ser el tuyo.

tengo.

miedo al tiempo. al blanco de tus dientes. a los fantasmas que se acuestan a mi lado. a dedos que juegan a enredar mi pelo. a espaldas frías con costillas mal contadas. a no saber abrir los ojos cualquier día. a no poder cerrarlos cada noche.

tengo un millón de palabras que necesitan de tus ojos para ser escritas. caricias que no son sin tu piel. miradas ciegas por verte amanecer. un mechero que me quema los pulmones. un mensaje en borrador pidiéndote un café.

tengo lluvia, besos con tu nombre, una guerra para darte, una tregua que firmar. tengo una maleta que no cierra. una reserva de tres noches y un billete con destino hacia Madrid.



tengo un puzzle de dos piezas.




(y ni puta idea)



Mónica Gae.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Mi Otoño en tus manos.


-..-.--..----..-.-.--.---.-...-.-..

a ver cómo le explico yo a mi corazón que no se tenía que enamorar. y menos tan así. y menos tan de ti. a ver cómo le digo ahora a mi espalda que basta de esperar. que estaba equivocada. que a lo mejor, solo a lo mejor, todo el mundo llevaba razón al decir que le diera tiempo al olvido. a ver cómo le explico yo a mi razón que ha perdido por completo el juicio y la cabeza y el norte y el sur. que ha perdido la maldita brújula. a ver cómo te explico yo a ti que lo que quiero, lo que quiero contigo es perder los pantalones.
en mi cama o en la playa o en un parque o en la mismísima Gran Vía. pero no volverlos a encontrar.

a ver, a ver cómo me explico a mi esta noche. a ver cómo te digo que te quiero conocer. más. más aún. más tú. más. dame un poco más.

Sobredosifícame de ti, que de algo tendré que morir, y si es en tu piel me parecerá una muerte deliciosa. me pareces-. una-. maldita-. delicia-.

pero tampoco me hagas mucho caso, que apenas te conozco. (o hazme caso precisamente por eso)

tú eliges.

y mientras eliges,  intenta decirle tú a mis dedos que paren. que paren de escribir. que aún te tienen que buscar un nombre y Diciembre y Primavera ya están cogidos y tú te mereces uno igual de bonito.

o más.

a ver quién tiene valor para llamar primero. a ver quién escribe antes a quién y saluda con lo que será uno de tantos saludos. a ver, a ver cómo consigo dormir ahora. cómo le digo a mis ojos que paren de recordar los tuyos. que la noche estaba tan preciosa porque la miraba a través de tu piel. y qué piel.
y qué boca.

¿o fue un sueño?

me pregunto cuándo me atreveré a tocarte. cuándo te escribiré la primera carta, a mano, perfumada, bajo la almohada. cuándo me invitarás tú a cenar y cuándo a cambio yo te prepararé el desayuno.

el café.  

 me pregunto si te gustará el café. si preferirás una o dos cucharadas de azúcar. yo prefiero cinco. quizás tú lo prefieras solo. me pregunto cuándo te lo preguntaré. con qué cara me mirarás. si sonreirás o no. si me besarás después. si moriré en ese mismo instante o querré vivir en tus labios eternamente. me pregunto, maldita sea, por qué estoy escribiendo con esta cara de idiota. por qué no puedo parar de escupir semejantes tonterías. por qué si apenas te conozco. quizás, quizás no pueda parar precisamente por eso.

quizá-. (no)-. deba (mos)-. querer-. parar-.




¡pero qué día tan bonito! ¿no crees? ya se nos ha hecho de día y el sol sin avisar. yo juraría que aún es media noche y míranos, las siete de la mañana. las siete y media. y tú de vuelta a tu realidad. y yo tumbada en la cama escribiendo esto. quizá mañana me conozcas con ojeras, pero qué más da. algún día te pediré ojeras. noches enteras. noches en vela. ojeras. dulces y bonitas ojeras.


creo que ya sé como voy a llamarte. te mereces una estación entera y la que llega quiero que tenga el sabor de tu voz.



dulces sueños, Otoño.


Mónica Gae.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La gente no tiene ni idea del dolor.



William Faulkner, en su novela “Las Palmeras Salvajes” hizo decir a uno de sus personajes: “Si tuviera que elegir entre el dolor y la nada, elegiría el dolor”.

la gente no tiene ni idea del dolor, no te han besado un día de lluvia para luego ver llover sin ti. no te han desnudado minuciosamente para luego verte despertar al tiempo en que te subes los pantalones con las prisas de la huida. la gente no tiene ni idea del dolor. ¿por qué ha de ser un sentimiento negativo? ¿por qué buscar únicamente la felicidad? ¿por qué coño quedarse a mitad del vivir? la gente no tiene ni idea del dolor. ni puta idea. no te han visto frente al espejo intentando arreglar la tristeza de tus ojos. ellos no te han visto dormir, qué sabrán entonces de la paz. de la calma. qué sabrán, qué sabrán los mortales de morir. cómo contarlo bajo tierra.

me pregunto, entre el humo de algo más que un cigarrillo, si no serás tú eso que la gente llama miedo. me pregunto cuánto de ti habrá en las tinieblas de la noche. cuando apagan las farolas. cuando quemas. cuando dueles. me pregunto qué sabrá la gente del dolor. ellos no tienen ni idea, ni puta idea.

dice la RAE algo así: "sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior."

qué coño sabrá la RAE.

dolor es verte sonreír en una fotografía y no tener la posibilidad de decirte que es ahí donde quiero vivir el resto de mi vida.



y sólo quien entiende la segunda definición, sabe lo que es el dolor.




Mónica Gae.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Colisión interestelar.


'he conocido a alguien, mi amor, y se ha colado por la herida que tanto te empeñaste en mantener abierta.'

me engaño y me repito que no me has olvidado, que me esperas. me pregunto mirándote a los ojos de una fotografía sin dolor, si tan bien te has creído tu papel o nada de esto forma ya parte del guión. te miro y desgasto la tinta de esto que llaman sangre en relamerte por dentro. en sonsacar de ti aunque sólo sea una mueca de mí. me mutilo, me mutilas y yo mantengo la herida abierta sin saber por qué. mi amor, no lograba entender por qué. sentía la necesidad de sufrirte gritando en silencio tu prohibido nombre. llorándole al mar para que nadie pudiese notar esta tristeza mía. me preguntaba, mi amor, por qué esta cicatriz me hacía tanta compañía en días de lluvia y entonces bajó una estrella y empezó a orbitar sobre mis dudas y lo entendí. apareció de la nada y cayeron de mis ojos tantas vendas como espinas en carne viva. los clavos ardiendo que dejaste los sujetó con sus dedos y los acercó a mis ojos y me obligó a mirarlos. se empeñó en que viese lo que tanto me había estado consumiendo. me explicó que no debía temerle a tu recuerdo, que debía aprender a sonreír de nuevo. me preguntó, mi amor, me preguntó qué hacía un invierno como yo en un verano como éste y me besó muy despacio. sus labios eran asteroides y colisionamos. nos fusionamos. me miró entonces y me susurró bajito si podía colarse por el hueco de una de tus tantas puñaladas que con tanto cuidado intenté mantener intactas. se quedó allí a dormir, en mi cuerpo, donde habitaban las pesadillas que olían a ti. sólo así dejé de recordar tu olor y fue muy triste y a la vez hermoso. casi melancólico. entonces entendí el por qué de mantenerte tan presente. por qué incitaba a mi cama a que te soñase cada noche. por qué abrazaba tu recuerdo y por qué me sabía tan dulce la espera de algo que ya no iba a llegar. yo pensaba que tú también me estarías esperando, qué ciega estaba. qué tonta he sido. pero bajó una estrella, mi amor, colisionamos y se coló por mis heridas, por las heridas de ti. me levantó la piel muy despacio y con cuidado y me acarició los nervios de los huesos. me desinfectó de tus labios con su saliva y ahora entiendo por qué quise mantener mi corazón expuesto a la intemperie. sólo desde dentro podría cicatrizarte y ahora lo entiendo. y duele, pero es un dolor suave, es una lectura en braille sobre mi piel, es una explosión de sinestesia que te está borrando por completo, poco a poco pero por completo. así que gracias, mi amor, gracias por tus ojalás con destino a ella, por tantos disparos cargados con balas de lluvia, por jugar con la palabra huida como si no fuese a dolerme sabiendo que era de mí de quien huías. cuesta abajo, mi amor,

esta estrella me dice que te olvide, cuesta abajo.

Mónica Gae.