miércoles, 4 de enero de 2012

Acuérdate de mí.

Nos conocimos en la playa, antes de que empezara el verano. Finales de Abril, para ser mas exactos. Tú llevabas haciendo surf desde las seis de la mañana y yo me tumbé en la arena dos horas después. Éramos los únicos allí. En una de las olas te caíste y paraste a descansar unos minutos. Tus cosas estaban cerca de donde lo estaba yo. Te pregunté si estabas bien y tú me preguntaste mi nombre. Maya –respondí yo. Desde entonces fui cada fin de semana al mismo lugar, contigo. Te dije que solía ir bastante pero mentí. Sólo iba cuando necesitaba alejarme del ruido de los coches, de la ciudad, de mí misma.


Un mes más tarde comenzamos a salir. Desde entonces, prácticamente, me mudé a la casa de la playa. Tú te levantabas cada mañana frunciendo el ceño y diciendo que nos quedáramos un rato más. Yo me levantaba y preparaba el café. Cuando bajabas de la habitación te ponías a tocar a guitarra. Me enamoré de ti la primera vez que te escuché tocar. Dos semanas después me escribiste una canción y yo supe que querría pasar contigo el resto de mi vida.

Llegó el verano y tú tuviste que volver a Francia a ver a tus hermanos. Fueron los quince días mas largos de mi vida. Luego, volviste, y mis ojos volvieron a brillar nada más verte bajar del avión. Estabas guapísimo aunque no habías dormido nada.

Un día a finales de Agosto me contaste que querías viajar por todo el mundo. Yo te dije que iría contigo. Me hiciste prometer que nunca te abandonaría y te lo prometí. Para sellar el trato, te pedí un día entero sin salir de la cama. Sin hacer nada. Solos tú y yo, explorando cada centímetro de nuestra piel y alimentándonos únicamente de besos. A la mañana siguiente no me dejaste salir de la cama, fueron las 19 horas más bonitas de mi vida. Recuerdo cada palabra, cada respiración. El tono de tu voz, cada latido de tu corazón. ¿Te acuerdas tú?

A  las ocho y cuarto de la tarde nos levantamos de la cama. Después de cenar me dijiste que querías ser el único que besara mis labios. Te miré y te dije que serías el único que amaría el resto de mi vida. Te arrodillaste y me hiciste prometer que algún día me casaría contigo. Tendremos un millón de hijos y una casa con vistas al mar, mi amor –te respondí yo. ¿Te acuerdas?

Cuando acabó el verano volviste a Mallorca y todo se fue haciendo mas difícil. Aun así, aguantamos sujetados al clavo más caliente que jamás había tocado. Pero todos tenemos un límite, ¿no?. Tus celos fueron mi limite, nuestro final. Mi corazón y yo no resistimos más de tres meses a base de gritos. No soporto los gritos. Ya no recordaba cómo sonaba un te quiero de tus labios. Sin embargo, te quería. Te quise, te quise como nunca antes había querido a nadie. Hubiese sido tuya el resto de mis días y jamás hubiese dejado que nadie te hiciera daño.

El día que nos dijimos adiós pude sentir cómo se desgarraban partes de mí que nunca antes había notado. Dormía oyendo a mis propios latidos pedir a gritos un abrazo tuyo. Soñé contigo cada noche los siguientes ocho meses. Aun sueño contigo a veces, al decir verdad.

Sueña tú conmigo, recuérdame. Recuerda lo que fuimos porque no sé como reaccionar ante el hecho de imaginarte preguntándole a alguien quién soy. Soy yo, Maya. Soy quien te quiso anteponiendo cualquier cosa a nuestro amor. Soy quien te dijo que te querría el resto de mi vida. Soy a quien miraste durante un día entero entre las sábanas. Soy yo, Maya. No puedes olvidarme porque te aseguro que ante eso, no sé como reaccionar.

(….)

Esta mañana me llamó Navy, la prima de Aytor. Me dijo que en octubre tuvo un accidente y entró en coma. Me dijo que despertó hace dos semanas y había perdido el conocimiento. Me dijo que según el medico, no lo volvería a recuperar. Me dijo que hace ocho días encontró una foto mía en su ordenador y preguntó que quién era.  Luego siguieron mostrándole fotografías de otras personas.

-No deja de preguntar por ti, Maya. Tienes que venir a verlo. Le dije que por qué insistía tanto en ti si ni siquiera recordaba tu nombre y me dijo que tenia la sensación de haber estado contigo mientras estuvo en coma. Dijo que estuvo contigo y con su madre, ¿entiendes lo que te digo?. No sé qué hacer ni si debería intentar que recordase vuestra historia, pero ahora mismo estoy acojonada y no sé qué ficha mover o qué decirle.

-Dile que lea este post.

PD: Escribo esto después de dar vueltas por Murcia durante casi dos horas. Conducir me relaja. He aparcado el coche cerca de la carretera y he escrito esto mientras intentaba explicarme a mí misma por qué cojones sigo teniendo como fondo de escritorio una foto de Aytor. Por lo demás, llevo un día plano desde que respondí al móvil, es como si no sintiera nada.

Luego le he enviado un mensaje a Navy diciéndole de la existencia de este blog. 


 El fondo de escritorio por lo pronto, no lo pienso cambiar.
Me gusta pensar que soy yo el reflejo de esa pupila.


Mónica Gae.

martes, 3 de enero de 2012

El polvo inesperado.


Llamémosla Beth.

Beth escribe un blog. Al igual que vosotros un día llegasteis a éste yo un día fui a parar al suyo. Desde entonces es una de las tantas páginas que siempre abro cada vez que enciendo el portátil por si acaso hubiese una entrada nueva. Hasta aquí una historia como otra cualquiera. Como dato añadiré que las entradas de Beth son en su mayoría muy subiditas de tono. Beth es de Madrid y  yo de Murcia, pero como sabréis (y si no os lo digo yo) me encanta patearme cuantos destinos se me pongan por delante. En verano me propusieron ir a Madrid. Yo acepté sin pensarlo.

Le envié un privado diciéndole lo muchísimo que me encantaba leer sus palabras. Me contestó con una carita sonriente y yo le propuse un café en La Puerta del Sol. Aceptó.

(Espera. Creo que quedará mejor si lo escribo en modo directo)


Hace calor, muchísimo calor. Estamos en pleno Agosto y he quedado con Beth. Estoy extrañamente nerviosa, me pasa cuando admiro a alguien. Son las cinco de la tarde y llevo dos días en la capital. Yo, que soy capaz de equivocarme de línea de metro y acabar en la otra punta del país, le propongo quedar en la Puerta del Sol. ¿Sólo hay una Puerta del Sol, no? –pregunto bromeando. Maldición. Si lo he escrito no captará la ironía y pensará que soy una completa cateta de pueblo. Sdfnsugñhisfg. Sí, tranquila –me responde a secas. Ya está. Si es que soy idiota.

La veo a lo lejos. Hemos quedado a las 19.00 pero ambas llegamos diez minutos antes. Yo guardo las distancias por un momento, nos deben separar 50 metros. Parece natural, me gusta la gente natural. Tiene la tez pálida y el pelo negro. Lleva unas gafas de sol oscuras, vaqueros y una camiseta blanca. Lleva una mochilita gris y verde. Me gustan las mochilitas.

Me acerco. Me entra por un momento el pánico y agacho la cabeza. Maya, ¡levanta la mirada! No es un extraño por la calle, va a pensar que eres imbécil. Me convenzo y levanto la mirada. Se quita las gafas y nos damos dos besos. Me dice si es la primera vez que vengo a Madrid y respondo que no. Me pregunta si quiero ir a algún sitio en especial y respondo que no. “¿Tú no eres de muchas palabras, no?” (Ella no lee mi blog, eso lo tengo superado.) Bueno, cara a cara me cuesta arrancar respondo yo. Sonríe. Le pregunto si todo lo que escribe es real y me dice que los mejores textos siempre lo son. (¿he dicho ya que lo que escribe es muy subidito de tono? ¿he dicho ya que es bisexual? ¿he dicho ya que describe detalladamente cómo deshace a cada víctima entre sus sábanas?)

Me pregunta sobre mí y yo me encojo de hombros. ¿Estas con alguien? –pregunta. Le miro y respondo que no. En verano intento controlarme, la última vez acabé enamorándome y no salió muy bien, creo que el calor me sobrecalienta el cerebro. ¿Chico o chica? –pregunta ella. Me quedo extrañada y luego vuelvo a recordar que no me conoce de nada. –Chico, chico –respondo sonriendo. Entiendo –susurra justo antes de beberse el último trago de café. ¿Cuánto tiempo te quedas? Exactamente los próximos cuatro días. –Perfecto, entonces te enseño Madrid.

Me lleva al barrio de las letras (amo con todo mi corazón esta parte de Madrid. No podría describir cuántos escalofríos me recorrieron la espalda cada vez que pensaba que Cervantes, Lope, Quevedo o Góngora pisaron en su día el mismo suelo que en ese mismo instante pisaba yo). Nos detenemos, tiene un pisito junto a la Plaza de las Cortes. Justo encima de un bar al que decidimos entrar. Me pregunta si me apetece algo y le digo que me muero de sed.

Me pido una coca cola y ella le dice al camarero que le añada Ballantines. ¡¡Lee mi blog!! No no, imposible, no te flipes Maya. Bueno, a menos ha leído mi perfil. ¡¡Lee mi perfil!! Me mira y me dice si es muy temprano para mi. Le digo que nada es nunca muy temprano si es verano y tiene hielo. Primera copa, primera burrada. No me gusta perder las costumbres.

Han pasado dos horas, deben ser las once y media. Voy etílica pero puedo articular palabras, eso significa que aun puedo controlar los instintos básicos que en este estado suelen controlarme a mí.  

¿Subimos? –me pregunta cambiando el tono de su voz. Yo me quedo mirándola y respondo que a qué. Me clava la mirada y me dice que promete no publicar nada en su blog. ¿Sabéis ese momento en que todo a tu alrededor se detiene? ¿Se para? Pues a mi se me paró en este momento. Se me paró y sopesé los pros y los contras. Los qué dirán y los a quién le importa. Me coge la mano y me saca del bar.

Subimos las escaleras besándonos en cada rellano. En el segundo perdemos la camisa. Yo, que aún lo estoy asimilando, no puedo parar de temblar. Me dice que me calme y que si quiero parar. Le miro y le digo que abra de una vez la puerta. Sonríe y busca las llaves.

El piso tiene las paredes pintadas en un color rojo oscuro. Dejamos un rastro de ropa hasta la habitación y entramos. Al ver la cama me paralizo por un segundo, ella se da cuenta y me susurra al oído que no piense.

Tiene un millón de lunares y a mí me encantan los lunares. Es extraño y excitante. Todo es nuevo. Recorro su cuerpo y ella recorre el mío. Baja lentamente dejando a una de sus manos acariciando mi pecho. Cierro los ojos y me agarra con fuerza el pelo. Dios. Vuelve a subir y nos besamos. Inspecciona mi cuello con su boca y yo hago lo mismo. Me quedo por un segundo mirando su cuerpo y sonrío. Hago de su vientre un circuito para mis dedos y se eriza. Vuelve a ponerse encima bajando muy, muy lentamente. Estamos empapadas de sudor y jadeantes. Comienzan los gemidos y me tapa la boca. No da resultado. Me tiemblan las piernas, creo que no las puedo mover. Los brazos apenas me responden y yo le pregunto si es normal. Se ríe y me dice que aun nos quedan cuatro días. La miro y repito,

...que aún nos quedan cuatro días.




PD.1: Post dedicado a Eli y su novia, quienes en el intento de ponerme a prueba anoche me retaron a que no sería capaz de escribir con la misma intensidad y detalles algo que nunca he vivido. Vosotras diréis si lo he conseguido.

PD.2: Dedicado también a quienes dicen que me expongo demasiado. Escribo sólo y únicamente lo que quiero escribir. A veces es real, a veces soñado y otras veces, como ahora, me lo invento. Ahí esta lo interesante.

PD.3: Por otra parte estoy probando la teoría de que cuando hablo sobre sexo suben el triple las visitas. Mañana subiré uno de esos que te salpican el corazón y veremos.


Supongo que ahora os toca decidir a vosotros si he conseguido realismo.

¡Besos y guiños con imaginación para todos!

Mónica Gae.

Jonh y cosas que me quedaban dentro.


Son las 18:00 de la tarde. Miro el reloj y vuelvo a encender el portátil, el plan sigue en pie. Me ducho y escribo un post que nunca verá la luz. He quedado con el Chico 3 (John a partir de ahora) para ir al cine a las 20:00. A las 19:55 salgo de casa, meto sexta y lo veo esperando a lo lejos. Yo estoy en un semáforo a unos 100 metros, él aun no puede verme. Me gusta observar a lo lejos, me gusta porque suele acercarse a lo que no veré de cerca.  Se monta en el coche y efectivamente, es distinto. Distinto a como me parecía en las fotos y distinto a la imagen que creé de él en noche vieja. El alcohol es lo que tiene.

Es moreno, alto y tiene un aire infantil que por norma general, me encanta. Llegamos al cine y nos pasamos de la hora. ¿Qué hacemos? –me pregunta. ¿Crepes? –respondo yo. (Y aquí viene cuando me salto la parte en que jugamos a los bolos. John-59 Maya-94. Bueno vale, esto lo tacho y así nadie se entera.)

Dos horas más tarde te preguntas por qué no se puede estudiar aeronáutica en Murcia. Minutos más tarde me lo pregunto yo. Hablamos de cómo acabó agregándome un día. De las pulseras que llevo y de regalos. Hablamos de nuestra infancia, de nuestros padres, de las personas que de alguna manera nos han hecho ser como ahora somos. Me pregunta por la sensación que tuve de haber besado a alguien en noche vieja y me la aclara. Le hablo entonces de Aytor, de Maël y de Paul. Me mira y yo pienso que ninguno de ellos eran de Murcia. Lo miro y pienso que él ahora tampoco es de Murcia. Me pregunta si puedo esperar cuatro años y simula pedirme matrimonio. Sonrío y le digo que ni un día más. Cuatro años.

A las 00:00 será su cumpleaños y yo quiero ser la primera en felicitarle. Volvemos al mismo sitio donde lo recogí. Son las 23:50. Pasan diez minutos con la calefacción al máximo y miro el reloj de reojo: ¡Felicidades, John!  Comienzan a llegarle watsapp y nos despedimos. Me enciendo un piti y pienso:

¿Por qué no se podrá estudiar aeronáutica en Murcia?



Y ahora  rebusco en mi interior y escribo esto: 

Es gracioso cómo cambian las cosas sin apenas darnos cuenta. Hace 12 meses era una enganchada al dolor que me hacían sentir los cambios bipolares de Aytor. Hace 3 meses pensé que había encontrado el amor de mi vida y hace tres semanas me di cuenta que ni siquiera era capaz de sentir dolor. No tenia ni ganas ni fuerzas para sentimientos de tan alto calibre. Necesitaba (corrijo, necesito) volver a vivir en los pequeños detalles. En los puede ser y en los quizás. Necesito volver a ser la persona que era hace un año y medio y el final de este post creo que será un buen comienzo. A veces encontrarse a uno mismo implica perderse en demasiadas ocasiones. Yo, me he perdido, he tropezado y me he vuelto a perder camino a Mallorca, a Valencia, a Albacete, a Madrid y a Londres. Y siempre sin billete de vuelta.

Últimamente me sorprendo de nuevo escribiendo cosas que me da miedo publicar. Me da miedo volver a leerlas sabiendo que las he sentido yo, que las sigo sintiendo. Cuando he llegado a casa tenia la firme intención de borrar la carpeta de cosasquenodeberíapublicar. Masoca de mí, he abierto una al azar y he escrito esto. ¿Sabéis? En este post puede que no os saque ninguna sonrisa pero una cosa sí voy a escribir alto y claro: Este fragmento lo escribí con los ojos empapados en lágrimas y esta noche, al volver a leerlo me he dado cuenta de que ni todo duele eternamente ni eternamente sangran todas las heridas.

He aquí un texto que pensé que nunca publicaría sabiendo que él lee este blog. He aquí mi forma de cicatrizar, o eso creo:


30.Noviembre.2011.

Hoy, como todas las noches, he mirado el móvil antes de meterme a la cama. Me he quedado en pause por un momento y he vuelto a encender el portátil. Tenia que escribir esto.

Echo de menos tener un whatsapp tuyo diciéndome lo mucho que te encantaría abrazarme hasta que sonara el despertador. Echo de menos hacerme la dura y que me ablandes con tan solo un beso. Echo de menos reírme de ti cuando hacías el tonto, que te rieras tu de mi cuando lo hiciera yo y llamarte patoso. Últimamente me olvido de todo menos de pensarte. Creo que quiero aislarme de momentos como este, de pensar en ti teniendo una hoja en blanco cerca. Escribir todo lo que llevo dentro y no poder borrarlo. Escupir como si fuera fuego que te quiero, que aun te quiero. Creo que lo que más echo de menos, ante todo y con infinita diferencia, es despertarme en mitad de la noche y darte un beso con cuidado. Poner mi mano sobre tu pecho y sentir que sigues respirando. Acariciarte lentamente captando cada detalle de tu cuerpo y volver quedarme dormida contando los latidos de tu corazón.

Esta noche me hace falta un whatsapp tuyo diciéndome que me quieres, que aun me quieres. O simplemente, que estas pensando en mi. Aunque solo sea un poco, a lo lejos. Me bastaría.

En fin.

Mónica Gae.

domingo, 1 de enero de 2012

Noche de suposiciones.


Digamos que anoche fue Noche Vieja. Digamos que llegue al garito en cuestión a eso de las dos de la madrugada. Digamos que, tras inspeccionar el ganado me encuentro a Chico 1. Digamos que Chico 1 es un yo en tío. Digamos que cuatro Ballantines con Red Bull después estoy teniendo una conversación con Chico 1 de follar sin compromiso. Digamos que me encuentro a Chico 2. Digamos que Chico 2 va a mi universidad y aunque no tengo demasiado trato con él, en ese momento recreamos un eufórico reencuentro con la misma pasión que siente mi abuela cada vez que ve a Belén Esteban (demasiada). Digamos que no recuerdo nada más con respecto a Chico 2 pero hay fotos demasiado cariñosas aunque no delatan ningún crimen. (Voy a potar, ahora sigo).

(Ya. Sigo). Digamos que no sé si Chico 2 me lee pero que anoche tuve por momentos crisis de identidad creyéndome Carrie Bradshow y grité el título de este blog a cuanto ser humano me rodeaba. Digamos que, en mi octava visita a la barra encuentro a Chico 3. Digamos que hace mucho tiempo que tenía a Chico 3 agregado como amigo pero que nunca lo había visto en persona. Digamos que yo siempre he tenido cierta curiosidad (bueno, digamos simplemente que siempre he sido demasiado curiosa). Digamos que veo a Chico 3 a lo lejos. Digamos que Chico 3 me ve a mi a lo lejos. Digamos que nos quedamos mirándonos, sonreímos y nos acercamos. Digamos que tenemos esta conversación:

-¿Chico 3?
-El mismo.
-En las fotos pareces más bajo.
-Tú eres diferente a las fotos.
-¿Diferente para bien o para mal?
-Diferente.
-(Voy borracha así que me lo tomo como un para bien y seguimos).
-Me debes un chupito –dice Chico 3 bromeando sobre la columna que recuenta las visitas en mi blog y que podéis ver a la derecha.
-Totalmente de acuerdo contigo. ¿De que lo quieres?
-Vodka no por favor.
-¿Absenta?
-(Se ríe).
-Dos chupitos de Tequila y un Ballantines con Red Bull. ¿Quieres tú otra copa?
-Pide un Ron con Coca-Cola.
-Mi hermano dice que todas las tías beben Ron con Coca-Cola.

Digamos que yo ya voy demasiado borracha. Digamos que las paredes del baño simulaban una pizarra y había tizas. Digamos que escribo un pequeño texto y firmo con el título de este blog. Digamos que lo que escribo habla sobre sexo y que esta mañana tenía unas cuantas visitas de más.

Digamos que sigo bebiendo. Digamos que sigo fumando. Digamos que vuelvo a la barra y conozco a Chico 4. Digamos que Chico 4 lleva un sombrerito y a mí me encantan los sombreritos. Digamos que me regala el sombrerito. Digamos que me quedo pensando si querrá algo a cambio. Digamos que nos hacemos una foto y me susurra algo al oído. Digamos que yo le devuelvo el sombrerito y no vuelvo a pedir en esa barra.

Digamos que hoy me he levantado con la sensación de haber besado a alguien. Digamos que, nada más abrir los ojos, he cogido el móvil y tenía demasiados correos, demasiados mensajes y demasiados watsapp’s. Digamos que entre esos watsapp’s estaba Maica, Paul, Chico 1, Chico 2, Chico 3, alguien a quien llamaré Anthony y tres números desconocidos preguntándome como había acabado la noche. Digamos que me agobio y cierro los ojos pero no consigo volver a dormir.

Digamos que tengo la sensación de haber besado a alguien y he escrito esto con la única intención de recordar algo. Digamos que no he recordado nada nuevo.

Digamos que mañana he quedado para ir al cine con Chico 3.


PD: El rey hace un discurso cada año y yo cada año me hago una foto en la misma escalera con la misma posición y con el mismo collar. Nos parecemos en eso y en nuestro amor por el alcohol. (Aunque yo lo frecuento sólo cuando la situación lo requiere y para él siempre lo requiere la ocasión). Saludos, su majestad.




¡Besos y guiños con lagunas mentales para todos!

Mónica Gae.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz 31 de Diciembre, mi pequeña.


Son las cuatro y media de la madrugada del 31 de Diciembre de 2011.  Ella suspira lamentando que este año ha pasado de largo sin dejar una sola huella que merezca la pena recordar.

Pero esta noche es diferente, es como si estuviera aquí. Lo noto, es como una manta transparente que me arropa cuando más frio esta mi corazón. Y esta noche esta congelado, necesito hablar contigo. Ven, ven por favor. Necesito abrazarte y recordar tu olor.

Ella mira a través de la ventana. La noche esta completamente estrellada. ¿Qué miráis? –piensa furiosa observando cada uno de los millones de puntitos brillando a miles de kilómetros. Cierra los ojos e intenta imaginar qué habrá allí arriba. “Hoy te necesito aquí abajo, conmigo” –deja escapar en voz baja. Una lágrima atrevida ya recorre su mejilla mientras ella busca algo con lo que secarla. Antes de alcanzar el pañuelo, sin embargo, se detiene. Ya no es una sola gota la que acaricia su rostro. ¿Pero qué sentido tiene todo esto? ¡Dime! ¿Qué sentido tiene todo esto? –grita resignada dejando caer su cuerpo sobre la cama.  

-¿Se puede saber por qué estás armando tanto escándalo?
-¿….eres, eres tú? ¿Eres tú de verdad?
-¿Quién va ser si no, jovencita? ¿Es que hay alguien más que te visite a estas horas  y no me has contado nada?
-(deja escapar una sonrisa entrecortada) No.. claro que no.
-¿Por qué estabas así cariño?
-Te echo de menos y nunca estás. El otro día te necesitaba. Te necesitaba y acabe llorando en un rincón procurando que nadie me oyera. Solo quería que me oyeras tu.
-Ahora me tienes aquí. Estoy aquí, mi pequeña. Abrázame. ¿..Estas mejor?
-Es como un puño dentro de mi. Como si el corazón quisiera salir por mi propia boca, no sabes cómo duele.
-Mi vida, ven. Cálmate y ven. Te veo a lo lejos cada vez que te pones así, te veo y me rompo por dentro, créeme. Intento alzar mi brazo para coger tu mano pero cuando la alcanzo, la atravieso sin que tú puedas notar nada. Y me quedo ahí, frente a ti. Mirándote y llorando contigo, abrazándote sabiendo que no siempre notas mi calor. Sé lo que es el dolor, mi vida, pero verte sonreír cura cualquier herida. Tienes que prometerme que seguirás siendo así de fuerte, como antes. No siempre que lo necesites podré venir a recordarte que mi corazón late en el interior del tuyo. Y te aseguro que él seguirá latiendo cuando a ti te falten fuerzas. Ven aquí, cariño. Deja de llorar y ven aquí.
-Te quiero. Te quiero muchísimo. Quédate toda la noche por favor.
-No me iré a ningún lado. Esta noche te arropo como lo hacía antes, ¿o sigues pensando que es de niños pequeños? –le pregunta tapándola lentamente con las sábanas.
-No… no es de niños pequeños. –responde ella entre dientes.
-¿Eso que veo es una sonrisa? ¿Si? ¿Si? ¡Hola sonrisa! Vamos, ¡No seas tímida!
-Deja de hacer el payaso o despertaras al resto de la casa –dice ella sin poder contener el más sincero sentimiento de felicidad de todo el año.
-¿Ves? Así si. Vuelvo a nacer cada vez que sonríes, cariño.
-¿Cuándo volverás de nuevo? Esta  vez pensé que ya no volvería soñar contigo nunca mas. Me da mucho miedo olvidar tu cara, tu olor, el tono de tu voz..
- No puedo venir cada vez que lo desee, mi amor. Si pudiera, ni siquiera me iría un solo instante.
-¿Y que te retiene? ¿Por qué no puedo verte? ¡Son mis sueños! ¡Yo debería elegir quien aparece y quien no! A veces, antes de acostarme, cierro los ojos y pienso mucho en ti, incluso repito tu nombre bajito un millón de veces pero no sirve de nada.
-Lo sé, te oigo susurrarme tantas cosas cuando cae la noche.
-¿Y por que no respondes? ¿Por qué no apareces como ahora cuando te llamo?
-Mi pequeña, tienes que entender algo. Que no me veas no significa que me haya ido. Estoy aquí, ¿escuchas esto? –pregunta poniendo su mano sobre su propio corazón. A veces te oigo preguntarme dónde estaré. Pues mi vida, estoy ahí dentro y se está genial. Estoy a tu lado cada vez que tiemblas. Cuando te paraliza el miedo o cuando te quedas helada al escuchar algo, al leer algo . Cuando la impotencia te supera y respiras hondo mirando el cielo. Ahí estoy yo, acariciando tu cara suavemente. Diciéndote lo mucho que te quiero y que siempre te querré. Dándote ánimos y a veces, un pequeño empujón para que consigas seguir adelante. Y lo consigues, siempre lo consigues. Y cada vez que eso pasa, cada vez que me sientes a tu lado y simulas coger mi mano, una parte de mi se aviva y coge fuerzas para venir a verte. Yo también necesito fuerzas, ¿sabes, cariño? No es fácil ver cómo mi pequeña crece sin mi ayuda.
-Pero tu me ayudas, me ayudas cuando nadie más puede o sabe hacerlo. A veces saco fuerzas de la nada sólo para imaginar que así estarás feliz. Por eso luego no entiendo por qué no puedo controlar mi imaginación y hablar contigo como ahora.
-Porque yo no soy parte de tu imaginación, cariño. Eso es lo que tienes que entender. Soy real y estoy en ti. Estoy en cada estrella que ves en el cielo aunque las mires enfadada y cierres la ventana. Estoy cuando piensas que no puedes más, y de repente un escalofrío recorre tu espalda y te ayuda a caminar. Estoy cuando termina el día, cuando llegas a casa y me echas de menos. Estoy ahí, delante tuya, a tu lado, mirándote y susurrándote lo mucho que te quiero. Lo que siempre te he querido y que siempre, eternamente, te seguiré queriendo. No soy parte de tu imaginación pequeña, eso es lo que tienes que entender. Venir aquí, contigo, y hablar como lo estamos haciendo solo puedo hacerlo cuando tanto tu corazón como el mío, vuelven estar preparados.
-Abrázame fuerte por favor, abrázame toda la noche.
-Te abrazare toda la vida, mi pequeña.

Feliz 31 de Diciembre, sécate esas lagrimas y regálame una sonrisa.


PD: Como supongo que ya habreis notado, este post tiene una dedicacion especial. Esta vez con llegarle a una persona y sacarle esa sonrisa, habrá merecido la pena escribir cada una de estas palabras.



Mónica Gae.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Propósitos de año nuevo, mamadas aéreas y follar demográficamente.


Estoy en contra de los propósitos de año nuevo. ¡Abajo los propósitos de año nuevo!, ¡muerte a los propósitos de año nuevo!  sdfdslyugdslufdalfgaf

Tranquilos, no es uno de mis episodios psicóticos, todo tiene una explicación:

Cuando era pequeña e inocente, solía ser bastante maniática de la organización en algunos aspectos de mi vida. Uno de ellos era la obsesión de hacer horarios semanales, mensuales, anuales, incluso con las horas de cada día, todo tienia que estar perfectamente planificado. A día de hoy aún me quedan restos de aquella preocupante costumbre, pero una imagen vale mas que mil palabras, ¿no?

(pista: hojas que caen encima del portátil).

Antes de seguir por las ramas y como venia diciendo, cuando se acercaba un nuevo año, me hacia también una lista de propósitos. He estado documentándome en el baúl de los recuerdos de mamá y, a parte de dientes y pelo (de la cabeza, que quede claro), encontré algunas de mis famosas listas navideñas. Y dice así:

Diciembre de 1995. (Yo con cuatro años).

-Quiero un poni.
-Y un perro.
-Y un columpio gigante en la puerta.
-Y una piscina.
-Y un elefante verde con la trompa naranja y que al abrazarlo escupa gominolas.
-Y ya esta.


Diciembre de 2003: (Yo con 12 años).

-Comprarme una guitarra.
-Aprender a tocar la guitarra.
-Que me crezcan las tetas.
-Enamorar a Jorge cuando me crezcan las tetas.
-Decirle a la profesora de Lengua que es una vieja amargada que pronto morirá sola.
-Sigo queriendo un perro.


Diciembre de 2010: (Yo con 19 años).

-Mandar de una jodida vez a Aytor a tomar por culo.
-Vender la guitarra, el bajo y el piano eléctrico.
-Aprender a escalar.
-Dejar de enamorarme de personas con las que nunca me atreveré a hablar.
-Seguir publicando en el blog.
-Hacerme un piercing borracha.
-Ir a Berlín.
-Ir a Madrid y Barcelona.
-Ir a Mojácar.
-Hacer las practicas extracurriculares en verano con Marc viviendo los dos en la misma casa y fingiendo ser famosos solteros con riesgo de sufrir una sobredosis etílica en cualquier momento.
-Ir a la Feria de Albacete


YA PARO. Ahora escribo en prosa.

Los propósitos no valen una mierda. Si de verdad queremos proponernos algo deberíamos levantarnos, plantarnos frente da espejo y decirlo en voz alta mirando a nuestros propios ojos.

Lo gracioso de todo esto, es que cada año dejaba mis propósitos junto al árbol de Navidad, como si quisiera que los Reyes Magos me los pusieran en bandeja o los hicieran por mi. (Un detalle por parte de sus majestades no haber ido este año a Mojácar por mi. O a Madrid, o a la Feria de Albacete. Un detalle no haber mandado a tomar por culo a Aytor por mi, lo disfruté descaradamente. Por lo demás, podríais vender mi bajo eléctrico. En cuanto al blog ya me encargo yo.)

Uno de los propósitos de una amiga para este año que comienza es hacer un trio. A mi eso me da cierto respeto. Demasiadas piernas y brazos encima de un mismo colchón, pero oye, siempre he dicho que en esta vida hay que probarlo todo y asumiré el peso de mis palabras si se me presenta la ocasión. Y con esto llega la gran decisión: ¿con dos tíos? ¿con un tío y una tía?. No me gusta tomar decisiones por anticipado sobre algo que desconozco, así que como ya he dicho antes, habrá que probarlo todo.

Otro propósito que me ha llamado la atención de otra amiga es hacer una mamada mientras se tira por paracaídas. Yo lo he visto peligroso. Ella podría acabar dislocándose el cuello y él con una amputación precoz de su aparato genital.

¿Más? Venga, uno más.

Un amigo (Johnny) tiene el firme propósito de follar demográficamente. Lo ha dejado con su novia con la que llevaba cuatro años con la única intención de hacer esto durante el año que se nos echa encima. Se trata básicamente de follarse, primero, a una tía de cada provincia de España. Cuando lo haya conseguido, pasará su ataque a nivel Europeo, tirándose a una de cada país. Yo creo que inconscientemente quiere pertenecer a la ONU y no sabe por dónde empezar (entenderíais esto sabiendo que estudia políticas). Mi conclusión sobre follar demográficamente es bastante positiva: ¿hacer ejercicio? ¿viajar? En Saber Vivir lo recetarían continuamente si fueran conscientes de sus posibles beneficios.  
Yo, si hiciera esto en alguno de los años sabáticos que me permitirá tener la crisis, escribiría post's detallando cada encuentro, cada víctima. Los llamaría por el lugar de donde son, quedaría misterioso, adictivo y sexual por partes iguales. Por lo demás, Johnny, tu eres de Madrid y yo podría ser “Murcia”. Ahí lo dejo.

¡Besos aéreos y guiños demográficos para todos!

PD: si alguien tiene algún propósito que quiera compartir, en Comentarios os recibiré encantada.

Mónica Gae.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Sexo panorámico.


Son las ocho de la tarde y he quedado con mi ex (llamémoslo Edwar). Por sus últimos movimientos en Facebook juraría que tiene novia. Quedamos para ir al cine, él invita al pase y yo a las palomitas (dulces). Tras diez minutos dando vueltas por el centro encuentro aparcamiento. Aparco. Me coloco los cascos y suena “Ven, fóllame”, maldita sea. He aparcado cerca así que la posibilidad de que termine la canción y me enfríe disminuyen a cada metro. Lo veo a lo lejos. Lleva unos vaqueros caídos y una sudadera verde de Billabong. El pelo le ha crecido bastante y los mechones rubios juegan a caer tiernamente por su frente. Esta guapísimo.

Me acerco y le doy dos besos. Hace tiempo de lo nuestro y, aunque siempre ha sido mi mas jodido punto débil no quedan sentimientos consistentes en ninguno de los dos. Ni el ni yo queremos nada. Me acerco y le doy dos besos, paro el iPod y me pregunta qué estaba escuchando. “Ven, fóllame”, le digo mirándolo a los ojos. Se queda atónito por un segundo y sigo “tranquilo, no siempre le hago caso a todas las canciones”. Se ríe y respira de nuevo. Él va a por la entrada y yo a por palomitas. Y Coca-Cola y gominolas y dos collacs.  

Entramos al cine. Ha elegido una de miedo y yo odio las películas de miedo, pero una vocecilla en mi cabeza me dice que no diga nada. ¿Te gusta? –pregunta. Me encantan –respondo. Empiezan los anuncios y yo me hago la dormida simulando un ronquido. Me dice que no sea tan payasa pero se ríe (simplemente me limito a comprobar una teoría: quiero delimitar el punto exacto en que hacer reír a un tío te lleva a la cama o a ser la amiga enrollada). Sobra decir que pase lo que pase, asumiré las consecuencias.

Empieza la película. Aparece el primer plano de una tía (bastante guapa) y yo le digo que el estrés del rodaje no la esta tratando nada bien). Aparece el primer plano de un tío y me pregunta si a él si lo esta tratando bien. Miro la pantalla por un segundo me pienso la respuesta: “pues también tiene ojeras, esos dos deben haberse pasado la noche anterior a esta escena follando en los camerinos”.

Pasan unos cuantos minutos y pone su mano en el reposabrazos. Mi mano ya estaba ahí, me roza y me pide disculpas. Si se disculpa por un simple roce solo puede significar dos cosas: que esté pensando que yo he podido pensar algo más, con lo cual en su cabeza entraría una pequeña opción perversa, o que sea gilipollas. Y Edwar no es gilipollas. (Punto para mi, o eso creo). Le digo que no me molesta su mano ahí. La deja de nuevo y me sonríe. Me encanta su sonrisa, de hecho, es lo que me enamoró (si, del verbo enamorar) en su día.

Empieza ha moverse algo mas de lo normal y le pregunto si se encuentra bien. Luego miro al pequeño Edwar y lo entiendo todo. Justo cuando muere el noveno extra me mira y me dice que va al aseo, que si tarda demasiado avise a los bomberos y que vayan rápidamente. Sonrío y le digo que no me moveré, aunque dudo de mis palabras.

Pasan 15 minutos y no vuelve. ¿Dijo que fueran los bomberos o que fuera yo? No me acuerdo, será mejor que vaya a ver si esta bien. En este punto es un todo o nada, blanco o negro, sexo en los lavabos o volver con calentón. Llego a los aseos masculinos y asomo la cabeza. Otro chaval me ve y me invita a pasar. “Búscate tu propio ex al que acosar –pienso”. Allí no está Edwar. Me quedo pensando. ¿Se habrá ido? No, no puede haberse ido. ¿Lo habrá llamado su novia? Ni siquiera sé si tiene novia. ¿Me llamará y me dirá que le ha surgido algo?

Una voz a mi espalda me dice si estoy buscando algo. Es él. Respiro aliviada. ¿Estabas ahí todo el rato? –le pregunto. “Es gracioso verte a lo lejos” –me dice. ¿Gracioso como amiga o gracioso sexual? –pienso yo. Maldita canción. Malditas hormonas y maldito gimnasio al que debe ir el protagonista de la peli.

“Quería comprobar una teoría” –me dice. (¡minipunto para él! Me gustan los tíos que comprueban teorías. Me gustan porque yo hago lo mismo). ¿Qué teoría? -La teoría de cuánto tiempo hacia falta para que te levantaras y vinieras a buscarme. Entiendo, ¿y he ganado?. Me sonríe de la manera mas picara que había visto nunca y desaparece metiéndose en otra sala vacía.

Le sigo.

Teoría comprobada.


PD: abstenerse preguntas de si este post es real o no. La intriga siempre es mas interesante. 

¡Besos y guiños cinematográficos para todos! Y recordar, pequeños: ir al cine te ofrece posibilidades de las cuales carece Megaupload.

Mónica Gae.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Dilema moral y sus posibles opciones.


Estoy sola en casa.

Mis padres se han ido de viaje y mi hermano a estas horas debe andar por Málaga diciéndole a su novia cuanto la quiere (besos desde aquí para ambos). Hace dos días, cuando mis padres me dijeron de sus intenciones sobre ruedas, se me plantearon varias opciones para su ausencia corporea temporal. (Míster X, ahora que sabes de la existencia de este blog, podrías seguir sacando mis trastornos psicológicos desde aquí.)

Opción A:

Tengo 20 años, ergo, fiesta skins YA. Podría sobrevivir a base de espaguetis y alguna que otra reserva alimenticia que encontrara y gastarme toda la pasta que me han dejado para que no muera de hambre en alcohol del duro (papa, mama, os quiero pero no soy un animal comiendo precisamente, podría aguantar un año con lo que me habéis dejado). Podría acercarme a Mercadona y hacerle una visita a la sección de mis queridos amores nocturnos: Ballantines Vodka, Ron, licor Caramelo, mojitos y mas Ballantines. Podría robarle a mi hermano su equipo de música, bajarlo al salón, hacer unas cuantas llamadas y preparar las habitaciones para acoger a mis números VIP’s del móvil.

Opción B:

Podría aprovechar el silencio y la tranquilidad para escribir un proyecto que llevo entre manos (“Sócrates fumaba Moby dick”) y el cual necesita precisamente eso, silencio y tranquilidad. Y pitis de la risa, (los cuales ya sea dicho de paso si se hiciera la Opción A, son bienvenidos a mi humilde hogar) y que obviamente, en presencia de los jefes y procreadores de mi ser se hace bastante difícil su uso con el portátil cerca.

Opción C:

Abrir los ojos y darme cuenta de que cuando se me pase la resaca de noche vieja será demasiado tarde para estudiar el primer examen de Enero. (Vale, pasemos a la opción D)

Opción D:

Hacer la Opción 1 pero yo sola. Seria interesante juntar mi introversión con alcohol. Normalmente los frecuento por separado.

Opción E:

Fiesta de disfraces. Oh si, creo que esta seria mi opción preferida. Adoro disfrazarme tanto como ver que la mayoría de la gente lo hace a diario sin darse cuenta. Viviría disfrazada excepto en Halloween, que habría que ir desnudo y todos seriamos mucho mas felices.

Opción F:

No hay opción F. Me he quedado sin ideas. ¿Se os ocurre alguna?


PD: Estreno portátil. Soy Mac-Feliz. (Para cortos de entendederas, si, es un Mac. Concretamente el MacBook Pro de 13”)

PD 2: Acabo de pasar toda una odisea comprándome el vestido para noche vieja. Seguramente después de terminar de escribir esto redacte mi batalla campal y escuchas indebidas (pero interesantes) en los probadores (no os hacéis una idea de cómo esta el mundo. Sálvese quien pueda.)

PD 3: Míster X, lo de la escoba por el culo era metafórico. Solo intentaba explicar lo mas claramente posible que es usted un buen tipo pero que un poco de sexo de vez en cuando relajaría esas formas suyas de aparentar que puede leer a mente de los demás y detectar sus problemas antes de que entren por la puerta. Eso o unos buenos cereales integrales, lo que usted vea. (Saludos a su esposa si elige la primera opción.)

Besos y guiños para todos,

Mónica Gae.

martes, 27 de diciembre de 2011

Mi psicólogo tiene una replica de la polla de Freud.

Todo comenzó hace unos tres meses, a eso de finales de Septiembre. Una amiga (llamémosla Sonia) me llamó un tanto nerviosa porque tenía su primera sesión con el psicólogo. Yo intenté tranquilizarla diciendo que las últimas decisiones de su madre habían sido bastante acertadas (su nuevo marido esta como un queso). Le dije que ella era lo suficientemente inteligente como para no dejar que ningún chalado con título acreditativo pudiera colarse en su cabeza a no ser que ella bajase la guardia voluntariamente. Y Sonia nunca baja la guardia. Ella me dijo que para psicoanálisis existenciales ya me tenía a mí, que un loquero era lo último que le hacía falta a su curriculum y que odiaba a su madre por obligarla a hacer esto. Al cabo de un rato de conversación (y dado mi fobia a hablar por teléfono) le propuse acompañarla a la sesión si con ello dejamos de hablar por el móvil. Respondió que sí. Y así empezó todo.

Llegamos 10 minutos tarde a la sesión. A modo de broma le advertí que en algún momento el psicólogo (al cual a partir de ahora llamaré Míster X, me parece más interesante) soltaría ese rollo de la puntualidad como algo decisivo para empezar a abordar sus problemas personales. Lo dije para liberar algo de tensión, no pensé que fuera a pasar de verdad. Tras unos cuantos minutos buscando su despacho, entramos. Sonia ha puesto una única condición y es entrar conmigo. Yo, que esa tarde no tenía nada mejor que hacer, acepté sin pensarlo.

-Hola, Sonia. Soy Míster X. Contigo no he tenido aun el placer de hablar pero si lo he tenido con tu madre, quien supongo que sabrás, está bastante preocupada por ti.
-Mi madre tiene demasiado tiempo libre.
-Bueno, ya llegaremos a ese tema. ¿Seguro que quieres que ella esté aquí? –le pregunta a Sonia en voz baja y mirando hacia mí.
-Tranquilo, por mi no se preocupe. Me han retrasado la cita para hacerme la cera y tengo toda la tarde libre para escuchar sus seguramente intentos de parecerse a Freud –dije procurando que pillara el sarcasmo. ¿Le gusta a usted Freud, Míster X? ¿Conoce usted a Freud, Míster X?

El tío me mira como si tuviera un pasado sexual sadomasoquista y obsesivo con fotos y textos del susodicho y responde un tajante: “Por supuesto que conozco a Freud, niña. Y si quieres estar aquí será mejor que te limites a escuchar.” Vale, lo admito. Desde que Sonia me dijo que le acompañara se me venía haciendo la boca agua de pensar en que (por fin) podría utilizar mis nocturnas lecturas sobre Freud, Kant, Guski, Berger, Lou Marinoff y otros por el estilo para iniciar profundas conversaciones, pero,  por algún motivo en ese momento solo me apetecía poner a prueba el diploma que tenia colgado en el centro de la pared principal. ¿Y como que niña? Eso lo dice porque no me ha visto en tetas –pienso.

Tras unas cuantas preguntas para tantear la cabeza de Sonia, Míster X comienza a mirar el reloj de manera más continuada. Debe quedar poco. Efectivamente, a los 10 minutos, el obsesivo amante secreto de Freud da por finalizada la sesión. Yo, mismísimo reflejo de un santo las dos últimas horas no puedo evitar desperezarme. Me pregunta si me ha aburrido y le respondo que Sonia nunca me aburre y ha sido ella y no él quien ha estado hablando todo el tiempo. Añado un “pero bonita estatua” señalando un trozo de madera tallada con forma de pene gigante que hay sobre la mesita del café. ¿Es una réplica de la de Freud? Míster X me mira con cara de haberle tocado la fibra sensible (¡minipunto para mí!) y me invita a salir junto con Sonia.

-Ah, y una cosa más, Sonia –dice Míster X a modo de despedida. Te enviaré un formulario con unas cuestiones que debes responder por ti misma. Hablaremos sobre ello en la siguiente sesión. Te enviaré otra copia a ti también, Maya. Si vas a venir más a menudo quiero saber qué  clase de trastornos  de conducta parece haber dentro de tu cabeza.

Yo me quedo sorprendida pero respondo.

-Si lo que tienes es la esperanza de detectar mis puntos débiles te escribiré los problemas psicológicos que me he autodetectado a lo largo de mi vida en la primera frase que escriba.  Si quieres los resalto en negrita y aumento el tamaño del Times New Roman, así puede jugar usted más tiempo el pequeño GRAN Freud de madera. (Aunque sigo hablándole en tono sarcástico, me hace muchísima ilusión que me incluya en sus sesiones, no parece mal tipo aunque si se aflojara un poco la corbata y se sacara la escoba del culo transmitiría más confianza)



PD: Me dispongo a enviarle un email a Míster X diciéndole que voy a publicar nuestras conversaciones en un blog. Llega un momento en que los psicólogos solo ven trastornos mentales y/o traumas infantiles haya donde miran. A eso de Octubre (aunque algún día lo contaré  mas detalladamente), Mister X me dio un consejo el cual pensó que nunca seguiría:

“Si piensas que poniéndote los cascos en mitad de la Universidad te aíslas del mundo estas muy equivocada. La gente sigue ahí, y si levantas la mirada puedes comprobarlo por ti misma. Los cascos dejaran de darte seguridad cuando sin ellos, un día, seas incapaz de atravesar apenas 100 metros desde el parking hasta clase. Deberías trabajar en tu introversión y escribir un blog, para ti sería la mejor terapia.”

Me gustó bastante lo que dijo (supongo que por llevar razón) y empecé a escribir este blog. Publicaré algunos de nuestros mails y algunas sesiones Sonia-Maya-Míster X. Pero no pienso quitarme los cascos cuando salga a la calle.



Besos y guiños para todos (esta noche racion doble a psicólogos y apsicologados).

 Mónica Gae.  


domingo, 25 de diciembre de 2011

La Navidad me pone cachonda -dijo mascando un chicle.

Estaba escribiendo un post bastante profundo sobre un tema que me ronda la cabeza bastante últimamente, pero me siento totalmente obligada a cambiar la temática y guardar en borrador el otro texto.

Hace apenas diez minutos he llegado a casa tras darle una vuelta al perro. Nada más llegar y aprovechando que ya me había hecho un poco al frio de la intemperie, he aprovechado para hacerme un piti de esos que dan risa y jugar otro poco con la fierecilla. Y entonces, ZAS. Señal divina, acontecimiento inédito, destino, casualidad, voluntad suprema: ELLAS.

Ellas” son dos chonis que frecuentan la calle que hay frente a mi casa. Esta noche, como todas en las que he coincidido estar fuera, las he oído llegar a considerable distancia con esta elocuente conversación:

“Ehque la Andrea tiene lo que se merece, si ereh puta ereh puta y luego no te puedeh enfadah si tu novio te dice que ereh puta.”

Vergüenza debería sentir Sócrates de no haber podido conocer a tan supremas criaturas. Pobre.

Pero no saquéis conclusiones todavía, esa frase sólo dio paso a que activara mi deschonizador y poner en alerta mis cinco sentidos. (Ahora que lo menciono, una noche oí a hablar a “Ellas” de que en realidad teníamos seis sentidos, pero sólo las mujeres y que estaba el “potorro” pues con su “potorro” sentía mucho y de eso debía venir la palabra “sentidos”). Claro, joven promesa de la biología humana, claro. El caso es que hoy se han parado justo en mi acera, y yo, que estaba en mi puerta pero separada visualmente por una hiedra bastante espesa (gracias por este estupendo campo de invisibilidad, mamá, dónde irá a parar la capa de Harry) he podido escuchar toda la conversación y por tanto, estoy en el deber de informaros sobre este acontecimiento como poco, sociológico:

Una de ellas se llama Araceli, (no es que me guste especialmente este nombre, pero no creo que te dejaran entrar en uno de esos selectos grupos de seres humanos con tal etiqueta). Sus amigas la llaman “Cheli”. (¿Veis? A esto me refería. Con este, si.) La otra se llama Antonia, y por lo que he podido escuchar en estos encuentros fortuitos, le llaman Tonia, aunque todo el mundo le dice La Tonia. Como es costumbre entre estas extrañas criaturas, deben hacer una rima fácil y sencilla con su nombre con la que firmar las farolas del pueblo (esto me recuerda bastante a mi perra, cuando para en cada una de ellas a marcar su territorio. Yo lo dejo ahí.) “La Tonia rubika keh te dah pika pika”, dice en mi farola mas cercana. No entiendo muy bien a qué se refiere, pero ahora sé qué deben de sentir los chimpancés cuando ven a su alrededor supuestos seres superiores de bata blanca y con extraños utensilios empleando un idioma desconocido para ellos.

La Tonia y la Cheli hablaron sobre la Navidad. Sobre el Jonatah y sobre el Nano. Sobre el cinturón que llevarían por falda el día de noche vieja y sobre el nuevo piercing del pezón de La Isaka. Si os parece, quiero centrarme en el tema de la Navidad, por eso de que parece que hoy pega bastante, ¿no?.  Pues bien. A los 20 minutos de tal intensa conversación, han llegado a la conclusión de que se encuentran más cachondas con tanta luz roja por la calle, con tanto villancico y con tanto papa Noel.

A ver. Podría llegar a entender lo de las luces rojas, por aquello de la pasión, del consumo, de los carteles y pancartas epilépticas y demás pero, ¿villancicos? ¿Papa Noel? Tías, estáis enfermas si de verdad os pone cachondas ver a un viejo de mas de sesenta años, canoso, gordo y cantando lo que parece los restos de un orgasmo mal fingido (oh oh oh!, para los menos enterados). Y no me hagáis hablar de los villancicos, por favor. Lo cantan críos por lo general de menos de diez años. Esas canciones hablan de cómo la Virgen lavaba en la fuente y de cómo los padres del niño Jesús aceptan sustancias de tres extraños que llaman a su puerta. (Versión oficial: oro, incienso y mirra.)

De verdad, tengo muchísima curiosidad, ¿a vosotros os pone cachondos la Navidad? Yo por lo general estoy más feliz, me encanta pasear por las calles de la ciudad en estas fechas y (no os riais) adoro pararme en la plaza de la Libertad a observar las caras de los niños mientras se quedan embobados viendo el teatrillo de muñecos gigantes que todos los años monta El corte Inglés en una de sus paredes laterales. ¿Pero cachonda? Joder, no sé. Voy a tener que replantearme porque a mi libido sexual no le pone a cien ver a Papa Noel mientras se escuchan villancicos de fondo.

PD: Feliz 25 de Diciembre, besos y guiños para todos, y ya sabéis, “Navidad, navidad, dulce navidad… oh oh oh!”.

Mónica Gae.