domingo, 20 de noviembre de 2011

capitulo 16

¿Sabes? De pequeño nunca me creí los cuentos que mi madre me leía. En lugar de dejarme dormido, conseguían sonsacarme un sinfín de preguntas que luego me dejaban mirando al techo durante horas. ¿Por qué el príncipe tiene que ser azul y la princesa rubia? ¿Por qué nadie escucha a bruja? Quizás lo único que quiere es un poco mas de protagonismo. ¿Por qué siguen montando a caballo y enamorándose en un bosque lleno de animalitos salvajes totalmente domados? Deberían actualizarlos un poco, ya sabes. Cambiar el castillo por el bar de siempre, el caballo por un Nissan cualquiera y los paseos por el prado por intentos de caminar rectos haciendo paradas en cada portal.

No sé qué o quién te ha destrozado tanto para que tengas que irte de esta manera, pero ojala sea consciente del daño que te ha hecho para no volver a repetirlo. Si pudiera, te retendría una noche más y me inventaría un cuento –pero uno de los buenos- para que volvieras a creer en ellos. Seguramente yo sería el malo, el azul nunca me ha quedado bien, pero te aseguro que acabaría enamorando a la chica del aeropuerto amante del ballantines (véase nuevo concepto de princesa) y, bueno, no habrían castillos con doncellas ni malvadas madrastras pero, conozco una playa preciosa a pocos minutos de mi casa en Oeiras.

Francis.


(….)


-Por favor, parece que tengas un imán para todos los empalagosos del planeta. Dejando a un lado las ganas de potar que me acabas de provocar, dime que lo llamaste nada mas leer la carta.
-No nos dimos los teléfonos.
-¿Pero qué cojones pasa contigo? ¿Ni Facebook? ¿Correo electrónico? ¿Nada? Llevas años describiéndome lo que buscas en un tío, y cuando llega el Edward Cullen versión portuguesa, vas y lo dejas ..así, sin más?
-Amie, joder. Pensaba que estarías de acuerdo. Tu siempre dices que en el fondo son todos iguales, que tienen los valores calcados como fotocopias y que por mucho que aguanten, un día les cambia el chip y se vuelven gilipollas.
-Eso es básicamente la experiencia de mi vida, Maya, si te digo eso es porque no quiero que tu también pases por lo mismo. Pero vamos, ¿estás de broma?, los tíos que a ti te gustan no tienen chips. Tienen un osito de peluche empalagoso y lleno de ñoñerías a modo de corazón y rebosan frases de Federico Moccia por cada poro de su cuerpo.
-¿Y qué me dices de Aytor? El también parecía perfecto. De hecho el único defecto que tuvo fue desaparecer.
-No me toques los cojones, Maya. Aytor era sentimentalmente inestable y lo mismo te quería que te odiaba en cuestión de minutos.
-No digas eso, por favor. Eso no. Aytor nunca me odio. Tenía sus momentos y su forma de querer, pero  me quería.
-Te juro que no tenía intención de decirte nada, Maya, pero, no sé, quizás no deba decírtelo, nadie le tiene tantas ganas a ese tío pero..
-Suéltalo ya, ¿Qué pasa?
-Anoche fui a tu casa a por el vestido que me dejé y me lo encontré apoyado en tu puerta. Aytor ha vuelto a la ciudad, Maya.

¿Qué vas a hacer?



(….)



Mónica Gae.

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