domingo, 3 de junio de 2012

Provocando un clic.


Dime tú, y sólo tú,

Si esto que siento es miedo a enamorarme o amor al miedo.

Dime si mis palabras son reales o producto de mi imaginación

-o incluso, en último instante, de la tuya-

Dime si la necesidad de huir de esta pequeña ciudad es fruto de una serie de desastres, o de haberme inventado yo misma, todos y cada uno de ellos.

Dime si realmente quiero encontrarte,

O las ganas de retenerte en un espacio inalcanzable, harán de mis sueños los únicos amantes capaces de abrazarme al caer la noche.

Dime si lo efímero de pensar que estas en cualquier lugar ganaría la partida a la cruda realidad que acompaña estas palabras,

realidad asfixiante cuanto menos siento, 

teniendo en cuenta mi autodestructiva dependencia de intensificar cualquier detalle insignificante a la mayor calamidad carnal que nunca he saboreado.

-Tus manos, las mías.

Dime si algún día podrán conocerse-

Dime de dónde viene el miedo a cruzar una ridícula palabra contigo, y dime de dónde viene el valor para esta necesidad que me oprime el pecho si cae la noche y aún no te he recordado que sigo existiendo.

Que sigo respirando, y que tú te has convertido en el objeto de mis ingenuas, -como poco- fantasías sin ningún sentido.

Sin pies ni cabeza. Y sin manos, ni piernas, ni ojos, ni labios.

Dime, -porque se esta consumiendo el piti y pronto volveré a encerrarme entre cuatro paredes-, si debería pedirte las llaves de ese laberinto que son tus manos y me muero por cruzar.

Porque estoy inmersa en la oscuridad de un folio en blanco que se niega aún a escuchar cómo sonaría tu nombre escrito. Porque no sé si son mis manos las que están acojonadas o soy yo la que teme darles valor.

Porque si escribo, en un jodido descanso de biblioteca, es porque sé que quizás, sólo quizás, veas esta absurda actualización, sientas curiosidad, y la leas.

Y sonrías al pensar que la mínima probabilidad existente de que te este escribiendo a ti, sea para mí la única probabilidad que existe. 

Y hagas un clic que mueva una pestaña en mis “Interacciones” y me saques la sonrisa más tonta que pueda sacar 

por recordarme,

con algo tan insignificante como eso,

que sigues respirando,

 aunque yo no sea el objeto de tus noches, ni de tus palabras, ni de tu poesía.




Ni sea tu musa,

ni nunca llegue a serlo.



Mónica Gae.

7 comentarios:

  1. Te escribo anónimo, porque aunque sea ridículo creo que pueda ser de mí de quien habla esta entrada. Y no quiero que me hagas sentir ridículo.

    Te escribo anónimo porque aunque ya no tenga sentido y nunca lo reconoceré me muero de ilusión por ser yo. Y no quiero que me la quites.

    Por eso no tendrás favs ni me gusta, ni comentarios.

    Pero no dudes que ya tengo nuevo texto favorito.

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    1. Sin saber quién eres, siempre podrías ser tú, seas quien seas, y ese "quizás", creo que tiene más peso que lo que sea que pudiera decirte si supiese tu identidad.

      A veces es mejor dejar en el aire las respuestas a las preguntas que más nos gustaría responder, tanto para tí al no mencionar tu nombre, como para mí al no poder decir que eres o no eres tú a quien va dirigido este texto.

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    2. De eso nada, cuando vaya a Murcia te llamo y nos tomamos algo. :)

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    3. De eso nada, cuando vaya a Murcia te llamo y nos tomamos algo. :)

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  2. Piensa que el pensar crea pensamientos que ya fueron pensados por otros pensadores por tanto actúa.




    Saludos, Alexander Supertramp.

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    1. Actuar sería provocar un comienzo o un fin a todo lo que últimamente me ronda por la cabeza.. y ese paseo, el de ignorar toda respuesta, creo que me empieza a gustar más que la posibilidad de estamparme con mi propia realidad.

      Ergo, no actuaré, ni ahora, ni en un futuro.

      Yo moveré la segunda pieza si la primera es movida, pero nunca en primer lugar.

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  3. Recuerda que en la partida de ajedrez, tu llevas las blancas y el hecho de no querer mover primero implica que esa partida tan esperada, nunca comenzará. Una vez dijo un hombre, el que arriesga, se equivoca. El que no, vive equivocado. Un movimiento aunque sea ínfimo puede cambiar la trayectoria de dos mundos que siempre han ido paralelos.


    Saludos, Alexander Supertramp.

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