viernes, 7 de octubre de 2011

capitulo 4.

Si hoy fuera mi último amanecer, si la noche nunca regresara, desearía tener tu valor. Perder mi miedo. Anoche soñé que lo perdía todo, Maël. Todo desaparecía y yo no podía hacer nada. Mi familia, mis amigos, tú. Todos os alejabais sin hacer ruido, ajenos al daño que desgarraba mi corazón. Yo estaba en la playa, contando como de costumbre las estrellas que dejaban de brillar. Entonces vi que todo se desvanecía, nunca había pasado tanto miedo. El puzle que me componía se rompía en mil pedazos, dejándome completamente sola. Trozos de mi alma esparcidos por el suelo. Entonces tomé aire, fingí tener valor y la vida pasó frente a mis ojos. Recuerdos congelados proyectados sobre olas, que iban y venían al son de un buen acústico de Josua Radin. Tú intentabas decirme algo, -que había malgastado mi vida. Que había contenido demasiadas lágrimas por rabia, por orgullo. Que había dejado de abrazar hasta hacerme de piedra. Que nunca le dije a ella lo imprescindible que era en mi vida. Que nunca le susurré a él un te quiero al oído. Que nunca probé tus besos por miedo a envenenarme. O volverme adicta a ellos. Que había soñado demasiado, y el sueño me había atrapado por completo.

-Era horrible, Maël. No sabía qué hacer. Tenía un agujero en el estomago y mi corazón intentaba salirse por él. Como si no quisiera más estar dentro de mí.
-Tranquila, pequeña. Ven, acércate. ¿Oyes esto?
-.. ¿El qué?
-Bum-bum.. Bum-bum.. -Esto-. Es tu corazón y sigue aquí.

Maël nació en Montpellier, creció y vivió en Londres pasando largas temporadas en España. Pasó sus primeros años aquí, yo lo conoci a mis 14 años. A sus 16. En The Roeux, un campamento de verano y si, fue, por asi decirlo mi primer amor. Es rubio, alto y de piel morena. Ahora tiene 22 años y rara vez se deja ver. Ladrón de corazones. Marc dice que es un capullo enamorado de sí mismo, que no me acerque demasiado. Él no lo conoce.

(....)

Me encanta el mes de diciembre, la Navidad. La ciudad viste de rojo, y las sonrisas se escapan entre labios tiritando. El frío invade cada rincón de tu cuerpo, congelando incluso el dolor más profundo. El momento perfecto para pedir perdón.  Las noches se hacen más largas, y un cielo estrellado te invita a soñar. De pequeña siempre solía ir a esquiar por estas fechas (ahora me importa más mi integridad física). En realidad, ni siquiera recuerdo la última vez que vi nevar.

Es miércoles de madrugada, y como siempre, el insomnio se ha colado en mi cama. Amie comunica y me niego a llamar a Marc, su maldito contestador me tiene hasta los cojones. No puedo hablar con Bonie y cada vez estoy más perdida. Al menos tengo el libro de Maël, forrado con trozos de periódico cubriendo el titulo. Dice que así lo hace más interesante, yo creo que es un romántico escondido en unos preciosos ojos grises. La portada es roja, parece un campo de amapolas. Al fondo se ve una casa repleta de luces. Lo demás son recortes del día 23 de Agosto de 2004. Una buena fecha.

Abrí el libro por cualquier página y mi curiosidad se encargó de hacer el resto:

«...dame cien besos. Yo te daré mi vida y nunca dejaré de amarte. He nacido para morir en tu mirada, mírame. Tocaré tu pelo y me enamoraré con cada palabra. Dame tu mano, la cogeré y  no la volveré a soltar. Lloraré por ti, contigo, lloraré sin ti. Y nunca, nunca.. dejaré de amarte, mi amor.»

Fdo: Maël.

(....)

Mónica Gae

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ballantines & Coca-cola